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:date: 09/11/2013; :earth_americas: Itomori; 🌙9:31; :iphone: ⇆28%
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•こんにちは•
•ᴷᵒᶰ'ᶰᶤᶜʰᶤʷᵃ•
• » ᴍᴀᴛsᴜᴋᴏ ʜᴇʀᴇ! « •
⌠ •❅──────✧✦✧──────❅• ⌡
ㅡ :seedling: ﹏﹏
✦ Don't be
✧ afraid my
✦ little angel
︿︿︿︿︿︿︿︿( :strawberry: )︿︿︿︿︿︿︿︿
¡Hola personitas de IA! ¿Cómo se encuentran
el día de hoy? Espero que todo vaya bien. No
te preocupes, no te estreses. Mañana será un
nuevo día ^^
El día de hoy traeré OTRO os, pq es lo que
mejor sé hacer :yum: :+1: DECÍA ESO VIERON?
Espero que les guste y, sin más rodeos,
¡comencemos con esta historia!
—Mucho gusto, soy Shin Ryujin. —aquella oración hizo eco en el ambiente. El salón de clases se encontraba en silencio y los alumnos a la espera de lo que pudiera hacer la chica nueva.
—Señorita Shin —anunció su nueva maestra—, esperamos que reciba una cálida bienvenida por parte de sus compañeros.
—Estoy segura de que así será, maestra —dicho esto, hizo una pequeña reverencia y procedió a sentarse en uno de los asientos vacíos del salón.
Las ventanas apuntaban un día soleado y con unas cuantas nubes color nieve. Era agradable a la vista, y muy tranquilo de ver. Dejando esta vista de lado, Hwang Yeji, líder de la clase, se centró en sus estudios y decidió concentrarse en lo que su maestra explicaba.
De acuerdo, lo intentó, pero no obtuvo resultado alguno.
Su mirada, por más fijada en el pizarrón que estuviera, no se relacionaba en nada con lo que en sus pensamientos andaba. ¿Quién sería aquella chica de cabellos rubios? Aquella chica con el cabello tan largo como sus hombros se lo permitían estaba sentada a no más de dos lugares lejos de ella. Yeji apartó la mirada del pizarrón y la posó sobre aquella chica nueva. Como por arte de magia, Ryujin levantó su mirada y se encontró con la de Yeji. Ésta, al verse descubierta, volvió su mirada al gran objeto rectangular para continuar prestando atención.
“Interesante”
Divagó tanto en sus pensamientos, que olvidó por completo tomar apuntes de su clase. Diablos, ahora sí se había metido en un lío. La campana anunció el receso, y junto a ésta, todos los alumnos y maestros abandonaron sus respectivas clases. Como si le hubieran lanzado un balde lleno de agua, Yeji despertó de su trance.
—Toma, te lo presto.
—¡Ah! —dio un brinco en su lugar. —Dios, no hagas eso, casi me da un ataque.
—Oh, lo siento, no era mi intención —rió ligeramente—. Pero vi que no tomaste ningún apunte, así que decidí prestarte los míos. ¡Si tú estás de acuerdo, claro!
—¿Me quieres dar tus apuntes?
—¡No tienes que aceptarlos si no quieres!
—¿Quién dijo que no los quería?
—Ah... de ser así, entonces... —le extendió su cuaderno— no son muy lindos, pero está organizado.
—¿Me estás diciendo que este es tu trabajo?
—Oye... no tienes que regañarme.
—¡Está perfectamente colorido y organizado! ¿De verdad no te gusta? —aquella caligrafía era imposible de olvidar. Simple pero linda.
Como si la pregunta incomodara a Ryujin, el silencio se hizo presente. Habían dos cosas mal en este momento. En primer lugar, Yeji jamás había actuado de esta manera con ninguno de sus compañeros debido a que su actitud denotaba algo de arrogancia y odiaba eso. En segundo lugar, ¡se había propuesto conocer a la chica nueva, no hacer que se ponga a la defensiva!
—De acuerdo, lo siento, no quiero que te lleves una mala impresión de mí. Déjame empezar de nuevo —suspiró Yeji.
Ryujin, quien tenía la mirada gacha, ahora la había elevado nuevamente.
—Gracias por los apuntes —sonrió—, te los devolveré tan pronto como termine.
—Está bien... no es nada —al parecer, aún se sentía intimidada por la previa actitud de la líder de curso.
—Me llamo Yeji, ¿Ryujin, verdad?
—Así es.
—¿Quieres ir a comer? Podemos ir juntas si gustas —dicho esto, le ofreció una cálida sonrisa.
—¿Estás segura? No quiero quitarte tiempo.
—¡Para nada! Es un gusto poder ir y conocerte mejor.
—¡De acuerdo!
—¡Genial! ¿Nos vamos?
Describir a Ryujin era complicado, pues ni la propia Yeji la terminó de conocer completamente. Lo único que sabía, era que ambas tenían diecisiete años, los padres de Ryujin casi nunca estaban en casa debido al trabajo, no tenía amigos a excepción de ella y tenía marcas de nacimiento alrededor de sus brazos y piernas. Similares a moretones, aunque no fuera el caso.
Es claro que Ryujin aún no confiaba completamente en Yeji. Pero, con el pasar del tiempo, la líder Hwang se abrió paso hasta su corazón y juntas formaron una buena amistad. Amistad que llegaría hasta el final de los tiempos.
—Oí que te llamaron para un concurso de canto. ¿Cómo se siente? —preguntó Yeji.
—Es mucho más estresante de lo que parece —dijo Ryujin arreglándose el cabello.
—¿Quién te enseña?
—Creo que era... Kim “algo”.
—¿Vas a clases de canto y no conoces a tu propia maestra? —se burló.
—Tengo mejores cosas en las qué pensar que escuchar a una mujer mandona —al parecer, había notado la gravedad de sus palabras y se corrigió—. No es muy agradable, es todo.
—¿En serio? Bien, no puedo decir nada debido a que no la conozco, pero, espero que no te sientas tan abrumada con eso.
—Ya lo estoy... —murmuró.
—¿Eh?
—Oh, no, nada, pensaba para mí misma —sonrió.
Ryujin no era particularmente alguien que hablara mucho sobre sí misma. En cambio, Yeji era alguien que le gustaba hablar sobre todo lo que le pasaba, sea bueno o malo. Eran polos totalmente opuestos, y aún así, lograron congeniar bastante bien.
Pasados los días, los ensayos de Ryujin se volvieron más estrictos y demandaba su completa presencia; motivo por el cual ambas chicas dejaron de verse seguido.
—¡Ryujin! —se acercó a la chica que mantenía una mirada apagada—, ¡hola! ¿Vamos a comer?
—¿Oh? —pareció despertar de su sueño y sus ojos brillaron con la mera presencia de su amiga—. ¡Sí, claro!
—¡Shin!
—¡Yeji!
Las mencionadas se dieron vuelta en direcciones opuestas, siendo Yeji llamada por una integrante del comité de liderazgo; y Ryujin por un grupo de chicas que estudiaban en su misma clase.
—Me tengo que ir —dijeron ambas al unísono y, sin embargo, el entusiasmo de una contrastaba con el miedo de otra. De esta manera, ambas se separaron y no volvieron a verse hasta esa misma tarde. La institución estaba casi vacía, los únicos que quedaban eran los líderes de cada clase y un pequeño grupo de alumnos de diferentes clases. Yeji salió del salón de juntas y empezó a buscar a Ryujin. Pronto, la encontró saliendo del salón de música en el cual tomaba sus clases de canto.
—Hey, lamento lo de esta mañana, el comité de liderazgo hizo una reunión sin previo aviso —se acercó.
—Tranquila. Yo fui a comer con mis compañeras —mencionó con indiferencia.
Yeji sería idiota si no se hubiera dado cuenta del tonto peinado que traía Ryujin. Su cabello ocultaba gran parte de su rostro, y jamás la había visto usarlo así. Decidió, entonces, preguntar para cerciorarse de que todo estuviera bien con su amiga.
—¿Tienes algo en el rostro?
—¿Por qué preguntas?
—Tu cabello te cubre casi la mitad de este, jamás lo habías usado así. ¿Te pasó algo?
—Oh, no es nada —calmó a la líder con una sonrisa.
—¿“No es nada”? ¿Puedo ver? —sin esperar una respuesta, Yeji apartó el cabello de Ryujin dejando ver un gran moretón en su ojo—. ¿¡Qué sucedió!?
—¡No entres en pánico! —se apresuró—. Cuando estaba por irme de la cafetería, una de mis compañeras me llamó mientras seguía caminando. Por distraída, me di un golpe contra la puerta —rio.
—Debes tener cuidado... —suspiró—. Ven, vamos a la enfermería, te pondré algo sobre eso. Ambas chicas caminaron al salón usado como enfermería para tratar el golpe de Ryujin; una vez allí, Yeji asumió todo el cuidado hacia su mejor amiga.
—Gracias... —dijo Ryujin casi en un susurro. Ese fue el principio del fin.
Los días siguientes a esos no fueron mejores. Ryujin, por alguna razón, terminó con una gran cantidad de vendajes al final de la semana. Yeji siempre sospechó, y Ryujin siempre aclaró. Toda palabra que salía de los labios de la rubia eran seguros, confiados y, sobretodo, tenían sentido. A Yeji jamás se le pasaría por la cabeza el hecho de que su amiga estaría viviendo un completo infierno el cual respondía al nombre de: “bullying”.
Un día en específico, Yeji se dirigió al salón de música para buscar a su amiga. El receso estaba apenas iniciando cuando de pronto escuchó gritos desde aquel salón. Al oír esto, creyó que se trataba de una pelea entre alumnos, por lo que Yeji –como una de las líderes del instituto–, con mayor razón aceleró su paso hasta llegar a su destino.
—¡Suéltala! ¡No está respirando!
—¡Bájala! ¡Estás loca!
Cuando la escena se le presentó, inmediatamente se sintió aterrada. La maestra de la cual Ryujin alguna vez se quejó, tenía dificultad en respirar y todo era debido a que su propia alumna se encontraba asfixiándola con sus manos. Su mirada denotaba resentimiento profundo. Yeji terminó enterándose de que la actitud que la maestra de canto tenía hacia Ryujin era simplemente denigrante. Nunca conforme con nada y siempre obligándola a repetir todo una y otra y otra vez.
“No es suficiente. Una vez más”
Ryujin volvió en sí y soltó a su maestra. Su cabeza volteaba en todas las direcciones encontrándose siempre con alumnos sujetando sus teléfonos frente a ella. El pánico pudo más con ella y decidió salir corriendo del salón. Antes de abandonar completamente el lugar y dirigirse a las escaleras, Ryujin y Yeji cruzaron miradas; una ocasión que no se volvería a repetir sino hasta días después.
—¿Yeji? —se acercó una de sus compañeras del comité de liderazgo. Habían pasado tres días desde el último encuentro entre Yeji y Ryujin y la líder se encontraba preocupada.
—Oh, Yuna, hola, ¿tienes noticias sobre Ryujin?
—No, lo siento... Pero, esta mañana llegó una carta para ti. La dejaron en el salón de líderes y creí que se trataba de algún asunto con los maestros —le extendió la carta—, pero vi que tiene tu nombre.
—¿Para mí? ¿De quién es?
—No lo dice. Tal vez sea un pretendiente, ¿quién sabe?
—Muy graciosa —ironizó—. Déjame darle un vistazo.
“Sé que hice muchas cosas mal. Sé que no fui la mejor. Sé que te esforzaste mucho para poder entablar una conversación conmigo. Sé que siempre te preocupaste por mí. Yeji, lamento tanto no habértelo dicho. Lamento no ser fuerte. Lamento no ser lo que esperabas. Lamento haberme dejado llevar por aquellas palabras hirientes. Pero ya no puedo soportarlo más. Gracias por estar siempre conmigo. Espero volver a verte”
Aquella caligrafía era imposible de olvidar. Simple pero linda. Era su letra y Yeji no tenía duda alguna.
—Ryujin... está aquí. —dijo suprimiendo sus lágrimas.
—¿¡Se va a tirar!? —escuchó risas detrás de ella. —¡Voy! ¡No me lo perdería por nada!
Sin pensarlo mucho, Yeji subió las escaleras de aquel edificio y corrió todo lo que pudo a fin de no perder a cierta chica rubia. ¿Quién diría que la líder Hwang tomaría cierto cariño por aquella don nadie?
Abriendo las puertas que daban a la azotea de par en par. La escena era la siguiente: un pequeño grupo de estudiantes se encontraba rodeando el pequeño muro que dividía a la vida y la muerte. Sobre este muro, se encontraba nadie más que Shin Ryujin dándole la espalda a los alumnos. Abriéndose paso, Yeji pasó por entre los alumnos y se posicionó tras la chica.
—No tienes que hacerlo —dijo Yeji.
—No tengo otra opción.
—Ryujin, puedo ayudarte, lo sabes más que nadie.
—Claro que lo sé —encaró a la líder—. Y es por esa misma razón. No quiero aprovecharme de ti.
—No te estás aprovechando de nadie. Puedo ayudarte... solo déjame hacerlo...
—¡Shin, solo lánzate! ¡Hazle un favor a esta institución!
—Gracias por nunca dejarme sola, Yeji —dicho esto, lentamente, Ryujin levantó sus brazos y se inclinó hacia atrás.
—¡Ryujin! —sin pensarlo dos veces, Yeji saltó también.
—¡¡YEJI!! —todos los alumnos presentes se acercaron al pequeño mural con el terror plasmado en sus rostros.
Una caída a corta altura no es algo riesgoso, pues el daño que provoca en la persona no es grave. Sin embargo, saltar desde un edificio de casi diez pisos era un tema muy aparte.
Ryujin se sentía ligera. El aire recorría todo su cuerpo y las lágrimas subían mientras ella bajaba. Pronto, divisó a Yeji pocos metros lejos de ella con la mano extendida. No pensó mucho las cosas, estaba acabando con su vida y con la de alguien completamente inocente. ¡Qué desgracia! Lo único que la reconfortaba era saber que ni aún en el final de su vida estaría sola.
Sonrió y tomó la mano de Yeji para, finalmente, ver todo de color negro. La consciencia estaba perdida y su vida acabada. Nadie sobrevive a una caída de tal magnitud, por lo que no hace falta describir lo obvio.
“En una próxima vida, nos volveremos a encontrar. Lo prometo”
JURO QUE VOY A DEJAR DE MATAR A LA
GENTE EN MIS ESCRITOS :sob: :sob: :sob: :sob: :sob:
Espero que les haya gustado esta historia,
gracias por leer y por haberse detenido en
esta publicación ^^
¡Nos vemos en el próximo blog! ¡Que estén bien!
⇘ : : @matsuko has logged out . . .
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Comments (7)
Perdón por llegar tan tarde :sob:
Pero AAAA Q TRISTE, ME ENCANTÓ :sob: :sob: :broken_heart:
NUNCA ME LLEGÓ LA NOTI DEL COMENTARIO AAAAAA
GRACIAAS :sob: :sob: :sparkles:
Responder a: Minny's rat ♡
:sob: :sob: :sob: :revolving_hearts:
Siemprepasaaminofeo
Responder a: 𓏲ᵎִֶָ 𝘣𝘭𝘰𝘴𝘴𝘰𝘮. ˚✦'
horrible :sob: :sob: :sob: :sparkles:
NOOOO PQ ME HACES SUFRIR ASÍ?
Btw, me recuerda a algo que yo también tengo en borradores y que debí haber publicado hace ya tiempo
esq es divertido
NOMENTIRA
Toca empezar a escribir cuentos felices
no prometo nada
pero sí :yum:
Pasa
Sí pasa
De repente pega el alzheimer y ni cuenta de que está ahí el borrador
⠀⠀
Matsuko's note:
Rescato que esta historia lleva DOS MESES en
borradores, así que si ven algo que no cuadra,
es por eso.
Igualmente traté de corregir todo lo que pude,
pero eso. Dejo el aviso por las dudas ^^
⠀⠀