El parnaso y la guadaña del pasado
piensan, firman cuadernillos;
arribaron con las cruces del oprobio
cuando el trapo aún serruchaba;
pero ya no queda nadie más que piense.
Menos alguien que lo intente.
Cuando era un niño firmaba con los dientes
que hoy, dorados, se rebelan.
Los fascículos y el paro de jinetes
piensan, ¡y yo pienso en ellos!
Pero irrisorio es este intento de esfinge,
tanto que nadie se ríe.
¿Toldos?, ¿hasta dónde llegó la tormenta?
Pareciere, mas no fuere,
que quisiere verse inerme frente al templo
edificado sobre almas
que hasta ayer yo veía, desorientado;
hasta hoy no las he encontrado.
Hans se paseaba dibujando en la arena
focos que nunca encendieron,
y yo lo veía, y pensaba de lejos:
«Otro loco llega al puerto.»
"¡Ya no piensen, está cada vez más caro!"
Pienso cada cambio de año.
Los observo y un tridente viene al gusto,
y no me gusta el tridente.
Nadie quiso que se llevara a su puerta,
pero, bueno, ¡c'est la vie!
Así reman, flaqueando, a contracorriente.
¡Ojalá os guste el tridente!
—
Hola, soy nuevo. He aquí mi primer poema para la comunidad, espero sea de su agrado y no se ofendan.
Saludos.

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amen.