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A Run For Luck | Lukadrien, Capítulo 2

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ml̲b̲a u̲se̲r̲s ꒰ ⁺ ₊ ꒱ to :: A 𝘕𝘌𝘞 BLOG

EL 𝘛𝘌𝘈𝘔 𝘔𝘌𝘎𝘈𝘝𝘌𝘙𝘚𝘌 ☇ 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗮 ★

᠁ su ⌗O6 𝐅𝐀𝐍𝐅𝐈𝐂 ະ A Run For L⃨u⃨c⃨k⃨

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⊹ ࣪ 𝅄 ιᥒtr᥆dᥙccι᥆ᥒ   ̟˖ ⁺ ₊

¡Hola MLBA! Somos otra vez el Team

Megaverse, esta vez con el segundo

capítulo de nuestro fanfic crossover

de MLB x Rapunzel.

Primero que nada, queríamos agrade-

cerles la   buena recepción que tuvo

nuestro tag ¡Gracias por participar, y

si todavía no lo haces, nos   morimos

por leer tu blog!

Esperamos que disfruten la lectura

tanto como disfrutamos escribiendo

el capítulo.

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   mlb×rapunzel 𔘓

   lukadrien 🫂 :cupid:

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A Run For Luck | Lukadrien, Capítulo 2-[c]
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El entorno familiar de Luka siempre fue errático y poco predecible. Desde bien entrada su vida, se vio constantemente sometido a emular el rol de padre para su hermana, sostén del hogar y el hombre de la casa para su madre.

Creció como un niño, y posteriormente, un hombre fiel a las mujeres de su familia, siempre teniendo que atravesar constantemente situaciones difíciles en las que solía estar envuelto su padre.

Su nombre era Jagged, un hombre que nunca estaba realmente presente y que parecía destilar un permanente olor a alcohol. Él fue quien le hizo comprender a Luka, desde una edad muy temprana, que si él no protegía a Juleka y a su madre, el mundo se encargará de arruinarlo todo.

Luka no cree en los simbolismos. No cree en ningún Dios, ni en señales divinas, ni mucho menos en el infierno. Sin embargo, cree que si alguna de esas cosas es real, entonces el favorito del diablo es Jagged Stone.

No recuerda ningún momento de paz dentro de esa casa. Entre su hermana constantemente enferma y las peleas violentas y borrachas que sus padres tenían casi a diario, Luka creció en el nicho de la hostilidad y la supervivencia.

Probablemente, la única persona con la que tiene una conexión profunda es con su hermana pequeña.

La vida era una rutina fortuita y borde. Su madre trabajaba encarecidamente en quién sabe dónde, siempre volviendo en distintos horarios, a veces muy cansada y otras demasiado triste como para dirigirle una segunda mirada a sus hijos más allá de verificar que Juleka no esté muriendo y Luka haya comido al menos un trozo de pan.

Era una vida triste, pero al fin y al cabo, era una vida.

Muchos años después, sentado solo en medio de la noche, Luka se dió cuenta que su madre estaba adentrada en lo que se llamaba “La profesión más antigua del mundo”.

Nunca pudo culparla. Honestamente, Él agradeció la voluntad de hierro que su madre tenía durante las mañanas para levantarse y traer comida a la mesa.

Por eso, cuando el invierno era letalmente frío y Juleka parecía toser tan fuerte que temía que sus pulmones salieran disparados por su boca, Luka soñaba con hacerse mayor y ayudar a su madre.

No tuvo que esperar mucho, porque cuando su inútil padre se metió en una deuda abismal, Luka tuvo que dejar su lugar al lado de Juleka y empezar a trabajar.

__

Recuerda vívidamente el día que todo terminó por explotar.

La noche había atrapado oscuramente el cielo cuando su padre irrumpió en la casa. Entró gritando enojado, quejándose del mal público que tuvo mientras cantaba borracho como una cuba en la taberna.

Luka supo en el momento que sus padres empezarían a pelear. Era una situación inminente, así que se plantó firme en una esquina de la habitación, rezando para que Juleka no oyera nada desde el dormitorio.

Anarka acababa de llegar de un turno particularmente largo de trabajo, había partido el día anterior a media mañana y regresado hace apenas unos minutos. Se encontraba en la cocina, sentada con los codos sobre la mesa y las manos sujetando su cabeza mientras contaba las monedas frente a ella. Había comido hace poco las sobras que Luka le preparó y tanto el plato como los cubiertos seguían a su lado.

No hizo falta decir mucho de parte de Jagged para que su madre respondiera enfurecida. Escuchó cómo peleaban por la deuda que crecía descontroladamente, por el alcohol que su padre metía a casa y la falta de empeño que ponía el hombre por la familia.

Su padre no se quedó atrás y contestó con la misma ira. Se quejó de lo insoportable que era estar casado con ella; que se había demacrado con los años y que haber tenido hijos dejó su cuerpo destruido. Lamentó con odio la condición enfermiza de Juleka y expresó con disgusto que nadie en esa casa apreciaba lo talentoso que era.

Fue rápido, pero también lo suficientemente lento.

La pelea no tardó en volverse física, y el pequeño Luka corrió a resguardar la puerta de la habitación donde su hermana menor descansaba.

Era mejor prevenir que lamentar.

Debió suponerlo, pero no vio venir que la irritación de su madre había llegado a un punto sin retorno, y cuando Luka decidió volver al epicentro de la pelea, se encontró con la mirada de su madre cargada de la angustia y rabia acumulada durante una década.

Fue un movimiento rápido y contundente, empleado con el mismo cuchillo que su madre ocupó para untar la mermelada rancia sobre el pan que cenó. Fueron unos cortos segundos de violencia en donde Anarka se desconectó del mundo y recobró todas sus fuerzas para saciar su ira.

Luka no pudo aislarse del momento hasta que escuchó los pasos de su hermana por el pasillo.

Ese fue un error que lo perseguirá toda la vida.

Jamás olvidará el grito ensordecedor que pegó Juleka.

El ruido, naturalmente, alertó a la gente que caminaba esa noche por la calle. Los guardias tocaron la puerta poco después, y Luka, todavía conmocionado, apenas pudo ocultarle a Juleka como se llevaban a su madre.

Nunca olvidará el rostro pálido de Anarka carcomido por el colapso, la miseria y el cansancio.

Él abrazó a su hermana durante el resto de la noche, repitiendo como un mantra que su madre había tomado la mejor decisión.

___

Luka no era ajeno a la orfandad.

Vivía en una parte de la ciudad demasiado pobre, donde los niños mendigaban por una fruta al borde de la descomposición y los padres abandonaban a sus hijos cuando el dinero escaseaba.

Las cosas se pusieron complicadas cuando su madre fue encarcelada y su padre falleció, traspasando la deuda.

Primero perdieron la casa.

Tuvo que venderla para escapar de la deuda que su padre les dejó. A cambio, Luka pidió alojamiento en la taberna en la que trabajaba. Y aunque Juleka ahora tenía un lugar estable donde dormir, Luka debía levantarse de madrugada y dormir pocas horas para pagar su estancia.

La dueña de la taberna era una mujer cuarentona, muy vanidosa y super codiciosa. Él la respetaba, era una persona que impedía a toda costa que se pasaran de listos con ella, y a su vez, la mujer respetaba lo aferrado que estaba Luka al bienestar de su hermana.

La primera vez que robó, él se encontraba barriendo y limpiando mesas cuando notó que el collar de una de las clientas estaba ligeramente desabrochado.

Fue un movimiento arriesgado, pero Luka tenía once años, un hambre voraz y Juleka había tenido fiebre la noche anterior.

Su mano se deslizó rápidamente y el collar aterrizó a salvo en su bolsillo.

Puede que ningún cliente lo haya visto, pero cuando Luka se giró sobre sus talones para seguir con la limpieza, vio como la dueña lo miraba fijamente.

Más tarde ese mismo día, la dueña le indicó en voz baja dónde vender el collar. Y él, como agradecimiento, le dió una parte del dinero. Si alguna vez la clienta a la que le robó intentó denunciar el robo, la dueña de la taberna nunca dejó que las pistas apuntaran a Luka.

Pronto se volvió una rutina. Luka robaba, la dueña le daba una nueva y mejor dirección donde vender los artilugios y Luka volvía con el dinero para repartirlo. La mujer agradeció protegiendo a su más fiel empleado y nunca lo delató con los guardias.

Con el paso de los años, aunque Luka no había logrado alquilar una habitación separada de la taberna, se encontraba satisfecho y agradecido con la bondad de la dueña. El tiempo y el trabajo duro -además del robo ocasional- le permitió comprar mejor comida y medicamentos básicos para su hermana.

Otro cambio considerable fue la amistad que surgió entre su hermana Juleka y la hija del pianista de la taberna, Rose. La pequeña rubia fue una alegría en el corazón de su hermana, y con el pasar del tiempo, esa preciosa amistad se transformó en un romance dulce e inocente.

Con diecinueve años, Luka creía que las cosas finalmente estaban a su favor.

Debió saber que la vida no podía ser tan sencilla durante tanto tiempo.

El cambio brusco de temperatura fue lo que le sentó inesperadamente mal a su hermana. La llegada del verano fue casi letal. Con días calurosos y secos, Juleka contrajo una enfermedad terrible que la debilitó al punto de no poder salir de la cama.

Luka llegó a un punto donde la rabia y la desesperación eran respirables a su alrededor. Aunque ahora tenían más dinero que antes, el costo de los médicos y las medicinas especializadas seguían siendo demasiado elevados como para poder permitírselos.

Mientras pensaba, desesperado, con la cabeza le dándole vueltas y el bilis se le subiendo como un forajido por su garganta, se da cuenta de cuál sería el final si no hacía algo para obtener más dinero.

No podía perder a Juleka, no como perdió a su madre.

Había muchas cosas imposibles que Luka deseaba. Quería que él y su hermana pudieran recibir educación, quería comprarle vestidos y diademas de flores a Juleka todas las quincenas, quería tres comidas calientes y abundantes todos los días sin tener que contar el dinero para vivir, y sobre todo, quería construirle a Juleka una pequeña casita en el bosque con un columpio. Sin embargo, no existía cosa que quisiera más que la salud de su hermana.

La quería viva, bien y feliz, preferiblemente con Rose, columpiándose en el medio del bosque mientras Luka cocina el almuerzo.

Supo en el momento que vio a su hermana toser destrozada en su cama que debía tomar cartas en el asunto.

____

Luka sabía perfectamente que cuando el dinero escaseaba y robar traería lo suficiente como para vivir un día más, la dueña de la taberna se convertía en una apuesta segura. Así que cuando le preguntó dónde y quién, ella le recomendó a dos tipos que vestían el hurto y la violencia como una segunda piel.

De por sí, la taberna en el empobrecido centro de la capital era un lugar cadavérico y menesteroso. Las paredes de piedra respiraban la suciedad de las calles, los niños arrastraban por comida, las mujeres se pegaban a los guardias que hacían vigía y el olor a descomposición y humedad era nauseabundo, sin mencionar que parecía enfermar cada vez más a Juleka.

No obstante, nada lo preparó para lo que vió cuando entró al pabellón de la casa de compañía.

Era un edificio grande con velas de papel rojas adornando la fachada, pintado del suelo al techo de colores chillones. Afuera, muchachas bien vestidas sonrían aduladoras para captar la atención de la clientela. Dentro, era una escena insostenible.

Escuchó desde gritos hasta súplicas, el alcohol brotaba como un río de la boca de cada hombre y el semblante cautivado por la repulsividad parecía haber adoptado una posición permanente en las chicas que merodeaban inseguras por el establecimiento.

Luka tragó hondo y bajó la cabeza, ignorando con toda su voluntad apretada en su mano el terrible entorno. No podía evitar pensar en su madre trabajando ahí, hace menos de diez años. Todo para traer pan añejo a la mesa y sostener un techo sobre sus cabezas.

Por Juleka. Está aquí por Juleka.

No tardó mucho en encontrar a los hombres que la dueña de la taberna mencionó. Iván y Kim, dos ladrones que tenían una fama siniestra en el bajo mundo.

Se sentó al lado de ellos, con el pecho inflado tratando de aparentar más volumen y con los ojos tan fríos que se volvió impenetrable.

Él habló sobre la corona de un príncipe perdido de la cual la dueña de la taberna le dió información, sobre el mejor postor en el pueblo vecino y lo ricos que se harían si la vendían, sobre la intención de un viaje corto y glorioso. Ellos, a cambio, escucharon mientras intercambiaban miradas cómplices. Luka podrá no haber estudiado, ni aprendido a leer o a tocar un instrumento, pero él era inteligente, y eso lo cambiaba todo cuando el ambiente se tornaba decisivo.

Supo que los tenía en la bolsa cuando le dijeron que partirían al día siguiente. El castillo quedaba a tres días de viaje, así que debían partir cuanto antes.

Volvió a la taberna con la mirada gacha y con el corazón encogido, desviando como un acróbata experto los pensamientos agrios de las mujeres del pabellón y concentrando su mente en que el dinero llegaría si las cosas salían como deben de salir.

Es su única esperanza.

Llegó mortificado, metió unas cuantas monedas en una bolsa que escondió en la ropa que llevaría mañana y el resto se lo entregó a la dueña de la taberna para asegurarle a Juleka diez días de comida y cama.

Luka miró a su hermana dormir con la respiración entrecortada por la enfermedad. La luna bañó la noche, permitiendo vigilar su entorno hasta que el cansancio y la culpa lo golpeó como un dique.

______

Días después, Luka corre frenéticamente con la corona resguardada en su bolso. Había logrado perder a Iván y a Kim hacía un tiempo, pero la molesta guardia real le seguía la pista y le pisaba los talones cada vez que creía que por fin estaba solo.

La adrenalina lo tiene emprendiendo una carrera desordenada por el bosque. Acaba de traicionar sin ni un gramado de arrepentimiento a dos hombres que podían partirlo por la mitad con un golpe.

Luka lo tenía previsto, no por nada se decía que era astuto. Si vendía la corona, tendría que repartir en tres el dinero, y sin contar que la mitad de su parte se la iba a entregar a la dueña de la taberna. Él solo necesitaba un chivo expiatorio, alguien que le ayude a entrar y que después asuma las consecuencias de esta misión suicida.

Lo había hecho bien, podía sentir la victoria jugando entre sus dedos mientras corría como un caballo de carreras entre los árboles y la maleza.

Pasados los minutos, cuando se distanció un poco de sus perseguidores, Luka bajó la montaña del bosque a zancadas veloces y cayó en una ladera verde, esquivando por poco a la guardia real, quienes pasaron de largo mientras él se escondía retorciéndose detrás de la oscuridad de unas lianas.

Retrocedió haciendo el menor ruido posible hasta que el camino entre las lianas cesó y el sol volvió a salir deslumbrante en el cielo. Luka se detuvo a observar su entorno, quedando maravillado al encontrar una torre alta e imponente justo en el medio del soleado prado.

La cabeza le punza del cansancio y sus músculos gritan del dolor una vez la adrenalina salió expedida de su cuerpo. De pronto, subir la torre que aparentaba estar abandonada, pero sin duda un buen refugio, sonó como una buena idea para descansar un rato antes de ir al siguiente pueblo para vender la corona y volver con su hermana.

No esperaba que al entrar a la torre, el dolor se incrementara al recibir un sartenazo en la cabeza.

El malestar terminó por asentarse, oscureciendo todo a su paso antes de tocar el suelo.

¡Vaya mierda!

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fin del capítulo número dos, continuará.

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꒰ ⁺ ₊ ꒱   ¡Gracias por leer! Esperamos que

les haya gustado, estaremos   publican-

do el capítulo   tres dentro de la próxima

semana si Dios quiere.

꒰ ⁺ ₊ ꒱ No olviden   pasearse por el perfil

del team, estamos planeando diferentes

dinámicas   y   blogs durante el mes. Se

despide atentamenteະ 𝘁𝗲𝗮𝗺 𝗺𝗲𝗴𝗮𝘃𝗲𝗿𝘀𝗲

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𝘴𝘦𝘦 𝙮𝙤𝙪 ⋱ soon 𔘓

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:copyright: redacción

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