MFP ─ A Little Đeath.

hisa 05/19/18

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M F P

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e t e r n a l k i l l e r s

┌ ┐

永遠の殺人者

└ ┘

Keep on dreaming, don’t stop

giving, fight those demons.

Sell your soul, not your whole

self. If they see you when

you're sleeping, make them

leave it.

⠀ ⠀ ʷʰᵉⁿ

ʷʰᵉⁿ⠀ ⠀

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ʷʰᵉⁿ⠀ ⠀

ʷʰᵉⁿ

ʷʰᵉⁿ⠀ ⠀

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〈 22.02.17 〉 Mentiría si alguna vez digo que

no fueron personas importantes en mi vida.

— Who we are?

MFP is a family created by

Pan on February 2017. In it, we

are all very close and each

other; until Pan gives us ban. ♡

Hola s de Army's Amino,

bienvenidos a nuestro blog. Somos

MFP, y venimos a ofrecerte este

macabro OS con motivo de la par-

ticipación en #Olimpiadas01OAAF

Por favor, toma asiento y disfruta

de la lectura. Esperemos que sea

de tu agrado; y sin más dilación,

comencemos.

GENERO: Horror, suspense.

EXTENSIÓN: OS (2,734 palabras)

RATED: T (13+) | SIN OTP

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A L I T T L E D E A T H

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Abingdon, Virginia.

Octubre de 2018.

Una tempestad cae como si de un diluvio se tratase. Las grandes gotas de lluvia nublan el camino por delante, las calles del pequeño pueblo se asemejan a ríos. Un hombre pálido con capucha corre tratando de escapar de la infernal lluvia, sus pies empapados pesan a cada paso y la tela de su fina camisa negra se pega contra su cuerpo. El hombre siente como lágrimas desesperadas se mezclan con la fría lluvia. Su cuerpo tiembla y su garganta está seca y hecha un nudo.

Sus tiritos se confunden con la respiración agitada que posee. Un dejo de alivio le atraviesa cuando frente a él se encuentra la reja oxidada de aquel orfanato viejo del pueblo. Con el corazón golpeando su pecho toma la aldaba y da tres estrepitosos golpes, duda por un momento que alguien haya escuchado pues al mismo tiempo un rayo ha destrozado un árbol cercano.

Vuelve su mirada al camino que ha tomado, como si esperara a que alguien viniera tras él. Vuelve a dar tres golpes con la aldaba y el chirrido de la reja abriéndose lo ensordece.

Un hombre vestido con un overol enlodado está parado frente a él. Con un pañuelo rojo retira el lodo de sus manos y le dedica una sonrisa escalofriante.

—Ah, que el pueblo es tranquilo sin tanta gente yendo y viniendo, por eso me gustan los días de lluvia. Además que esos mocosos se quedan dentro y no estropean mis rosales.

El hombre de overol se fija en la caja de madera empapada que aquel hombre aferra a su cuerpo.

—Un regalo —dice ofreciendo la caja—. Para los niños.

El intimidante jardinero chasquea la lengua y recibe la caja a regañadientes.

—Ah, que el pueblo es tranquilo sin tanta gente yendo y viniendo —repite confundiendo al chico. Se da la vuelta y regresa a aquella casa tenebrosa—. Espero que los mocosos destruyan esto en lugar de mis rosales.

La madera vieja cruje a los pies del jardinero, este baja las escaleras que llevan al sótano: donde un sinfín de juguetes descansa polveados a la espera que alguien juegue con ellos. Madame Sashi ha ordenado que cada juguete se pudra en ese sótano, pues aquellos niños sólo debían aprender el arte de ser marionetas a su antojo.

El jardinero deja caer la caja y no se molesta en volver a cerrar la tapa que se ha desacomodado.

—Por eso me gustan los días de lluvia —repite para salir del sótano.

Una mirada curiosa se posa en la puerta del cuarto, la pequeña Katherine camina sigilosa al lugar donde les tenían prohibido entrar. Ha visto a Franco y no sabe por qué su curiosidad se la ha llevado esa caja, una atracción inexplicable que sólo se saciará al tener en sus manos lo que sea que lleve dentro.

Su ligero cuerpo favorece a que las tablas viejas no le delaten, sus pequeños zapatos rosa se posan frente a la caja empapada que ha formado un ligero charco alrededor de ella. La niña se pone en cuclillas y retira la tapa mal acomodada. Su semblante muestra felicidad al ver aquellos muñecos de forma curiosa. La chiquilla muerde su labio, toma todos aquellos muñecos y utiliza la falda de su vestido para llevarlos a aquella habitación compartida.

Al entrar, se gana la mirada de seis niños más, la sonrisa radiante de Kate ilumina su rostro, suelta el vestido y ocho muñecos caen al suelo.

Aquellos niños sonríen tan felices. Todos corren abalanzándose por uno de ellos, dejando a un curioso de cabeza en forma de corazón tirado boca abajo. Kate lo toma y enseguida posa su mirada en Vadhir, el niño que siempre se encontraba sentado en una esquina, jugando con los dedos de sus manos. Camina sigilosa al pequeño.

—Vadhir —murmura, el chico se queda quieto, pero no la mira—. Toma, puedes tenerlo —él no acepta el juguete, pero la chica lo deja en el piso junto a él y pronto regresa dando saltos donde Caroline la espera.

Vadhir muerde su labio inferior conteniendo las ganas de tomar el muñeco y destrozarlo con sus manos.

—Tata —escucha una voz extraña; que sabe no es ninguna de sus compañeros—. Soy Tata.

Vadhir gira su atención al pequeño muñeco con labios amarillos, ladea la cabeza mostrando su curiosidad y lo toma entre sus manos. ¿Ese muñeco acababa de hablarle?

—Vadhir, soy Tata —vio salir de sus labios.

El niño no puede evitar esbozar una sonrisa, se asoma un brillo en su mirada que jamás se había visto: lo invade un potente deseo de llenar su ser de pecado.

Los días pasan, todos ellos bajo una intensa lluvia. Los niños oran mientras confían su más grande deseo a Dios; salir de esa casa.

—¿Dónde está Vadhir? —pregunta entre dientes Madame Sashi.

Una mujer intimidante, de semblante serio y que despide el más tenebroso de los miedos sólo con mirarla.

La directora del orfanato levanta la mirada al lugar vacío del niño, traga saliva y mira a su superior.

—No tengo idea —responde ella.

—Son tus niños, ¿no tienes idea de dónde se ha metido un mocoso?

—Yo sé dónde está —responde tímida Kate.

La mirada de Matthew se posa en ella, reza porque no le delate.

Madame Sashi le dedica una mirada frívola y al instante ordena que los niños se lleven a la boca ese pan de hace tres días.

V a d h i r, n i n e y e a r s o l d.

—¡Quiero a ese mocoso ya! —el chillido de Madame Sashi se escuchó por cada rincón de la casa.

Franco había notificado que aquella caja se encontraba desaparecida, y Vadhir había sido delatado por Kate, quien ardía en rabia por ser privada de los juguetes que ella misma había robado.

Franco y Haru buscaban al pequeño Vadhir por cada lugar de ese orfanato. El niño yace en el interior del armario, sus risas ahogadas y conversaciones consigo mismo han hecho que los niños se alejen poco a poco. Se las ha ingeniado para tomar en su poder todos aquellos muñecos de procedencia dudosa. Ha cogido la caja del sótano y se ha refugiado en ese armario para escuchar las aventuras de sus amigos de algodón.

—Me gusta el de mango pequeño —escucha a Tata.

—No, el de mango negro parece más filoso —gruñe Shooky.

—¿Por qué escogen cuchillos? —pregunta Vadhir envuelto en inocencia.

—¿Te quieres ir de este lugar? —escucha una voz y el niño asiente. Mira a Shooky, una sonrisa retorcida está dibujada en la expresión del muñeco—. Vamos a jugar… —susurra.

—Llévanos a la habitación de Madame Sashi, Vadhir —pide Tata.

El chico muerde su labio y sale de su escondite. Ahora teme porque sabe cuánto lo busca aquella mujer despiadada y entrar a su habitación era meterse a la cueva del lobo.

Escucha unos tacones provenientes del pasillo, su corazón se acelera, con rapidez toma la caja y la lleva hacia una de las habitaciones, echa el pestillo de la puerta y se desliza en ella hasta caer al piso.

Pasan unos minutos para que su respiración sea normal de nuevo, abre la caja con lentitud y toma a uno de los peluches entre sus manos.

─Tranquilo Shooky, no me atraparon —el niño lo mira con atención.

─¿Estás seguro, Vadhir? ─Asiente hacia el muñeco, se pone de pie y sacude las rodilleras de su pequeño overol.

─Sí, tienes que quedarte aquí, porque ella los busca ¿me entiendes? ─ empuja la caja hasta dejarla bajo una oxidada mesa—. Ella... es mala, puede hacerte cosas feas.

─¿Como las que te hacia tu madre, mocoso? —Los ojos del pequeño se abrieron por la impresión. ¿Cómo una cosa tan pequeña podía decir las cosas con tanta crueldad?

Él sabía que su cabecita estaba mal, un juguete no puede saber eso. Su cuerpo estaba temblando y el muñeco resbaló de sus manos.

─A mamá sólo le gustaba jugar con el fuego —murmura.

Da pequeños pasos hacia el frente y quita el pestillo con cuidado, empieza a juguetear con la punta de sus dedos, acariciando la puerta amarillenta hasta que se abre de golpe. El duro impacto de la madera contra su cabeza lo hace caer al piso.

Coloca su mano donde le dolía, su cuerpo se eriza al ver unos tacones de aguja frente a él, alza la mirada hasta encontrarse a la actual dueña de sus pesadillas y cierra los ojos.

─Así que aquí estabas —la voz femenina lo hace temblar—. No sabes cuánto tardé en encontrarte, es una lástima perder tanto tiempo en un huérfano inservible.

Vadhir siente cómo su rostro se pone húmedo, y cómo un líquido espeso recorre su frente.

─Si antes eras un asco, ahora eres horrible. Mira ese feo rostro, tienes sangre, sudor y lágrimas —empezó a reír—. Debería hacer un circo y cobrar para que te miren... ¡Es que demonios, eres un jodido fenómeno!

Vadhir llora con ímpetu, su cabeza le duele y la horrible risa de la fémina no para.

—¡Dime dónde están! ─El niño abre los ojos cuando la risa detiene. Siente como es levantado por las correas de su ropa y deja de tocar el piso—. ¡Dime, estúpido huérfano! ¿Sabes por qué tu madre no te quería? ¡Porque le dabas asco!

—¡No sé! —El niño niega con desesperación─. ¡Lo siento Madame!

—Eres un maldito estorbo, ¡dime dónde están! —Vadhir mira por encima del hombro a la directora, tiene una sonrisa plasmada en su rostro, su mirada refleja satisfacción, lo estaba disfrutando.

—¡Siento ser un estorbo! ¡No sé dónde están! —suspira hondo.

Con las lágrimas aun fluyendo siente cómo su pequeño rostro recibe un golpe, Madame lo dejó caer al suelo y se dio la media vuelta.

—¡Haru, aleja a este niño de mi vista y haz que Franco encuentre esos estúpidos muñecos! —gritó.

—Sí, Madame —la directora arrastró al niño mientras este lloraba y desapareció de la habitación.

Los gritos del niño resonaban por el orfanato, sus manos han ganado un par de raspadas al caer en el suelo de la habitación compartida.

—Más te vale que esos muñecos aparezcan, Vadhir —amenaza la directora. Ella sale y el chico tiembla en posición fetal.

—Vadhir —escucha de pronto—. Vamos a jugar.

Dos horas pasan desde que Vadhir ha sido maltratado. Una hora desde que Katherine ha desaparecido del cuarto de baño. Madame Sashi se encuentra hecha una furia, y los que buscaban al chico, ahora buscan a la niña.

La directora ha escuchado murmullos en la habitación compartida, pero a simple vista no hay un alma.

—¿Kate? —pregunta agudizando su oído.

Escucha risas ahogadas, risas que provienen de la última cama, suelta un suspiro de alivio al ver los pequeños zapatos rosas, Kate estaba metida ahí debajo, escondiéndose.

—Kate, sal de ahí —ordena la mujer pero la niña no hace movimiento alguno—. Katherine, ya te escuché —siente irritarse cuando escucha nuevamente esas risas ahogadas.

La mujer se pone en cuclillas y jala el pie de Katherine el cual cede sin esfuerzo alguno. Haru frunce el ceño al sentir el extraño movimiento.

—¿Kate? —pregunta asustándose de pronto.

Jala los pies de la niña y esta se desliza de debajo de la cama. Su peso es total, como si estuviera dormida, pronto suelta los pies de la chiquilla y cae sentada en el suelo de madera, Katherine está inerte, se ha deslizado con facilidad gracias al líquido espeso que debía estar en su cuerpo, y no tiñendo de rojo el suelo.

Escucha nuevamente esas risas ahogadas, teme mirar debajo de la cama, pero lo hace. Distingue una silueta al fondo, cubre su cara con ambas manos y parece que solloza.

—¿Vadhir? —lo llama la directora.

Él levanta su mirada, las lágrimas inundan su cara, su dedo índice señala a una pata de la cama.

—Fue Tata —dice entre sollozos.

La directora mira a ese curioso muñeco. Hay un cuchillo de mango corto a lado de él y su traje azul está salpicado del rojo líquido.

[ . . . ]

El cuerpo de Katherine fue sepultado a lado de los gemelos Evans, ambos atacados por una fiebre mortal. Fran tarareaba mientras esparcía semillas de sus rosales en la nueva tierra, Katherine sería un nuevo rosal.

Madame Sashi observaba la escena mientras resoplaba furiosa, Vadhir se encontraba recibiendo su castigo en el calabozo a lado de ratas y bichos rastreros. Mientas los muñecos en la oficina de Madame, dentro de su caja, como debieron haberse quedado.

El sol había caído y los niños oraban temerosos. Una niña muerta y un Vadhir torturado esta noche les darían pesadillas.

Cada uno con las sabanas cubriéndoles de pies a cabeza, el horrible aroma metálico despedido por la sangre de Kate aún flotaba en el aire.

—Caroline... —murmura Matthew. La chica descubre su cabeza y se aventura a mirar a su vecino de cama—. ¿Qué le pasó a Kate? —pregunta con los ojos llorosos.

—Estaba en el baño —murmura—. Vadhir me llamó, me contó que los muñecos querían matarle, me dijo que sólo así le darían libertad.

Un escalofrío recorre la columna vertebral de Matthew.

—¿Sabes que eso no es posible, Caroline? —Trata de convencerle, a pesar de haber visto a uno de los muñecos cerca de su cama esa mañana—. No se mueven solos, no tienen vida.

Matthew quería convencerse a sí mismo de lo que decía, se negaba de haber visto ese muñeco después sobre su cama.

Caroline frunce el ceño, teme y presiente el peligro acercarse. Sí, la muerte viene por el pasillo con una garrafa de gasolina y un par de fósforos listos para encender las llamas del infierno.

No escuchan correr el líquido por la rendija, tampoco escuchan que el seguro ha sido colocado desde fuera. Lo único que escuchan es el crujir de la tela quemándose, el grito desgarrador de sus gargantas por un auxilio que tarde llegará.

Las luces rojas, azules y naranjas inundan la tempestad nocturna, el fuego fue extinguido y seis cuerpos fueron recuperados. Dos curiosos muñecos descansan en la puerta de la habitación compartida, uno con el fósforo restante, y el otro empapado de gasolina.

La mirada de Madame trata de esconder el terror que le hacen sentir, toma a ambos en sus manos y regresa a la oficina donde se supone deberían estar.

La caja está abierta, y dentro solo seis muñecos están, Madame traga saliva y deposita a los restantes en su lugar. Descubre un sobre amarillo adherido con cinta en el interior de la tapa, lo toma entre sus brazos y ve una caligrafía torcida en ella.

Haru Connor.

Abingdon, Virginia

Octubre de 2014.

Madame Sashi frunce el ceño, ¿cómo es que ese sobre tenía el nombre de la directora?

El sobre amarillento es abierto para revelar una nota médica.

13 de octubre, 2014

Vadhir Connor. 6 años de edad.

Dx: Esquizofrenia infantil.

Antecedentes familiares: Padre con Esquizofrenia paranoide…

La mirada horrorizada de Madame repasa todas las letras de ese trozo de papel. Una fotografía se resbala del sobre. Madame la toma y un escalofrío le recorre.

Haru toma de la mano a un pequeño niño, a Vadhir. Junto a ellos reconoce al hombre que ha visto por la ventana de su oficina, ese que dejó la caja de juguetes en manos de Franco.

Padres e hijo.

Da un respingo cuando siente su piel arder, como un fino corte garantiza un baño carmesí que la transportará al lugar donde sus niños la esperan.

Vadhir esboza una sonrisa y esconde aquella arma blanca tras su espalda.

—Terminé, Tata —dice orgulloso.

Un suspiro llama su atención. La directora lo mira desde el marco de la puerta y niega con la cabeza.

—Te has portado mal, Vadhir —dice desaprobatoriamente.

—Lo siento, mamá —el niño realiza un puchero—. No he sido yo, Shooky lo hizo.

—Vadhir —escucha muy profundo en su cabeza. Esa voz que lo ha guiado a hacer tales asesinatos, aquella que él juraba pertenecía al muñeco—. Vuela libre.

El niño deja caer el arma provocando un fino sonido, mira aquella ventana sin protección y sin pensarlo más corre hacia ella.

Haru sólo ha visto como se pierde en la noche, su cuerpecito queda impregnado de cristal, descansa en los rosales que Franco ha cuidado, escucha esas voces en su cabeza felicitarle, se desvanecen ligeramente al igual que su vida.

t h i s i s n o t t h e e n d

F A R V E L

Como muchos no lo pudieron notar

nosotros hicimos a los personajes

basándonos en de la familia,

esto fue una idea que se aportó cuando

se estaba creando la temática del OS,

y que le gustó a varios concluyendo

con su aceptación. Así mismo no se

alejó de lo pedido, lo cual era integrar a

BTS o BT21. El one shot hace referencias

hacia las malas críticas que siempre ha