:milky_way: ~𝐇 𝐈 𝐒 𝐓 𝐎 𝐑 𝐈 𝐀   𝐅 𝐀 𝐌 𝐈 𝐋 𝐈 𝐀 𝐑~ :milky_way:

Nací de una unión poco común: mi madre, una bruja reservada, descendiente de una antigua línea mágica europea; mi padre, un muggle británico, profesor de literatura, completamente ajeno al mundo mágico hasta enamorarse de ella.

Pese a sus diferencias, intentaron criarme entre ambos mundos. Mi madre me hablaba de la magia con un brillo solemne en los ojos, mientras mi padre me recitaba mitos, teorías y poesía como si fueran hechizos en sí mismos.

Nunca conocí a los familiares mágicos de mi madre. Ellos repudiaron su elección de amar a un no-mago. Y así, crecí sin conocer ese linaje, como un eco lejano que nunca pude alcanzar.

Aun así, mi casa estaba viva: estanterías infinitas, encantamientos susurrantes, objetos que se movían cuando creían que no los veía, y largas conversaciones entre saberes muggles y mágicos.

De mi madre aprendí que la sangre no determina el valor de un mago. De mi padre, que a veces las historias contienen más verdad que la realidad misma.

:milky_way: ~𝐈 𝐍 𝐅 𝐀 𝐍 𝐂 𝐈 𝐀~ :milky_way:

Nací en una tranquila zona residencial en las afueras de Londres, en el seno de una familia peculiar: mi madre, una bruja de gran corazón, y mi padre, un muggle apasionado por la ciencia. Desde mis primeros recuerdos, ambos se esforzaron por darme una crianza equilibrada, enseñándome con la misma pasión sobre hechizos básicos y leyes físicas.

Mientras otros niños aprendían a andar en bicicleta, yo sabía lo que era un encantamiento de levitación y cómo construir un pequeño generador eléctrico con mi padre en el garaje. Nunca me sentí dividido entre dos mundos; más bien, me sentí afortunado de poder explorarlos al mismo tiempo.

Mi madre me contaba cuentos mágicos antes de dormir, pero mi padre complementaba esas historias con teorías sobre átomos, estrellas y tecnología. Ambos me formaron con amor, respeto por el conocimiento y una gran curiosidad por todo lo que me rodea.

:milky_way: ~𝐏 𝐄 𝐑 𝐒 𝐎 𝐍 𝐀 𝐋 𝐈 𝐃 𝐀 𝐃~ :milky_way:

Soy un tipo curioso, y eso lo tengo claro. Desde pequeño, siempre estuve dividido entre dos mundos: el mágico, lleno de misterio y maravillas; y el muggle, con su lógica y su búsqueda incesante de respuestas. A veces siento que los dos mundos se fusionan en mí de una manera que no termino de comprender, pero al final, me hace quien soy. Me encanta aprender, y no importa de dónde venga la fuente. Si algo me interesa, busco hasta el fondo, ya sea una teoría mágica, una idea muggle o, incluso, un nuevo hechizo.

Aunque la gente me ve tranquilo, no soy de quedarme callado si algo me incomoda. La injusticia es lo que me pone de mal humor. Soy de los que piensan que la magia, como la humanidad, no se mide por el linaje. Eso es algo que aprendí de mi madre, y lo llevo a rajatabla. Cuando veo a alguien menospreciar a otro por su origen, sea mágico o no, siento que algo dentro de mí explota. Lo tengo muy claro: no soporto el racismo. La gente que se cree superior por su sangre o su origen me repugna, y me da igual si están en el lado oscuro o en el brillante; ese tipo de mentalidad es inaceptable.

Por otro lado, soy muy leal. El hecho de que la Orden del Fénix me haya aceptado es algo que llevo con orgullo. Mi lealtad no es algo que se gane fácilmente, pero una vez que confío en alguien, lo doy todo. Harry Potter no es solo una figura en mi vida, es un ejemplo de lo que significa luchar por lo que es justo. Quizá por eso me siento tan conectado a su causa: por todo lo que representa. Y a veces, al mirar las estrellas, pienso que quizás haya algo más grande que nosotros. La Astronomía me fascina, porque, aunque la magia sea mi vida, el universo tiene un flujo que no termina de explicar ni la magia ni la ciencia.

En cuanto a mi pasatiempo favorito... improvisar rap con los muggles. Lo sé, parece algo extraño para un mago, pero tiene su encanto. Cuando me encuentro con alguno de los chicos del barrio, es como un desafío. Es un momento en el que puedo mezclar lo que soy, lo que sé y lo que siento, sin barreras. No sé, hay algo mágico en las palabras que me gusta explorar. A veces me siento como si mis rimas fueran pequeños hechizos, ¿sabes?

Soy también un buen cocinero. Mi madre me enseñó a cocinar, y es una de esas cosas que me hace sentir cerca de ella, aunque no la haya tenido cerca por tanto tiempo. Cocinar es mi forma de meditar, de encontrar equilibrio en un mundo que a veces parece tan caótico. Y sí, los rap y la comida van de la mano. La cocina es otro lenguaje para mí, uno que también puede ser tan preciso y maravilloso como cualquier hechizo que aprenda.

A pesar de todo esto, a veces siento que la gente no me entiende completamente. Soy un Ravenclaw, lo que significa que la lógica y la razón están en mi ADN, pero esa mezcla de mundos dentro de mí no siempre me deja ser tan predecible como esperaría alguien de mi casa. Algunas veces soy el más reflexivo de la habitación; otras veces, soy el primero en hacer una broma o lanzarme a una aventura improvisada. Es complicado a veces ser fiel a una sola faceta de mí mismo, pero lo bueno de ser mestizo es que puedo abrazar todo lo que soy, sin importar las expectativas.

Lo bueno es que las personas cercanas saben cómo soy, incluso si mi personalidad a veces parece un poco dispersa. Me dejo llevar por la vida, pero siempre mantengo un pie firme en lo que realmente me importa: la lealtad, el conocimiento y, sobre todo, la lucha contra la injusticia.

:milky_way: ~𝐈 𝐍 𝐃 𝐈 𝐂 𝐈 𝐎   𝐃 𝐄   𝐌 𝐀 𝐆 𝐈 𝐀~ :milky_way:

Recuerdo claramente el día en que algo raro sucedió cuando tenía alrededor de siete años. Estábamos en el jardín, mi madre me había pedido que le alcanzara una herramienta, pero me distraje mirando el cielo. Aquella tarde, las estrellas parecían más cercanas que nunca. Mientras las observaba, me salió de manera involuntaria un susurro: "Que brillen más". No pensé mucho en ello, hasta que de repente, las luces del jardín parecieron intensificarse. Claramente las lámparas brillaban más y era como si las estrellas respondieran. al menos yo creía que las estrellas brillaban más, la noche se tornó ligeramente más clara, como si la magia se hubiera filtrado en el aire.

Mi madre me miró con una sonrisa misteriosa, como si lo hubiera estado esperando. "Eso, hijo mío, es magia", me dijo, sin asombro. Para ella, aquello era normal, pero para mí, fue como ver por primera vez un hechizo cobrar vida ante mis propios ojos. No era la primera vez que había sentido la magia a mi alrededor, pero ese día, la sentí en mí. Fue entonces cuando me di cuenta de que no solo la magia era parte de mi familia, sino que yo también era parte de ella.

:milky_way: ~𝐋 𝐀   𝐂 𝐀 𝐑 𝐓 𝐀   𝐋 𝐋 𝐄 𝐆 𝐎́~ :milky_way:

Era un día cualquiera en casa, las estanterías repletas de libros y los hechizos flotando en el aire como si estuvieran vivos. Mi madre estaba en la cocina, como siempre, preparando algo delicioso, mientras mi padre hacía alguna anotación en sus papeles, distraído entre la literatura muggle. Nadie esperaba que la carta llegara tan pronto, pero ahí estaba, aterrizando en el suelo de la sala con un leve zumbido.

Recuerdo que estaba leyendo un libro sobre astronomía cuando vi el sobre. El color crema, el emblema de Hogwarts sellado en cera, y mi nombre escrito con una caligrafía impecable. Mi madre, siempre tan sabia, me miró con una sonrisa en el rostro, pero supe que esa sonrisa también ocultaba algo de nerviosismo. Papá, por su parte, ni siquiera se sorprendió. Sabía perfectamente lo que significaba.

Me acerqué al sobre, mis dedos rozando el borde del papel. Mi corazón latía fuerte, no por miedo, sino por la increíble emoción que sentía al saber que ese era el momento que definía mi destino. Al abrirlo, una sensación de calidez recorrió mi cuerpo, como si la magia ya estuviera dentro de mí, esperando a salir.

Cuando leí las palabras “Estás invitado a formar parte de la comunidad de magos de Hogwarts”, un torrente de emociones me invadió. Sabía que la magia ya era parte de mí, pero recibir esa carta era como aceptar que mi lugar en el mundo mágico estaba asegurado. No importaba que mi madre me hubiera enseñado todo lo que sabía sobre el mundo mágico desde pequeño, este momento era el comienzo oficial de todo lo que estaba por venir.

Mi madre, emocionada, me abrazó sin decir nada, pero su mirada lo decía todo. Papá, con una sonrisa nostálgica, me dio una palmada en el hombro, como si me dijera "Sabía que esto pasaría". Fue uno de esos momentos perfectos, en los que todo parece alinearse, y supe que no había vuelta atrás: Hogwarts me esperaba

:milky_way: ~𝐄 𝐗 𝐏   𝐂 𝐀 𝐋 𝐋 𝐄 𝐉 𝐎́ 𝐍   𝐃 𝐈 𝐀 𝐆 𝐎 𝐍~ :milky_way:

Recuerdo que, apenas traspasamos la entrada del Callejón Diagon, sentí que estaba caminando dentro de un libro que había leído mil veces en mi cabeza. Aunque la magia nunca fue un secreto en casa, verlo todo concentrado en un mismo lugar era... abrumadoramente hermoso.

Mi madre iba delante, guiándome entre la multitud como si nunca hubiese dejado de pisar esas baldosas. Mi padre, con su andar pausado, miraba todo con una mezcla de asombro y análisis, como si quisiera guardar cada detalle para escribir sobre él algún día. Yo, en cambio, no podía decidir si mirar hacia arriba, a las tiendas encaramadas unas sobre otras, o hacia los costados, donde los escaparates brillaban con objetos imposibles.

Cuando entré a comprar mi varita, el ambiente cambió. Todo se volvió más quieto, más personal. La primera que probé me lanzó chispas a la cara. La segunda se negó a reaccionar. Pero la tercera... Roble, corazón de dragón, 33 centímetros. Apenas la toqué, una ráfaga cálida me recorrió el brazo. El fabricante me dijo que era una varita para espíritus nobles, con un toque de rebeldía. Me reí. No sé si era una descripción técnica o un chiste, pero me gustó igual.

También compramos mis libros, mi caldero, los ingredientes básicos, túnicas... Me probé un sombrero ridículo con orejas de gato que mi padre insistía en comprar. No lo hicimos. Afortunadamente.

Antes de irnos, nos detuvimos a comer unos pastelitos de calabaza. Mientras los saboreaba, supe que ese lugar quedaría grabado en mí para siempre. No por la magia. No por los colores. Sino por la certeza de que estaba empezando algo grande. Algo mío.

:milky_way: ~𝐓 𝐑 𝐄 𝐍   𝐀   𝐇 𝐎 𝐆 𝐖 𝐀 𝐑 𝐓 𝐒~ :milky_way:

La mañana de la partida, el cielo estaba encapotado, pero yo tenía un sol adentro que no me cabía en el pecho. Llegamos a King's Cross con tiempo, pero mis padres parecían más nerviosos que yo. Mi madre repasaba una lista invisible de cosas que ya había chequeado tres veces. Mi padre insistía en citar a Shakespeare como si eso me fuera a calmar.

Cuando llegamos al andén 9¾, empujé el carrito con decisión. Ya sabía cómo funcionaba, lo había ensayado en casa, aunque en la cocina no era lo mismo. Atravesé el muro y, al otro lado, el expreso me esperaba, imponente y vibrante. Humo, voces, animales, nervios. Todo se mezclaba.

Me despedí con un abrazo largo. Mi padre me susurró que el conocimiento no tenía muros, y mi madre me besó la frente, prometiendo que las cartas serían frecuentes. Luego subí al tren.

Compartí compartimiento con una chica que no paraba de hablar de unicornios y un chico que ya tenía su túnica puesta como si fuera director de casa. Me cayeron bien. Jugamos con unas ranas de chocolate que saltaron al pasillo y casi causan un accidente. Compramos todo el carrito de dulces, incluyendo unas Grageas Bertie Bott que me hicieron probar sabor a calcetín mojado.

Desde la ventana, vi alejarse Londres poco a poco, y por primera vez sentí el peso real del cambio. No miedo. Curiosidad. Entusiasmo. Estaba dejando atrás lo conocido, pero lo hacía con los bolsillos llenos de golosinas y el corazón encendido.

A mitad de camino ya me sabía algunos nombres, tenía un par de chistes compartidos y una vaga idea de cómo funcionaban las casas. Cuando el castillo apareció a lo lejos, entre la bruma, supe que lo que venía era mucho más que un simple colegio.

Era el comienzo de mi historia.

:milky_way: ~𝐒 𝐄 𝐋 𝐄 𝐂 𝐂 𝐈 𝐎́ 𝐍   𝐃 𝐄   𝐂 𝐀 𝐒 𝐀~ :milky_way:

Bajamos del tren entre empujones, maletas, animales y gritos emocionados. La noche era fría, pero el lago lo hacía aún más mágico, reflejando las luces del castillo como si fuera un espejo encantado. El viaje en bote fue breve, pero eterno. Nadie hablaba, solo mirábamos.

Al llegar al castillo, las puertas se abrieron solas, como si nos hubieran estado esperando. Nos recibió la profesora McGonagall con su voz firme y mirada que te medía el alma. Nos explicó lo que iba a pasar. El Sombrero Seleccionador. Las casas. La ceremonia.

Entramos al Gran Comedor. No era un lugar, era una promesa. Velas flotantes, cuatro mesas largas, cientos de ojos curiosos. Y al fondo, un sombrero viejo sobre un taburete. Uno a uno fueron llamando nombres, y el sombrero decidía.

Cuando dijeron “Light Shadow”, caminé sin apuro. Sabía que todos miraban, pero me importaba poco. Me senté, el sombrero me cayó encima y todo cambió.

—Vaya, vaya… —susurró en mi mente—. Un cruce interesante. Inteligente, curioso, terco. Hay valentía también… y un fuego que no es común. Podrías hacerte grande en Gryffindor, sin duda…

—Ravenclaw —pensé sin hablar—. Ahí es donde quiero crecer. Ahí es donde quiero crear.

El sombrero rió.

—Oh, ya lo sabes todo, ¿eh? Está bien… muy bien…

—¡RAVENCLAW! —gritó.

La mesa estalló en aplausos. Me quité el sombrero con una sonrisa y fui a sentarme entre los míos. Mi casa. Mi camino.

No había miedo, ni dudas. Solo una certeza brillante: iba a dejar huella.

:milky_way: ~𝐏 𝐑 𝐈 𝐌 𝐄 𝐑   𝐃 𝐈́ 𝐀   𝐃 𝐄   𝐂 𝐋 𝐀 𝐒 𝐄~ :milky_way:

Me desperté antes que el sol, con la emoción zumbando en mis venas como si fuera una poción recién agitada. El dormitorio de Ravenclaw estaba en silencio, salvo por el suave murmullo del viento que acariciaba las ventanas. Me vestí con la túnica impecable, el escudo de mi casa brillando con orgullo en el pecho.

Bajé al Gran Comedor, donde el aroma del desayuno flotaba en el aire, mezclándose con el sonido de cientos de lechuzas entregando cartas y paquetes. Me senté entre mis nuevos compañeros, compartiendo risas nerviosas y expectativas sobre lo que nos depararía el día.

La primera clase fue Encantamientos. El profesor Flitwick, diminuto pero enérgico, nos dio la bienvenida con una sonrisa y un salto que lo llevó a lo alto de su pila de libros. Practicamos el encantamiento de levitación, y aunque mi pluma tardó en responder, finalmente flotó en el aire, tambaleándose como un barco en una tormenta.

Después, nos dirigimos a Pociones en las mazmorras. El ambiente era frío y húmedo, y el profesor Snape nos observaba con ojos penetrantes. Preparé una poción para curar forúnculos, siguiendo las instrucciones al pie de la letra. Al final de la clase, mi poción burbujeaba con un color esmeralda perfecto, y Snape asintió con aprobación, lo cual, según me dijeron, era un logro notable.

Durante el almuerzo, compartí historias con mis compañeros, intercambiando anécdotas sobre nuestras familias y nuestras primeras impresiones del castillo. La tarde trajo la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, donde practicamos hechizos de protección y aprendimos sobre criaturas oscuras.

Al final del día, regresé a la sala común de Ravenclaw, agotado pero lleno de una energía renovada. Me senté junto a la ventana, mirando las estrellas que comenzaban a brillar en el cielo nocturno. Sabía que este era solo el comienzo de una aventura increíble, y no podía esperar a ver lo que el mañana traería.

:milky_way: ~𝐀 𝐌 𝐈 𝐆 𝐎 𝐒~ :milky_way:

Desde mis primeros días en Hogwarts, descubrí que la verdadera magia no solo está en los hechizos, sino también en las conexiones que creamos. A pesar de estar en casas distintas, encontré a tres personas con quienes comparto algo más que amistad: compartimos una visión, una complicidad que trasciende los colores de nuestras túnicas.

➻ Solar Ember, de Hufflepuff, es como un fuego cálido en medio del invierno. Tiene una paciencia envidiable, una risa contagiosa y una habilidad natural para ver lo mejor de todos. Nos conocimos en clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, cuando una criatura escarbó debajo de mi túnica y él, en lugar de reírse, me ayudó con toda la calma del mundo. Desde entonces, hemos compartido largas caminatas por los jardines, conversaciones profundas y una pasión secreta por los chistes malos.

➻ Nova Blaze, de Gryffindor, es un torbellino de energía y determinación. Su cabello rojo encendido parece responder a su temperamento: valiente, directa y con un corazón enorme. Nos cruzamos por primera vez en un duelo de práctica donde, por error, terminé desarmándola con una voltereta accidental. Lejos de enfadarse, se echó a reír y desde ahí me adoptó como su “rival preferido”. Siempre me reta a superarme, y aunque discutimos seguido, sé que daría todo por mí.

➻ Velvet Nocturne, de Slytherin, tiene una mente afilada como una daga encantada. Misteriosa, elegante y leal hasta los huesos, su presencia es como un hechizo silencioso que te envuelve sin darte cuenta. Coincidimos en la biblioteca una noche, buscando el mismo libro de magia antigua. Terminamos leyendo juntos en silencio durante horas, y desde entonces, compartimos secretos, teorías conspirativas y un respeto mutuo inquebrantable.

Juntos formamos un extraño equilibrio, como los cuatro elementos fundidos en un solo conjuro. No importa la casa: somos una constelación de almas afines en medio del caos.

:milky_way: ~𝐇 𝐄 𝐂 𝐇 𝐈 𝐙 𝐎   𝐅 𝐀 𝐕 𝐎 𝐑 𝐈 𝐓 𝐎~ :milky_way:

Si tuviera que elegir un solo hechizo que represente lo que soy y cómo veo la magia, sería Lumos.

Sé que no es el hechizo más impresionante ni el más poderoso. Pero hay algo profundamente simbólico en conjurar luz desde la punta de una varita. Para mí, Lumos es más que iluminar un rincón oscuro: es un acto de voluntad, de decir “aquí estoy”, incluso cuando todo parece cubierto por sombras.

Aprendí Lumos antes incluso de llegar a Hogwarts, con ayuda de mi madre. Ella me enseñó que la luz no siempre viene del exterior, sino que uno debe aprender a invocarla desde dentro. Esa idea me marcó para siempre.

He usado Lumos en noches de estudio, en exploraciones secretas por pasillos olvidados del castillo, o simplemente cuando alguno de mis amigos necesitaba una chispa de esperanza. No es solo un hechizo. Es una declaración: en medio de la oscuridad, yo elijo ser luz.

:milky_way: ~𝐌 𝐀 𝐓 𝐄 𝐑 𝐈 𝐀   𝐅 𝐀 𝐕 𝐎 𝐑 𝐈 𝐓 𝐀~ :milky_way:

Desde el primer día supe que Astronomía sería mi lugar en el castillo.

Hay algo hipnótico en mirar las estrellas desde lo alto de la torre, en medio del silencio y la oscuridad. Me recuerda a las noches con mi padre, observando constelaciones con su telescopio muggle mientras mi madre explicaba cómo ciertas posiciones astrales potenciaban encantamientos. Para mí, la Astronomía no es solo una ciencia o una asignatura mágica; es un puente entre ambos mundos, una danza entre lógica y misterio.

Pero no solo me quedo con una. También siento una fascinación especial por Encantamientos. Me atrae la elegancia de las fórmulas, la forma en que una simple palabra puede modificar la realidad. Me gusta la precisión que requiere y la creatividad que permite.

Ambas materias —una mirando al cielo, la otra moldeando lo cotidiano— me definen. Una me enseña a observar, la otra a transformar.

:milky_way: ~𝐓 𝐑 𝐀 𝐕 𝐄 𝐒 𝐔 𝐑 𝐀 𝐒~ :milky_way:

Nunca fuimos los más tranquilos del castillo, eso está claro. Nuestra primera gran travesura fue durante segundo año, cuando decidimos colarnos en la Torre del Reloj para probar una vieja teoría que Solar había leído en un libro muggle sobre resonancia y vibración.

Velvet Nocturne, con su elegancia serpentina, lanzó encantos de distracción para despistar a Filch, mientras Nova Blazer, valiente como siempre, trepó por las vigas como si fuera parte de un entrenamiento de duelo extremo. Solar Ember afinó campanas artesanales encantadas, convencido de que podían desbloquear una "frecuencia mágica universal", y yo me encargué de los hechizos de invisibilidad temporales para cubrirnos.

Pero algo salió mal... o terriblemente bien. Cuando las campanas sonaron, una onda mágica recorrió el castillo. Los relojes se desincronizaron, el Gran Comedor sirvió desayuno a la hora de la cena, las clases comenzaron en desorden, y el Sombrero Seleccionador despertó y empezó a cantar sobre el apocalipsis como si fuera una ópera. Fue glorioso.

Lo inevitable llegó: nos descubrieron. Y como castigo, cada casa perdió 50 puntos. Ravenclaw, Hufflepuff, Gryffindor y Slytherin. Nadie se salvó. Fue la primera y única vez que Hogwarts entero se volvió contra nosotros... pero también la primera vez que nos ganamos un apodo legendario: "La Constelación del Caos".

¿Valió la pena? Totalmente.

:milky_way: ~𝐐 𝐔 𝐈 𝐃 𝐃 𝐈 𝐓 𝐂 𝐇~ :milky_way:

Nunca jugué Quidditch. No porque no pudiera, sino porque nunca me llamó tanto como para subirme a una escoba y lanzarme a perseguir pelotas encantadas. Pero eso no significa que no lo viva intensamente. Al contrario: soy ese tipo que no se pierde ni un solo partido, el que estudia las estadísticas, comenta las jugadas, y grita más fuerte que nadie desde las gradas.

Mi lugar está ahí, al lado de Solar Ember —el corazón cálido de Hufflepuff— mientras ambas casas se enfrentan en un duelo de fuego y sombras: Nova Blazer, con la fuerza arrolladora de una leona en el cielo, representando a Gryffindor; y Velvet Nocturne, la cazadora más elegante y letal que ha visto Slytherin en años.

Solar, por supuesto, alienta a Nova con una pasión desbordante, casi como si volara con ella. Yo, por el contrario, respaldo a Velvet con la misma calma estratégica que ella demuestra en el campo. Nuestra rivalidad en las gradas es legendaria. Nos lanzamos comentarios, apuestas, teorías… y aunque las jugadoras son ellas, vivimos cada movimiento como si nos jugáramos la vida.

Y hay algo más —algo que pocos entienden—: verlas volar es como mirar un poema en movimiento. Nova, con su energía radiante, y Velvet, con su precisión de cirujana. Entre gritos, risas y discusiones tácticas con Solar, me doy cuenta de que este deporte no solo une a las casas… también une a los corazones, aunque sea desde lados opuestos del campo.

:milky_way: ~𝐏 𝐎 𝐒 𝐓   𝐇 𝐎 𝐆 𝐖 𝐀 𝐑 𝐓 𝐒~ :milky_way:

Tras graduarme de Hogwarts, sentí que el mundo se abría como un libro inmenso, lleno de páginas aún por escribir. No me lancé de inmediato a una carrera tradicional ni me dejé arrastrar por el camino más seguro. Tenía demasiada sed de conocimiento, de experiencias, de realidades ocultas. Así que viajé.

Recorrí ruinas mágicas en Grecia, estudié los astros con sabios del desierto, aprendí recetas mágicas de cocina en pequeños pueblos perdidos entre montañas y selvas. Me empapé de culturas, de formas distintas de conjurar y de vivir la magia.

Luego volví a casa con una meta clara: enseñar. Pero no como los profesores comunes. Fundé un pequeño centro de estudios interdisciplinarios donde muggles y magos podían compartir saberes sin prejuicios. Astronomía, alquimia, poesía, física cuántica, cocina encantada… todo era válido si había pasión.

Además, mantuve mi lealtad firme a la Orden del Fénix. El mundo, aunque en paz aparente, sigue necesitando guardianes del equilibrio. No lucho con varita todos los días, pero lucho con ideas, con puentes entre mundos, con educación.

Hoy, sigo escribiendo versos cuando me visita la melancolía, cocinando platos que sanan el alma, y observando las estrellas en busca de respuestas. Porque para mí, la vida después de Hogwarts no fue el final de la historia… fue apenas el primer capítulo real.

:milky_way: ~𝐕 𝐈 𝐃 𝐀   𝐀 𝐌 𝐎 𝐑 𝐎 𝐒 𝐀~ :milky_way:

Mi relación con Velvet Nocturne comenzó de una manera tan inesperada como el roce entre dos elementos opuestos. Ella, una Slytherin con su misterio y dureza, y yo, un Ravenclaw con mis ideas soñadoras. A veces nos mirábamos como si fuéramos dos imanes que no podían dejar de atraerse, pero siempre parecía que había algo más detrás de esa atracción que una simple amistad. Nos encontrábamos, a menudo, en los rincones más oscuros del castillo, donde las sombras se alargaban con el paso del tiempo, y en esas sombras era donde las conversaciones más profundas nacían.

No empezó con gestos grandiosos ni con promesas de amor eterno. De hecho, comenzó con algo tan simple como una broma en los pasillos de la escuela. Recuerdo como si fuera ayer cuando Velvet, en su tono mordaz y sarcástico, me desafió a un duelo de ingenio. Las palabras volaban, pero era claro que en cada uno de nuestros intercambios había algo más que competencia. Había una chispa.

Velvet, con su actitud fría y calculadora, no permitía que nadie viera su verdadero yo, pero cuando estábamos a solas, pude ver el lado más vulnerable de su corazón, esa chispa de duda que pocas veces mostraba. La magia de Slytherin no solo radicaba en su astucia, sino en la manera en que lograba envolverse en misterio, y yo, atrapado en su juego, quería desentrañar cada capa.

Un día, después de una misión de La Orden del Fénix, la encontramos en el Bosque Prohibido, ambos vigilantes de las sombras. El susurro de las hojas caídas y el eco de nuestros pasos nos envolvieron. No era una confesión grandiosa ni un amor a primera vista, pero fue en ese silencio compartido donde entendí que no necesitábamos palabras para conectar. Aquel fue el primer paso en lo que se convertiría en algo más.

Nuestra relación no fue fácil ni sin conflictos. Los ideales de nuestra casa, nuestras diferencias de enfoque, siempre nos desafiaban, pero aprendimos a ver esos desafíos como lo que eran: oportunidades para conocernos mejor. Velvet era la chispa que podría encender la oscuridad de mi alma, mientras que yo era la calma que necesitaba su tormenta. Nos complementábamos en la manera más intrigante.

A veces, todo se reducía a miradas furtivas durante los banquetes o susurros a media noche mientras observábamos el cielo estrellado. A veces nos peleábamos por pequeñas tonterías, como cuál de las casas tenía más potencial en un duelo, pero al final del día, esos desacuerdos solo alimentaban lo que crecía entre nosotros.

No tuvimos una historia de amor convencional, y quizá nunca la tengamos. Pero sé que lo que compartimos es real y poderoso. Cada momento a su lado, cada desafío superado, cada mirada furtiva, se convirtió en parte de una historia que nunca necesita ser contada en voz alta. Velvet y yo tenemos algo especial, algo que no se puede definir con palabras simples, pero que sé que es más fuerte que cualquier hechizo que haya lanzado en Hogwarts.

:milky_way: ~𝐎 𝐑 𝐆 𝐀 𝐍 𝐈 𝐙 𝐀 𝐂 𝐈 𝐎́ 𝐍~ :milky_way:

Desde que la guerra contra las fuerzas oscuras comenzó a tomar fuerza, la lealtad de mi corazón nunca estuvo en duda. Siempre me sentí llamado a luchar del lado de la luz, a ponerme de pie junto a aquellos que defienden el bienestar de todos, sin importar su sangre. Es por eso que cuando me ofrecieron la oportunidad de unirme a la Orden del Fénix, no dudé ni un segundo.

La Orden fue mi hogar después de Hogwarts. Aunque muchos de mis compañeros de estudios seguían sus propios caminos, la lucha contra los mortífagos y las fuerzas oscuras me atraía más que cualquier otro desafío. Mi madre, aunque nunca me lo dijo explícitamente, siempre me apoyó en esta decisión, pues sabía que era mi destino ayudar en la lucha contra aquellos que querían destruir lo que tanto valoraba. Mi padre, por su parte, aunque muggle, siempre me transmitió su confianza en mi habilidad para navegar entre estos dos mundos. La magia y la ciencia, tan diferentes, se unían en mi propósito.

Formar parte de la Orden del Fénix no fue fácil. Muchos de nosotros éramos jóvenes, con poca experiencia en la batalla real, pero teníamos algo que los demás no: un fuego inquebrantable, una determinación que no se apaga. Recuerdo las primeras misiones como si fueran ayer, mis compañeros y yo alzando nuestras varitas con la esperanza de marcar la diferencia. Velvet Nocturne, mi amiga de Slytherin, siempre estuvo a mi lado, y juntos nos apoyábamos mutuamente para mantener el rumbo claro, incluso cuando todo parecía desmoronarse.

La Orden se convirtió en un refugio para los que deseábamos que el mundo siguiera siendo un lugar en el que las diferencias de sangre no importaran. Nos unía un lazo más profundo que las casas o las creencias: la necesidad de proteger a todos los que amábamos.

Mi lealtad está con la Orden, no solo porque crea en su causa, sino porque he visto la dedicación y el sacrificio de sus . Son ellos los que han mostrado lo que realmente significa luchar por la justicia. A pesar de las dificultades, de las heridas y las pérdidas, mi compromiso con la Orden del Fénix sigue siendo firme, porque sé que solo juntos podremos derrotar la oscuridad que acecha en las sombras.