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About

⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ 𝖮𝗁, 𝗆𝗎𝖾́𝗋𝖽𝖺𝗀𝗈 𝖽𝖾𝗅 𝖼𝖺𝗈𝗌, ⠀ ⠀ 𝗎𝗇𝗂𝖾𝗇𝖽𝗈 𝗒 𝗌𝖾𝗉𝖺𝗋𝖺𝗇𝖽𝗈
⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀
⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀
⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ 𝐿ucien 𝒟edworth ⠀ 𖧦 𝒮aret 𝒜very ⎯⎯⎯⎯ 𝘕𝘢𝘷𝘪𝘥𝘢𝘥⎯ 𝘌𝘯𝘦𝘳𝘰
⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀
⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ꨄ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀

⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀   ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀

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⠀ ⠀ 𝔓𝗋𝖾𝗅𝗎𝖽𝗂𝗈

𝘚𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘰𝘳

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En el mundo mágico el amor

puede verse   afectado   por

todo lo que lo rodea. La ma-

gia sigue siendo una forma

de   contención,   expresión,

fuerza o miedo,   y afecta a

todo mago o bruja que ose

pasar a través de ella por el

amor.         Conocemos en el

mundo    mágico    hechizos,

pociones y elementos que

están relacionados al amor:

sea    porque   es los que los

mueve o sean el fin del mis-

mo.    Pero no todos pensa—

mos en el amor de la misma

manera, ni todos podemos

controlar ese impulso. Dime

lector,      para ti,   ¿qué es el

amor, una fuerza imparable?

¿O una    condición humana

que nos ata? ¿Es puramente

romántico? O, quizás, ¿crees

en otras        almas gemelas?

Sea como sea,      alguna vez

nos hemos     visto envueltos

en esa búsqueda.       Y otras

veces, simplemente llega.

⠀ ⠀ ℭ𝖺𝗉𝗂́𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖨: 𝖨𝗇𝗂𝖼𝗂𝗈𝗌

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⠀ ⠀ El día era frío, pero era normal, la

Nochebuena había dejado una capa de nieve

por todo Londres. Da igual lo que digan, uno

nunca se acostumbra al frío,     pues siempre

atacaba de una manera diferente,   fuera con

viento o que la noche hubiera   helado    todo

Londres a su paso.

⠀ ⠀ Para      Saret Avery    aquello no

era un problema,      la sensación térmica era protegida por su abrigo mientras iba camino

al   Ministerio de Magia,   estando en un viaje

formal y más bien familiar.        Su reputación

había hecho que fuera sencillo   encontrar a

la persona indicada mientras iba      mental—

mente repasando sus oraciones.       Cruzó el

umbral del Ministerio, y por un momento, ad-

miró la decoración que le acompañaba, tanto

mágica como no mágica.        Copos de nieve

caían sin manchar la ropa, pero dejando a su

merced una vista encantada       y cargada de

sentimientos.

⠀ ⠀ Tuvo que recordar el día, y pensó

en cómo les gustaba la Navidad a los britá⎯

nicos,    fijándose en algún       muérdago que

había por la gran sala,       resaltando     como

perlas rojas con la pintura y decoración más

neutra.

⠀ ⠀ Su momento duró poco,       pues

habiéndose quedado parado,     una persona

también cruzó el umbral,   chocando y des⎯

estabilizando    momentáneamente    al joven

Saret.      El cual,    en cuanto   recobró     sus

sentidos,     giró para hallar la persona la cual

había causado ese momento, algo molesto

por el golpe.

⠀ ⠀ ℭ𝖺𝗉𝗂́𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖨𝖨: 𝖤𝗅 𝗆𝗎é𝗋𝖽𝖺𝗀𝗈

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⠀ ⠀ Lucien Dedworth se había des⎯

pertado ese día con un solo objetivo:          en

búsqueda de una       ayuda concreta      en el

Ministerio de Magia.   Quizás en el departa⎯

mento de Misterios,    o intentando encontrar

un nombre que había aparecido en su cabeza

sin ningún tipo de sentido,   y ya había sido el

colmo de sus lagunas.

⠀ ⠀ Se movió por   la nieve    como si

volara sobre ella,      estando acostumbrada a

ese clima,      lo que le hacía sencillo moverse

por Londres.   Su mente estaba dispersa, y ni

siquiera había realmente   comprendido   ni la

fecha cuando se había embarcado en su ayu-

da. Iba mirando del suelo al cielo y mordiendo

su carrillo mientras una voz le decía que pa⎯

rara o que   pensara   en una mejor manera de

hacerlo.       Respirando hondamente, cruzó la

entrada al ministerio enérgicamente, lleván⎯

dola más bien cerca al chocar con alguien en

tres pasos.

⠀ ⠀ Cayó y maldijo    a la persona por

lo bajo,       sin contener sus sentimientos tan

caóticos en los últimos días y   levantando su

mirada para poder   insultar dignamente   a la

persona que se había       interpuesto     en su

camino, pensando          ‘¿a quién se le ocurre

detenerse en mitad de la entrada?’

⠀ ⠀ Sin embargo,        sus emociones

cambiaron sin poder ni siquiera darse cuenta

de ello, cuando su mirada se quedó atrapada

en los ojos del joven el cual el destino había

hecho que se juntara con él.

⠀ ⠀ Su mirada      recorrió lentamente

los del joven    y sintió un rubor     alcanzar su

mente en cuanto se dió cuenta de que se ha-

llaba en el suelo         mirando al desconocido

como si se tratara de la pintura más bella que

hubiera visto nunca.     Carraspeó y aceptó la

mano del desconocido mientras se alzó.

⠀ ⠀ ⎯Gracias,     ⎯su voz fue lo más

suave posible mientras   observaba al joven y

seguía teniendo su mano entre la suya⎯    no

estaba atenta, perdóname. Debería…

⠀ ⠀ ⎯No.         ⎯le cortó él, dándose

cuenta en el momento de cómo había sido de

cortante y apretando la mano con algo de in-

comodidad por   sus sentimientos repentinos.

⎯Quiero decir, no debería haberme detenido

en la entrada.    ⎯Fácilmente se recompuso y

estirar su mano a modo de saludo.⎯          Me

llamo Saret… Saret Avery.

⠀ ⠀ La sonrisa de   Lucien     fue sutil,

pero deslumbrante      mientras apretaba     la

mano al joven Saret. ⎯Yo soy Lucien. Lucien

Dedworth.⎯ Se quedó unos momentos ad⎯

mirando el momento,             viendo al joven y

sintiéndose hechizada     momentáneamente,

hasta que se dio cuenta de la situación    y rió

de nuevo. ⎯Bueno. Creo, creo que debería…

Seguir.

⠀ ⠀ Saret asintió mientras se alejaba

un paso de ella. Afirmando la situación y dis-

culpándose de nuevo          por ese momento.

Lucien le miró unos instantes,    y tratando de

evitar ese momento, alzó su vista, viendo uno

de los muérdagos decorativos del   Ministerio

justo encima de donde estaban. Sin pensarlo,

se acercó a él y le dio un pequeño beso en la

mejilla, cortando el monólogo de Saret.

⠀ ⠀ ⎯Bueno, Avery,         espero que

coincidamos de nuevo.

⠀ ⠀ Lucien fue alejándose de la es⎯

cena hasta escuchar la voz del    joven yendo

hacia ella e invitándole a un café, por ser tan

pronto, algo que Lucien aceptó. Y ahí debe—

rían haberse dado cuenta ambos de que algo

no iba bien.    Ni Avery el ser tan extrovertido,

ni Lucien ser tan complaciente         (más aún

cuando tenía un objetivo claro).

⠀ ⠀ Y es que los jóvenes habían su—

frido un error de los Inefables del Ministerio,

los cuales habían, sin darse cuenta, usado un

muérdago encantado               para decorar el

Ministerio.     En menos de una hora se darían

cuenta del error e irían a solucionarlo.

⠀ ⠀ Pero    Avery y Dedworth tenían

todavía una hora.

⠀ ⠀ ℭ𝖺𝗉𝗂́𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖨𝖨𝖨: 𝖳𝗋𝖺𝗀𝖾𝖽𝗂𝖺𝗌, 𝗍𝗋𝖺𝗀𝖾𝖽𝗂𝖺𝗌

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⠀ ⠀ La mañana había dejado de pa—

recer tan fría.      El café, con la compañía del

otro era suficiente para     mantener a ambos

jóvenes ensimismados en su     conversación.

Saret contaría un chiste y Lucien        se reiría

mientras piensa en uno con el que hacer que

el joven sonriera, aunque no era difícil,   pues

solo con ver a la joven           sentía como sus

mejillas dolían.

⠀ ⠀ ⎯¿Estudiaste en Durmstrang?⎯

Lucien no podía parar la curiosidad que arre-

metía contra su mente. Mientras Saret inten—

taba contestar poco,         su estancia fue algo

caótica, aunque eso no les impidió unirse más

por sus historias.

⠀ ⠀ ⎯Y tú, ¿Hogwarts?⎯         Lucien

sonrió y asintió.     Contándole su experiencia,

incluyendo las lagunas que   poseía de vez en

cuando de su asistencia.     Sentía la conexión

traspasar un nivel físico, y sabía que Saret se

sentía igual.              ⎯Sí, definitivamente eres

Slytherin, ¿qué casa crees que podría ser yo?

⠀ ⠀ Lucien se mordió el labio mien⎯

tras pensaba, acabó sonriendo:               ⎯Me

encantaría decir que fueras    Slytherin, y que

nos uniera algo más, pero creo que eres más

de Ravenclaw…⎯       Lucien hizo un gesto de

tristeza falsa cuando acabó la frase,   y antes

de poder cambiar de tema,       Saret unió sus

manos.

⠀ ⠀ No es que antes hubieran notado

el ambiente del bar, pero ahora resultaba im—

posible desprenderse el uno del otro.   ⎯Creo

que ya nos une algo más.⎯         Y Lucien solo

pudo asentir,          ¿qué podría ser, más que el

destino?     Una voz le dijo algo, pero se ahogó

en sus sentimientos.

⠀ ⠀ ⎯Tienes razón. Y creo que po⎯

dríamos seguir uniéndonos.⎯       Lucien hizo

una pausa,   mientras decía mirar la mano del

joven y hacer        patrones en ella con su uña.

⎯Sabes, siempre quise ir a    Oslo,         ⎯dijo

recordando levemente la historia del joven,⎯

quizás… Y solo quizás, alguien podría hacer—

me un tour por la zona.

⠀ ⠀ Él rió. Y pronto una sonrisa dulce

le contó algo melancólico, y Lucien no quedó

atrás.         Y antes de que se dieran cuenta, la

historia familiar,    aquella que no se atrevían a

compartir con nadie, era como si fuera la con-

versación más sencilla cuando estaban juntos.

Algo     tan repentino pero necesario por parte

de ambos.

⠀ ⠀ ⎯Quizás aquello es donde de⎯

bes indagar, en tu familia biológica.   ⎯Lucien

asintió.      Y siguió la conversación de la única

manera que se sentía segura:

⠀ ⠀ ⎯No quiero hacerlo sola.

⠀ ⠀ ⎯No tienes por qué. ⎯La mirada

de Saret era genuina.          Y sintió como eran

verdad aquellas palabras. Como si realmente

fueran amigos   desde hacía más de seis años

y no acabaran       de cruzarse sus vidas hacía

una hora.    Antes de poder seguir apoyando a

Lucien, un hombre interrumpió su burbuja.

⠀ ⠀ ⎯Disculpen.⎯ Aquella voz sonó

grave,        y pese a los efectos del muérdago,

ambos se   dieron cuenta de que algo iba mal,

estando, también extrañamente, dispuestos a

ayudar. ⎯Necesito que me acompañéis.

⠀ ⠀ Aquello les detuvo,      pero antes

de que pudieran decir algo,        el hombre les

explicó que era un asunto del Ministerio. Y ahí

no cupo duda alguna.

⠀ ⠀ Ambos aceptaron, siendo lleva—

dos al Ministerio       y pasando por la entrada,

pudieron notar que parecía    más caótica que

esta mañana.        Fueron llevados a la novena

planta y a una sala,     viendo a gente salir una

detrás de otra,       cada uno con una emoción

diferente en su rostro,    haciendo imposible a

ninguno de los jóvenes    entender   qué podía

ocurrir.

⠀ ⠀ Y quizás lo hubieron      preferido

así,      cuando en la sala se les ayudó a quitar

ese encantamiento del muérdago. Dejándo—

les como          si fueran extraños en su propio

cuerpo y lejos de poder sentirse cómodos en

esa sala. Se les explicó la situación y se dis—

disculparon por las molestias,    avisando que

sus citas serían reprogramadas.

⠀ ⠀ La salida a la planta,           ambos

yendo al lado del otro,     con miedo de que el

otro saliera corriendo y       con más miedo de

que no lo hiciera alguno. Esperando al ascen-

sor, fue cuando Lucien habló:

⠀ ⠀ ⎯Lo siento.          ⎯ Avery hizo un

sonido de queja, pero ella le detuvo.⎯     Debí

mirar por donde iba.

⠀ ⠀ ⎯No.     ⎯Negó Avery con fuerza.

⎯Siento haberme      quedado en medio de la

entrada, debí…

⠀ ⠀ ⎯Seguramente,     ⎯interrumpió

Dedworth⎯ el muérdago ya había… comen⎯

zado a hacer efecto.

⠀ ⠀ Pese al   sonido      del elevador y

y zapatos cruzando la zona,   ambos sintieron

ese silencio.         Desolador, tan inquietante y

gélido. Cortante. Y no debía de doler, al saber

que había sido solo por un muérdago.      Pero

aquello es lo que más le dolía a Lucien. Tragó

saliva,            entrando al elevador y mirando a

Avery una última vez a los ojos.

⠀ ⠀ ⎯Iré en el siguiente.      ⎯Lucien

asintió,      y antes de que cerrara el ascensor

Avery lo detuvo,        con un claro conflicto en

su rostro que solo   aumentaban las ganas de

llorar de Lucien.   ⎯Para mí… Sí que se sintió

como amor real.

⠀ ⠀ Dejó que se cerrara   el ascensor

y mientras bajaba, Lucien solo murmuró.

⠀ ⠀ ⎯Para mí también.

⠀ ⠀ ℭ𝖺𝗉𝗂́𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖨𝖵: 𝖱𝖾𝖾𝗇𝖼𝗎𝖾𝗇𝗍𝗋𝗈𝗌

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⠀ ⠀ Año nuevo era siempre difícil,   el

frío era más pesado que de costumbre,        y

Londres parecía más callado que de costum-

bre. Aunque Lucien,    desde hacía menos de

un mes, siempre se sentía así.     Vagando las

calles   y buscando entre la multitud un rostro

que había perdido por un error.

⠀ ⠀ Se encaminó a    la cafetería    de

ese fatídico día, esperando que algo le recor-

dara a su compañía perdida,    o quizás,   si el

destino lo creía posible, cruzarse con él.

⠀ ⠀ Se sentó          en la misma mesa,

apartada del centro de la sala     y cerca de la

ventana, donde podía irar la nieve y a los

pocos transeúntes.     Pidió un café y abrió su

cuaderno,     apuntando sobre algo que ya no

tenía tanto interés, sus pérdidas de memoria.

Habían sido menos constantes desde ese día,

quizás tuviese algo que ver.

⠀ ⠀ Sonó la campana,   y teniendo en

cuenta la soledad del momento del lugar, le—

vantó la mirada,   encontrándose con el joven

Saret Avery,         el cual había rezado volver a

juntar miradas.      Y ahora que estaba delante

suya, sentía que no le miraba como quería.

⠀ ⠀ ⎯¿Puedo?

⠀ ⠀ ⎯ Lucien asintió,      cerrando su

cuaderno y      moviéndolo a un lado para que

Løbrok tuviera su atención completa. Aunque

no hablaron hasta que        Avery pudo dar un

trago al café que había pedido.

⠀ ⠀ ⎯Esperé poder encontrarte aquí.

⎯Comenzó      Avery, aunque pronto necesitó

cambiar el tema, no quería empezarlo él. —La

verdad es que es el mejor café de la zona.

⠀ ⠀ ⎯Sí lo es.    ⎯Sonrió tristemente

Dedworth. ⎯Aunque más abajo hay mejores.

⎯Hizo una pausa,              recolectando valor.

⎯Podría un día llevarte.

⠀ ⠀ Avery          asintió y se quedó en

silencio.      Cuando iba a romperlo Dedworth,

Avery se quebró:                 ⎯Me voy mañana.

Vuelvo a Oslo.

⠀ ⠀ Lucien se quedó callada.         Así

que Avery continuó,        no entendiendo qué

emociones eran las de la joven.

⠀ ⠀ ⎯Ya terminé    hace una semana

lo que debía hacer.     Solo… estuve haciendo

tiempo. Este era mi último día esperando.

⠀ ⠀ ⎯Gracias,     ⎯su voz fue lo más

suave posible mientras   observaba al joven y

⠀ ⠀ ⎯ ¿A qué?

⠀ ⠀ ⎯ ¿Un milagro? No lo sé.

⠀ ⠀ Dedworth     se mordió el carrillo,

y le tembló la voz:      ⎯Yo estuve viniendo de

vez en cuando.        Esperando poder volver a

verte. Y ahora que estás aquí…                ⎯Rió

amargamente.

⠀ ⠀ Se quedaron en silencio, mien⎯

tras ambos organizaban sus palabras.         El

tiempo pasaba agónicamente rápido para los

jóvenes,       temiendo perder algo que nunca

había existido, al menos genuinamente.

⠀ ⠀ El uno y el otro       sabían que no

hubiesen               reaccionado así de ser real.

Hubieran peleado o pasado de largo del otro,

ignorando      las puyas     que pudieran haber

salido.          Y sin embargo, no podían ignorar

cómo se           habían sentido en el momento.

¿Debían realmente dejarlo pasar?   Era lo más

cerca que habían estado ambos de una co⎯

nexión así.         Intentarlo podría ser su mayor

victoria. O quizás su mayor derrota.

⠀ ⠀ Por    no hablar del miedo que les

plagaba el pensar que el otro se hubiera a⎯

rrepentido, después de tanto tiempo, de esa

hora.

⠀ ⠀ Omitiendo el miedo,     sus voces

trataron de luchar por     un nuevo intento a la

vez.

⠀ ⠀ ⎯Gracias,     ⎯su voz fue lo más

suave posible mientras   observaba al joven y

⠀ ⠀ ⎯¿Quieres seguir enseñándome Oslo?

⠀ ⠀ ⎯No tienes porqué estar sola.

⠀ ⠀ Ambos rieron suavemente,   y no

hubo más palabras de consuelo.    Lucien fue

la primera que se levantó,        instando a que

Saret hiciera lo mismo con un gesto,     y dejó

en la mesa, despidiéndose del camarero con

alegría.

⠀ ⠀ Ambos salieron del local. Juntos.

Buscando una mejor manera de comenzar su

historia.

⠀ ⠀ 𝔈𝗉𝗂́𝗅𝗈𝗀𝗈

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Si quieres ser amado,    ama.

La búsqueda del amor siem-

pre puede abrir nuevas pu—

ertas, aunque a veces no sea

la que queremos.

Y como diría     David Bowie:

‘Y el amor te desafía a cui—

dar a la gente al borde de la

noche.   Y el amor te desafía

a cambiar     nuestra manera

de preocuparnos por noso—

tros mismos’.

──────────────────   ────

Gracias por leer <3

#DM

#MuérdagoDelCaos

#YearOfTheSnake

Personajes:

Lucien Dedworth

&       Saret Avery

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