En el hogar de Schalltier se habla continuamente sobre las gestas de su notable primo, el actual líder de la familia Bloodfallen. El rey Crucifix se ha encargado de ser un emisario del Apocalipsis, una eminencia para los malignos. Con hazañas tales como haber reducido el número de vampiros indignos en el globo, aumentado el de sus adeptos y haber expandido su ejército de las tinieblas,en secreto a ojos de los habitantes de la superficie, teje, para su reino, que no está en este mundo, su plan ”Noctis Aeviternus„ (la noche eterna) y emociona el fervor de sus seguidores.

Se sabe que tras la masacre del clan real Bloodfallen, Yrám, la única superviviente, dio a luz a un hijo antes de morir, ese hijo se llamaría Crucifix, el heredero del odio de su ascendencia y el encargado de restituir a su clan y continuar con su misión de conquistar el mundo mágico bajo ideales de supremacía vampírica. Lo no sabido era que la hermana menor de Yrám, tan sólo siete años mayor que el emperador reinante, también sobrevivió, pero permaneció oculta en Rumanía con los Drăculeşti hasta que conoció a un acaudalado empresario con el que se enamoró, casó, y con quien posteriormente engendró un retoño. Esta hermana, de nombre Smile, sólo pudo volver a usar públicamente su apellido original una vez que Crucifix le devolvió a la familia estatus alto. Más que agradecerle, Smile acabó divinizando a su sobrino. Su esposo —también partidario del clan— y ella son representantes activistas del clan Bloodfallen, y con su etiqueta organizan misas negras, reuniones y aquelarres en su palacio, e invitan a otros nombres de peso en la comunidad mágica para establecer más conexiones y alianzas, mismas que al día de hoy se esparcen por todos los continentes. Schalltier, que a menudo se pasea como un alma errante por estas celebraciones en las que se hacen cosas que ningún niño debiera de contemplar a su edad pero que son efectos a los que ya está acostumbrado puesto que sus padres nunca se los han censurado, es señalado por un factor común entre quienes lo miran:

«¡Pero luces idéntico a Él!»