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Bienvenidos a un blog especial :dizzy: ...,
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[IC]Bienvenidos a un blog especial :dizzy: ...,
[IC]¡mi primera pa](https://image.staticox.com/?url=http%3A%2F%2Fpm1.aminoapps.programascracks.com%2F7424%2F1745b1751960035a491ecbf3ed91bdc6b84a6f0ar1-1024-678v2_hq.jpg)
:point_right: Mito elegido: Mito de Eros y Psique :point_left:
Este es uno de los mitos, en mi opinión, más hermosos de la mitología griega, ya que habla sobre lo poderoso que puede llegar a ser el amor y de la belleza interior.
:point_down: PERSONAJES :point_down:
Psique: Marinette
Padres de Psique: Tom y Sabine
Hermanas de Psique: Chloé y Lila
Afrodita: Emilie
Eros: Cat Noir
Apolo: Viperion
Pitia: Juleka
Céfiro: Plagga
Pan: Nino
Hera: Ryuko
Deméter: Rena Rouge
Zeus: Jade Turtle
Águila de Zeus: Wayzz
Cancerbero: Guardaespaldas de Adrien
Hades: Hawk Moth
Perséfone: Mayura
Monstruos y otras criaturas:
villanos akumatizados/sentimonstruos
¡ :sparkling_heart: Que lo disfruten :sparkling_heart: !
Los gritos y aplausos no cesaban. Las ofrendas yacían justo delante del castillo. Cualquiera que no conociera ese lugar supondría que estaban adorando a una diosa, pero no era así. Los regalos y halagos no eran para un ser divino, sino para una hermosa princesa.
Marinette avanzaba lentamente. Ya estaba harta de tener que mostrar su asombrosa belleza a tantas personas como si se tratara de un trofeo sin vida. Si sus hermanas gozaran de tan sorprendente apariencia, de seguro pasarían sus días presumiendo y tratando de generar envidia sobre otras mujeres.
A diferencia de ellas, Marinette no solo era hermosa por fuera, sino también por dentro. Le gustaba ayudar a los otros y era común verla limpiando, sin que nadie se lo pidiera, santuarios de dioses abandonados.
-Observen, muchachos, ese impecable cuerpo y ese rostro tan perfecto -mencionaban los hombres, maravillados.
Marinette se sentía tentada de conversar con ellos, para así quizás entablar una relación y conseguir por fin un esposo, pero sabía que sería inútil, pues todos los que venían a visitarla estaban convencidos de que ella se trataba de una poderosa diosa a causa de su divina belleza y tenían miedo de desposarla.
El rey, su padre Tom, se le acercó por detrás. No la miró, simplemente se dirigió a todos los hombres que habían venido a visitar el reino.
-Muy bien, fue suficiente por hoy. -Le puso a su hija una mano en el hombro y la acompañó hasta el interior del castillo.
Su madre y sus hermanas estaban sentadas a la mesa del comedor.
-Miren quién llegó -se mofó Lila.
-La que se cree diosa -continuó Chloé.
-No me creo diosa -se defendió Marinette.
-No, pero esos inútiles te consideran una -dijo Lila-. Y, como nadie estaría dispuesto a casarse con una diosa, tú nunca obtendrás esposo y te quedarás sola, mirando cómo nosotras disfrutamos de los preciosos castillos y las abundantes riquezas de nuestros maridos.
Ambas rieron a carcajadas, pero Marinette no se quejó. Ya estaba acostumbrada a que la trataran así y había aprendido a mantener la boca cerrada.
-Ya basta, chicas -ordenó Sabine, su madre-. No es su culpa que posea esa belleza. Además, la apariencia no lo es todo. Marinette tiene un gran corazón, deberían aprender de ella.
-¿Pero no es verdad? -prosiguió Chloé-. Ella jamás conseguirá esposo, tendrá que permanecer sola lavando platos y barriendo el suelo. Además, no sirve para otra cosa. Lo único que hace es ayudar a personas que no conoce sin esperar nada a cambio.
-Bueno, eso es justo lo que... -Marinette detuvo a su madre y se puso de pie.
-Está bien, mamá. Déjalas. -Salió de la habitación. Sus familiares la siguieron con la mirada sin mencionar palabra.
La princesa Marinette caminó hacia su cuarto y se sentó sobre su cama. Miró por la ventana. Un par de muchachos aún rondaba por el reino para irar su inigualable belleza. Al verlos, la joven echó a llorar, pues sabía que, si bien ellos la adoraban, ninguno estaría dispuesto a ser su esposo. Si ellos la consideraban una diosa, entonces debería acostumbrarse a vivir como una, es decir, amada pero al mismo tiempo temida por todos. Los únicos que la apreciaban por su corazón y no por su apariencia eran sus padres, pues sus hermanas estaban celosas de su belleza. Ella solo deseaba encontrar a una persona a la que pudiera amar sin tener que cegarla con su hermosura, quería a alguien que no le otorgara regalos simplemente por ser bella, Marinette solo anhelaba... amor, pero no como el que ya tenía, ella deseaba amor de verdad, quería que la trataran como a su esposa y no como a una diosa.
Los años pasaron, y la predicción de las hermanas de Marinette se cumplió. Ellas contrajeron matrimonio y abandonaron el reino, pero la joven y bondadosa princesa permaneció en aquel castillo, sin tener a nadie a quien pudiera amar de verdad. Las personas seguían irándola y otorgándole cientos de ofrendas como si ella se tratara de un ser divino, y Marinette comenzaba a odiar poseer tanta belleza.
En efecto, no estaba equivocada, pues aquella característica había logrado que muchos llegaran a compararla con la auténtica diosa de la belleza, Emilie. Todos aquellos que solían adorarla, cambiaron su objetivo y comenzaron a preferir a la hermosa Marinette.
Por desgracia para ella, era mejor tener a aquella diosa como amiga que como enemiga, y Emilie se había convertido en su mortal enemiga. Furiosa de que ningún humano la homenajeara, averiguó quién había arrebatado a su público y juró vengarse de ella.
-¡Hijo! -llamó-, ven, necesito tu ayuda.
Un apuesto joven de brillante cabello rubio que lucía un elegante traje de gato se le acercó. Él también se trataba de un dios, posiblemente el más hermoso de todos, no era casualidad que fuera hijo de la diosa de la belleza.
-¿Sí, madre? -mencionó el chico.
-Necesito tu ayuda, Cat Noir -le dijo Emilie-. Hay una jovencita que necesito que elimines.
-¿Qué?, pero, madre, soy el dios del amor. No puedo destruir a nadie.
-Claro que puedes. A veces el amor también puede traer destrucción. Y por eso te necesito. Hay una niña que aparenta ser la mujer más hermosa del mundo, y ambos sabemos que no hay mujer más hermosa que la diosa de la belleza, ¿verdad? -Hizo un movimiento con las manos y presumió su maravilloso rostro.
-Por supuesto que no, madre. Tú eres la más hermosa.
-Exacto. Esa niña se ha robado a todas las personas que me aman -Emilie hizo gestos exgerados y fingió sentirse lastimada-. Para eliminarla, tienes que hacer que se enamore de alguien horroroso y malvado.
-¿Como un villano akumatizado?
-¡Sí! Haz que se enamore de un villano akumatizado. Así, cuando ella intente acercarse a su amor, él la destruirá. ¡Adelante, hijo! Su nombre es Marinette. ¡Ve y deshazte de ella!
-A la orden, madre. -Cat Noir dio un salto y se dirigió al reino donde la bella princesa vivía.
***
-Hija -llamó Sabine desde la puerta de la habitación-, ¿puedo entrar?
-Sí -respondió ella entre lágrimas.
Su madre ingresó al cuarto y se sentó al lado de ella.
-Hija, no te preocupes -la consoló-, estoy segura de que conseguirás a alguien que te ame.
-Pues sí, hay muchas personas que me aman, pero no como me gustaría -respondió Marinette.
-Descuida, tu padre fue a hablar con alguien para averiguar si obtendrás a esa persona especial o no, y estoy segura de que dirá que sí.
-¿Con quién fue a hablar?
***
Tom había ido a visitar al poderoso Oráculo de Delfos, que se encontraba bajo el dominio del dios de la música y la profecía, Viperion, quien usualmente solía tocar una lira.
El hombre se introdujo en la morada donde descansaba la mujer que dictaba las profecías, Juleka.
-Disculpe, señorita -mencionó con timidez-. Quisiera... hacerle una pregunta.
La mujer no dijo nada. Simplemente asintió con la cabeza y dejó que el hombre hablara.
-Bueno, quisiera preguntarle si mi hija conseguirá esposo algún día.
Juleka tomó un aspecto misterioso y pronunció la respuesta con voz tenebrosa.
Tom retrocedió al enterarse de lo que debía hacer con su hija.
***
Ese día, por órdenes del Oráculo, se llevó a cabo un triste evento en el cual Marinette fue enviada hasta una alta roca que se encontraba a la orilla del mar. Por supuesto, todos los iradores de la joven asintieron a presenciar el penoso espectáculo.
-Pero si se lanza desde allí, algún monstruo akumatizado por Hawk Moth la devorará -mencionó una mujer.
-Sí, pero es lo único que podemos hacer -respondió el rey Tom entre lágrimas.
Antes de despedirse de ella, muchas personas le dejaron a la princesa sus últimas ofrendas. Algunos lloraban, pero otros estaban tan convencidos de que ella se trataba de una diosa que consideraban que ningún villano akumatizado podría lastimarla, ya que era inmortal.
En efecto, estaban totalmente equivocados. La joven Marinette subió despacio a la roca y observó el agua a sus pies. El Oráculo había dicho que solo de aquella horrible forma obtendría esposo, pero estaba claro que lanzándose al peligroso mar solo lograría conseguir a un monstruo como marido. La princesa no se quejó. Miró a sus padres y les hizo un gesto de despedida antes de dejarse caer.
Se tiró de espaldas, por lo que no vio quién se le acercaba por detrás. Cerró los ojos y esperó tocar el agua, pero entonces sintió una suave y agradable brisa acariciarle el cuerpo. Logró darse la vuelta y pudo percatarse de que estaba... volando.
-¿Qué...? ¿Qué está pasando? -se preguntó, y, para su sorpresa, una amigable voz le respondió:
-Tranquila, princesa Marinette, todo está bien. Confía en mí.
-¿Quién eres tú?
-Soy Plagga, espíritu de uno de los cuatro vientos. Alguien me pidió que te lleve a un lugar especial, pero no puedo darte más datos, tendrás que esperar.
-De... acuerdo... -Marinette estaba totalmente confundida-..., pero ¿qué pasó con aquel villano akumatizado que debía devorarme? El Oráculo nunca falla.
-El Oráculo dijo que debías aventarte desde una roca al mar para conseguir esposo, pero nunca aclaró cómo, así que yo te lo enseñaré.
Marinette calló, pues, por primera vez en su vida, sintió una gota de esperanza en su corazón, tal vez aquel espíritu la iba a llevar con quien había ansiado desde hacía tanto tiempo.
Luego de un largo rato, Plagga dio por finalizado el viaje y dejó a Marinette a los pies de un espectacular palacio.
-Hemos llegado -afirmó el espíritu.
-¿Ahí? -interrogó la princesa señalando el castillo-, pero no puedo entrar ahí, no es de mi. -No hubo respuesta. La joven miró para todos lados y gritó el nombre del misterioso ser varias veces, pero él se había marchado.
Marinette vaciló antes de entrar a aquel palacio. Al fin y al cabo, no podía ir a otro lugar, así que no le quedaba de otra más que entrar.
Abrió la puerta. No había sido cerrada con llave.
-¿Hola? -llamó.
El castillo era totalmente hermoso, pero estaba vacío. No había rastros de ningún ser viviente. Habían cientos de habitaciones, mas ninguna persona que las ocupara.
-Hola -saludó por fin una voz.
Marinette dio un salto y observó a su alrededor.
-No pierdas tu tiempo intentando encontrarme, bella princesa -aclaró la voz-, no podrás verme, soy invisible.
-Todos somos invisibles. -Poco a poco se fueron sumando más voces.
-Disculpen, no debí entrar a este castillo, es suyo -se disculpó Marinette.
-No es nuestro, princesa, es tuyo, nosotros seremos tus sirvientes invisibles. Puedes pedirnos lo que quieras y lo haremos por ti.
-Está bien, pero... me dijeron que aquí también iba a encontrar a mi esposo, pero no me refiero a uno de esos hombres que todos los días viene a adorarme como si me tratara de una diosa, sino a un marido de verdad, mi verdadero amor.
-Y no te mintieron, princesa. Él llegará por la noche. Podrás conocerlo. Mientras tanto, nosotros haremos que te adaptes a tu nueva vida. Ya basta de maltratos por parte de tus hermanas y de halagos irreales, te trataremos por lo que eres, no por lo que aparentas ser.
Marinette no estaba del todo convencida, pero la idea de comenzar una nueva vida en la que ya no actuara como un juguete le agradaba.
-Está bien -se decidió por fin.
La princesa pasó, posiblemente, el mejor día de su vida. Era la primera vez que la trataban como a ella le gustaría. No le dejaban ofrendas, sino que le ofrecían solo lo que ella pedía y si deseaba tiempo a solas, sus sirvientes se lo concedían, a diferencia de todas aquellas personas que pasaban día y noche irando su increíble belleza, sin darse cuenta de que estaban invadiendo su privacidad. A una diosa no le molestaría que sus súbditos pasaran todo el día adorándola, pero Marinette era una mortal como cualquier otra y sí le incomodaba.
Cuando por fin la luna ocupó el lugar del sol, los sirvientes de la joven le indicaron que se dirigiera a su habitación y se recostara en su cama, donde sería recibida por su ansiado marido. Ella obedeció y esperó. Pasaron unos cuantos minutos hasta que por fin oyó una voz dulce y amable a su lado.
-Princesa.
Marinette se asustó un poco.
-¿Me hablas a mí? -preguntó.
-Sí, mi princesa, ¿a quién más podría hablarle?
-Oh. ¿Quién eres tú?
-Soy tu esposo..., bueno, solo si tú me aceptas como tal.
-¿Eres invisible?
-No, simplemente la oscuridad me está ocultando. Yo puedo ver con poca luz, pero tú no, y eso es lo que te impide observarme.
-¿Cuándo podré verte?
-Nunca -Marinette sintió una punzada en el estómago ante la declaración de su supuesto esposo-. Escucha, princesa, yo te amo, pero nuestro matrimonio es algo especial. Por el día no podré venir a visitarte, ya que tengo que trabajar, pero pasaré todas las noches contigo, sin excepción alguna. Sin embargo, mi identidad debe permanecer en secreto. La oscuridad evitará que me veas.
-¿Qué? -La joven comenzó a llorar-, pero entonces ¿cómo te voy a conocer?
-No necesitas verme para conocerme. La verdadera belleza se encuentra en el interior. Si descubres mi identidad, nuestro matrimonio se arruinará y este hermoso castillo desaparecerá. Te daré unos días para decidir si quieres quedarte.
Marinette aceptó el acuerdo. Aquel misterioso hombre, que tenía la voz de un joven muchacho, tenía razón. Ella ya estaba harta de que muchos se enamoraran de ella por su apariencia, así que estaba más que dispuesta a amar a alguien por su belleza interior.
Durante las siguientes semanas la princesa conoció mejor a aquel joven y se dio cuenta de que era muy amable, amoroso y compasivo, así que finalmente acabó enamorada de él y decidió quedarse a su lado para siempre.
Le contó todo durante una fría noche, y luego, para dejar en claro lo mucho que lo amaba, lo besó. Por fin había encontrado a la persona que por tanto tiempo había esperado.
Su matrimonio fue maravilloso. Marinette ya no tenía que preocuparse por hacer felices a hombres a los cuales no pensaba amar, pues ya había encontrado al indicado. Ni siquiera podía verlo, pero eso no era un problema.
Si bien la muchacha estaba disfrutando mucho de su nueva vida, comenzaba a extrañar la antigua. Quería volver a ver a su familia. Sus hermanas la habían tratado muy mal en el pasado, pero ella tenía un gran corazón y las había perdonado.
Marinette habló de sus inquietudes con su esposo, y él, al tratarse de un joven bondadoso, decidió permitirle invitar a sus hermanas al castillo, solo porque así ella estaría feliz.
Fue Plagga quien trajo a las dos muchachas al palacio. La princesa las recibió con una sonrisa.
-¡Chloé!, ¡Lila! -exclamó cuando las vio.
-¿Marinette? -preguntaron ellas al unísono.
-¿Esta es tu casa... o simplemente estás aquí porque no tienes adónde ir? -se burló Lila.
-Esta es mi casa -Marinette ya había olvidado lo horrible que se sentía escuchar los insultos de sus hermanas, pero prefirió ignorarlo-. Es preciosa. Vengan. -Las invitó a introducirse en el palacio y las llevó hasta una mesa. La comida estaba servida-. Vivo con mi esposo.
-¡¿Conseguiste esposo?! -gritaron Chloé y Lila.
-Sí, él es maravilloso.
-Y ¿dónde está? -quiso saber Chloé.
-Trabaja durante el día. Solo puedo estar con él durante las noches.
Los sirvientes invisibles les ofrecieron bebida a las invitadas. Luego Marinette les dio un recorrido por el asombroso castillo, y ellas quedaron maravilladas, aunque también empezaron a sentir celos. El marido de su hermana le había otorgado una vida maravillosa, mientras que ellas debían soportar a sus mugrientos y molestos esposos, que no eran para nada parecidos a lo que durante tanto tiempo habían esperado.
Ellas decidieron vengarse de su hermana. Le preguntaron más datos acerca de ese misterioso marido y, en base a lo que escucharon, se les ocurrió una idea para acabar con la felicidad de Marinette.
-Tu marido es un villano akumatizado, hermana -aseguró Chloé.
-¡¿Qué?! -Ella no podía creerlo. Confiaba y amaba a su marido, estaba segura de que se trataba de una persona amable y no de un súpervillano.
-Solo un villano akumatizado ocultaría su aspecto -comentó Lila-. Está fingiendo que te ama. Cuando sea el momento justo, él te devorará.
-¡No!, ¡eso es imposible! -Por primera vez en su vida, Marinette actuó con rabia y desesperación-. He pasado muchas noches junto a él. Pude tocarlo. Es un humano.
-Bueno, todo villano akumatizado puede fingir tratarse de un humano -apuntó Chloé-. ¿Has notado algo extraño en él últimamente?
-¡Claro que no! -Marinette empezó a llorar-. ¡Él es una persona!, igual que yo, ¡igual que ustedes!
-¿Viste algún objeto particular cerca de tu cama? -interrogó Lila-. Allí podría encontrarse el Akuma.
-No. Dormimos a oscuras. No puedo ver nada cuando él está a mi lado.
-¡Recuerda lo que dijo el Oráculo! -exclamó Chloé-. Dijo que te casarías con un villano akumatizado y no estaba equivocado.
-¡Él nunca dijo eso! Solo me indicó que me lanzara al mar. Allí me esperaría un villano. Yo obedecí y uno de los espíritus del viento me trajo aquí. El Oráculo solo dijo eso para que Plagga me llevara con mi esposo.
-¡Escúchanos, hermanita! -pidió Lila-. Estamos intentando protegerte.
Marinette se secó las lágrimas y les indicó a las jóvenes que dejaran el castillo. Ella no podía soportar que intentaran convencerla de que su verdadero amor se trataba de un monstruo. Plagga las llevó de vuelta a sus hogares y la bella princesa caminó a su cama. Esperó unos minutos y su marido se recostó a su lado.
-¿Cómo estás, princesa?
-Bien -respondió ella, aunque no estaba del todo convencida.
Él notó su descontento.
-¿Qué te pasa?, ¿cuál es el problema?
-Nada, es que las visita de mis hermanas no salió como esperaba -explicó Marinette.
-¿De verdad? ¿Por qué?
-Es que... -La princesa echó a llorar, y su esposo la abrazó.
-Tranquila, lo que sea que haya ocurrido, ya quedó en el pasado y no volverá a pasar, princesa, lo prometo.
-Gracias. -Marinette abrazó el cuello de su marido. Aquellas palabras le dejaban en claro que él no se trataba de un villano. Recorrió la cabeza de su enamorado con la mano hasta que tocó algo que la dejó perpleja. Algo parecido a... orejas, pero no de humano, sino de... animal.
El joven se apartó.
-¿Tienes...? -intentó decir Marinette, pero él le colocó un dedo en los labios y la calló.
-Ya te he dicho que mi identidad debe permanecer en secreto. Si la descubres, nuestro matrimonio y este castillo desaparecerán.
La joven no respondió. Simplemente se centró en el dedo que yacía sobre su boca. Su uña era muy larga, casi se sentía como... una garra.
El chico le quitó el dedo de los labios y se alejó un poco de ella.
-¿Quieres que continuemos charlando? Está bien por mí si no quieres contarme lo que pasó, haré lo que ta haga más feliz -le dijo a su esposa.
-Fue un día agotador. Me gustaría dormir -aseguró Marinette, aunque en realidad tenía otros planes en mente.
-Está bien. Buenas noches. -Él se acomodó y procedió a conciliar el sueño.
La joven acarició a su marido. Iba a hacer algo de lo que, estaba segura, se arrepentiría. Antes de poner en marcha su plan, oyó un gruñido que provenía de su esposo. Creyó que eran ronquidos, pero descartó esa idea, ya que se escuchaban algo más agradables. Sorprendida, se puso de pie y caminó hasta una habitación iluminada, donde tomó una lámpara de aceite. Antes de regresar a su habitación, respiró hondo, pues aún no estaba segura de lo que iba a hacer. Recordó a sus hermanas. Ella no les creía, simplemente quería confirmar que su esposo no se trataba de un villano. Caminó con pesar hacia la cama y pudo observar que una larga cola salía de su cintura. Se estremeció, pues eso no era en definitiva humano. Siguió avanzando y vio que a los pies de la cama yacían un arco y un par de flechas.
<<Allí podría encontrarse el Akuma>>. La voz de Lila resonó en su cabeza. Luego le siguió la de Chloé. Cerró los ojos con fuerza, pero ellas no desaparecían de su mente y sus molestos recuerdos la obligaron a observar el rostro de su marido: se trataba de la persona más hermosa que había visto en su vida. Era rubio y vestía un traje de gato; Marinette se encontraba parada justo delante del mismísimo Cat Noir, el apuesto dios del amor. La joven se sorprendió tanto ante aquel descubrimiento que un poco de aceite cayó sobre el hombro del chico, causándole una grave herida. Él se despertó sobresaltado y, al percatarse de lo que ella había hecho, le gritó, enfurecido:
-¡Princesa!, ¡te dije que mi identidad debía permanecer en secreto! Por culpa de tu error, ¡el castillo desaparecerá, al igual que nuestro matrimonio!
-¡Lo siento! -se disculpó Marinette entre lágrimas-, es que mis hermanas me convencieron de que eras un villano y...
-¡Les hiciste caso! ¡Desconfiaste de mí!
-Pero... Por la noche gruñiste y yo pensé que...
-¡Fue un ronroneo! Así es como los gatos demuestran que te aman. Creí que al fin había encontrado a alguien que me aceptara sin haber visto mi rostro, pero veo que tú no me amas. Si lo hicieras, no habrías roto tu promesa.
-¡Lo lamento, Cat Noir! -Marinette intentó abrazarlo, pero él le dio la espalda.
-Lo siento, pero ya no hay vuelta atrás. Ahora que conoces mi verdadera identidad, el hechizo que lancé para conservar este castillo se ha roto. Adiós, princesa. -Cat Noir tomó su arco y se marchó.
Marinette exclamó su nombre varias veces, mas él no volvió a aparecer. Se dejó caer sobre el suelo y su cara se empapó de lágrimas. Entonces se percató de que todo a su alrededor estaba desapareciendo poco a poco. Luego de unos instantes, Marinette se encontró nuevamente en la alta roca que daba al mar. Miró su reflejo en el agua. No había perdido su gran belleza, pero sí su felicidad. Por su culpa, lo único que la había hecho feliz en su vida había desaparecido.
***
Cat Noir regresó con su madre adolorido tanto por dentro como por fuera. Había descargado su furia sobre Marinette, pero eso no significaba que no la siguiera amando, solo se había enojado con ella. Comprendía la razón de su error, bien decían que "la curiosidad mató al gato". Ansiaba volver a verla, pero Emilie jamás les permitiría estar juntos, así que aquel enamoramiento debía permanecer en secreto.
Al llegar a casa, lo primero que su madre notó fue la grave herida que había en el hombro de su hijo.
-¡Cat Noir! -exclamó-, ¡¿qué fue lo que te pasó?!
-Nada, un pequeño accidente con una lámpara de aceite -respondió él.
-Descuida, hijo. Traeré algo para sanar esa herida. Ve a descansar.
-Estoy bien, madre. -Ella le puso una mano en el hombro y lo acompañó hasta una cama donde lo hizo acostarse.
Emilie tomó un recipiente y vertió el contenido en una de sus manos. Se trataba de una crema especial para lastimaduras. La pasó por el hombro herido de su hijo al tiempo que mencionaba:
-¿Y bien?, ¿qué tan horrible era el villano del cual esa muchacha se enamoró?
-Oh... -Cat Noir no supo qué responder. No podía contarle a su madre que la había desobedecido, no solo porque se enfadaría con él, sino también por el hecho de que, si se enteraba de que Marinette seguía con vida, ella sin dudas partiría en su búsqueda para destruirla-... Era... absolutamente horrible, madre. -Aquella descripción le recordó a cómo había tratado a su amada antes de irse. No podía creer que le había gritado y temía haberla lastimado. Deseaba con toda su alma que aún lo siguiera amando, a pesar de lo que le había hecho, pero sus esperanzas eran pocas.
***
Pero Cat Noir estaba equivocado. La joven princesa reconocía que ella había cometido un error, no su esposo. Su corazón aún le pertenecía a ese chico, mas no quería reencontrarse con él. Se sentía culpable por el error que había cometido. Si no les hubiera hecho caso a sus hermanas, ella y su esposo continuarían juntos.
No regresó a su antiguo reino, pues no quería volver a ver a todos esos muchachos, ella ya había escogido a un hombre y nada la haría cambiar de opinión.
Vagó por toda Grecia con el corazón lleno de culpa. Lo más interesante que podía hacer era limpiar santuarios abandonados.
Llegó hasta un pequeño lago y se lanzó al suelo. Bebió un poco de agua y observó su reflejo. Por culpa de aquella inigualable belleza era que se encontraba allí. Si no la tuviera, podría haber gozado de una vida normal en la que nadie la considerara superior ni inferior. Se largó a llorar y entonces oyó unos pasos detrás de sí. Se volteó y distinguió a un joven moreno que estaba vestido como para ir una fiesta.
-Hola -la saludó.
Ella retrocedió, pero luego se dio cuenta de que el chico parecía ser bastante amable y entró en confianza.
-Hola -respondió.
-Veo que algo te desagrada -observó él-. Soy Nino. ¿Cuál es el problema?
-Bueno, es una larga historia.
-Tengo todo el tiempo del mundo.
Después de presentarse, Marinette le contó absolutamente todo lo que había ocurrido desde la visita de su padre al Oráculo. Le explicó las desgracias que su belleza le había obligado a pasar y le habló de Cat Noir, el único hombre que había amado en su vida. Le dijo cómo lo había conocido y cómo lo había perdido.
La última parte de su relato era tan triste que la joven rompió a llorar.
Nino le sonrió.
-Bueno, y ¿sabes dónde encontrar a este chico?
-Ya no tendría sentido ir por él -respondió la joven-, nuestro matrimonio ya acabó.
-Su matrimonio habrá acabado, pero su amor no.
-¿Qué? -Marinette limpió sus lágrimas.
Nino suspiró.
-Ese chico pudo haberse enojado contigo, pero eso no quiere decir que ya no te ame. A veces, la furia puede hacer que las personas digan cosas que no quieren, pero el amor es más poderoso que el odio y jamás lograría vencerlo.
-¿Qué estás diciendo? -La muchacha se aproximó un poco más al joven.
-El amor es muy poderoso, Marinette, y muy fuerte. Ese chico te sigue amando, aunque no lo creas, y si tú también lo amas, deberías ir a buscarlo. De nada sirve ignorar lo que tu corazón te dice. Ve por él, no te decepcionarás.
La joven se puso de pie y miró al horizonte.
-Tienes razón -Una sonrisa volvió a iluminar su cara-. Gracias, Nino. -Le dio al chico un beso en la mejilla y caminó sin mirar atrás.
***
-¡¿Cómo que ella sigue viva?! -exclamó Emilie.
Un dios le había comunicado a la envidiosa mujer que su rival no había sido eliminada. Emilie caminó hacia la habitación en la que su hijo descansaba para recuperarse de la herida que le había dejado la lámpara de aceite.
-¡Cat Noir! -lo llamó. Él abrió los ojos, asustado, y enseguida supuso lo que había ocurrido-. ¡Dijiste que habías cumplido con lo que te pedí!, ¡pero esa odiosa muchacha sigue viva! ¡Me desobedeciste!
El joven se sentó en su cama e intentó calmar a la alocada diosa.
-Madre..., lo puedo explicar.
-No necesito explicaciones, gato inútil. -Emilie estuvo a punto de golpear la pared, cuando oyó que alguien decía su nombre. Se dio la vuelta y se encontró cara a cara con su mayor enemiga.
-Hola, diosa de la belleza -saludó Marinette. Se había enterado de dónde se encontraba su amado y se había dirigido hacia allí sin importar el riesgo.
-¡¿Tú?! -exclamó Emilie. Iba a decirle algo insultante a la joven cuando oyó la voz de su hijo.
-Espera, madre -Intentó ponerse de pie, mas no logró soportar el dolor en su hombro y se desplomó nuevamente sobre su catre-. No le hagas daño. Yo... Yo la amo.
-¡¿Qué?! -Emilie lo fulminó con la mirada.
-¡Cat Noir! -Marinette se asomó por la puerta abierta de la habitación. Intentó entrar, pero la diosa se lo impidió-, ¿estás bien?
-Sí, descuida. -Gimió y cerró los ojos.
Emilie observó a los dos chicos y pensó durante unos segundos. Se dio cuenta de que su hijo de verdad amaba a esa muchacha y de que ella realmente se preocupaba por él, así que se le ocurrió una idea.
-Está bien. Puedes quedarte con mi hijo, pero con una condición.
-¿En serio? -El rostro de Marinette se iluminó.
-Deberás pasar cuatro pruebas, pero si fallas en alguna, te alejarás de mi hijo para siempre y jamás volverás a verlo.
-Acepto -La joven observó a su amado herido-, haría lo que fuera por él, eso es amor.
***
La primera prueba consistía en clasificar una gran cantidad de semillas que eran casi imposibles de diferenciar.
Al darse cuenta de que Emilie había hecho que aquella prueba fuera tan difícil a propósito, un par de lágrimas comenzaron a caer por la mejilla de Marinette. Intentó cumplir con la tarea, mas no encontraba una mínima diferencia sobre los granos.
Entonces notó que algo negro con patas salió de abajo de la montaña de semillas y se posó delante de sus pies. Se trataba de una hormiga.
-Hola, Marinette -saludó, para sorpresa de la joven.
-¿Sabes mi nombre? -preguntó ella.
-Por supuesto. Una diosa me mandó. Vine a ayudarte junto a mis amigas. -Otras hormigas invadieron la habitación.
Marinette intentó tocar a la primera que se había dejado ver, pero ni bien sus dedos entraron en o con el insecto, este se desvaneció sin dejar rastro.
-No puedes tocarnos -indicó una de las hormigas-. Somos ilusiones creadas por la diosa Rena Rouge.
-Pero... ¿por qué esa diosa querría ayudarme? -interrogó la muchacha.
-Porque limpiaste uno de sus templos. Demostraste tener un gran corazón y ella quiere agradecértelo.
Marinette sonrió. Recordó aquellos tristes días en los que había tenido que vagar sola por Grecia y se había puesto a ayudar en viejos y olvidados santuarios.
Las ilusiones de los insectos supieron bien cómo clasificar todas esas semillas y así ayudaron a la joven a pasar la primera prueba.
***
Emilie casi se desmayó al enterarse de que su enemiga había logrado cumplir con lo que le había encomendado. Apretó los puños y planeó una nueva prueba, pero, a diferencia de la primera, aquella iba a ser mucho más peligrosa y arriesgada.
-Está bien, niña. Para tu próxima tarea deberás ir en busca de lana dorada -explicó la diosa.
-¿Lana dorada? -preguntó Marinette.
-Sí, una lana que produce solo un rebaño de ovejas.
La joven asintió y partió en su caminata hacia el hogar de aquellos intrigantes animales. Cuando los encontró, quedó maravillada con la reluciente lana que había en sus cuerpos. Estuvo a punto de acercarse cuando escuchó una voz que la llamaba por su nombre.
-Espera, joven Marinette.
-¿Quién es? -La muchacha miró para todos lados.
-Es el viento quien te habla. Soy la diosa Ryuko y vengo a darte un consejo.
-Está bien, pero ¿por qué?
-Porque has demostrado qué tan lejos puede llegar el poder del amor, y yo, como diosa del matrimonio, quiero recompensarte. Además, has limpiado uno de mis templos. En definitiva mereces que alguien te ayude.
Marinette se sintió complacida. No podía creer que gracias a esas pequeñas pero amables acciones había llamado la atención de nada más ni nada menos que los poderosos dioses olímpicos.
-No te acerques a esos animales -recomendó Ryuko-, no se tratan de ovejas, sino de malvados sentimonstruos creados por la diosa Mayura. Si intentas aproximarte a ellos, te atacarán. No es necesario que tomes la lana de su cuerpo. Hay restos de la misma enganchados en las ramas de los arbustos, pero aún no puedes ir por ella. Tienes que esperar al atardecer y entonces estos monstruos irán a descansar y actuarán de forma mansa y torpe. Entonces podrás tomar la lana.
Marinette le agradeció la ayuda a la diosa y siguió su consejo. Así logró pasar la segunda tarea.
***
-De acuerdo, siguiente prueba -dijo Emilie a regañadientes.
La bella muchacha caminó hasta el pie de una alta montaña. La misión consistía en escalarla y vertir en un pequeño recipiente que la diosa le otorgó un poco del agua que fluía en la cima de la misma.
Marinette entrecerró los ojos y distinguió a varios villanos akumatizados y sentimonstruos. Subir a la montaña ya era de por sí una misión muy difícil, mas si lo lograba, combatir contra aquellos seres sería aún peor y más arriesgado.
Frustrada, la joven se agachó y se puso a rezarle a uno de los dioses olímpicos, con la esperanza de que este pudiera ayudarla, así como lo habían hecho Rena Rouge y Ryuko.
En lo alto del Monte Olimpo, el supremo rey, Jade Turtle, recibió su mensaje y accedió a socorrerla, pues sabía que ella, a diferencia de muchas otras personas, se lo merecía.
Un pequeño ser de color verde descendió del cielo y se posó delante de Marinette.
-Hola, bella princesa -la saludó-. Soy Wayzz. Mi amo, el gran Jade Turtle, te agradece que confíes en él. Vine aquí para ayudarte.
Ella sonrió.
-¿Me permites? -Wayzz le pidió a Marinette el recipiente que tenía que llenar. La joven obedeció-. Esas criaturas son muy peligrosas. Yo subiré esta montaña y te traeré el agua. -No dijo nada más. Levitó hasta la cima esquivando los ataques de las criaturas y tiempo después regresó con Marinette y le devolvió el cuenco, entonces repleto de agua.
-Gracias, Wayzz -dijo la joven.
El ser regresó al Olimpo y Marinette volvió al templo de Emilie. Ya solo quedaba una prueba.
***
-¡¿Lo conseguiste?! -exclamó la diosa de la belleza- ¡Es imposible que hayas logrado pasar las tres pruebas!
-Pero lo hice -aclaró Marinette-. Ahora dime cuál es la última.
Emilie pensó. No quería que esa chica se convirtiera en su nuera. Tenía que planear una tarea mucho más complicada que las que ya había pasado, una misión casi imposible e injusta. Miró hacia la habitación donde su hijo herido descansaba y por fin se le ocurrió una idea.
-Bueno, he pasado tanto tiempo cuidando de tu amado que he perdido mi belleza. Conozco a alguien que podría ayudarme a recuperarla.
-¿Quién? -quiso saber Marinette, nerviosa.
-Mayura, esposa de Hawk Moth. Encuéntrala y pídele que te dé un poco de su belleza.
-¡¿Qué?! -La joven casi se desmayó-, pero Mayura vive en la guarida de Hawk Moth, es decir, ¡el inframundo!
-Exacto -Emilie esbozó una sonrisa maligna-. Si cumples con esta misión, Cat Noir será tuyo para siempre.
Marinette gruñó, pero luego pensó en ese chico. Ella lo amaba, y el amor era muy poderoso. El amor lograba cosas inimaginables. Su amor por Cat Noir era lo que le daba la fuerza suficiente como para atreverse a adentrarse en la guarida de Hawk Moth.
Sin mencionar nada más, la joven asintió y salió del templo, decidida a cumplir con lo que le habían encomendado.
Luego de unas cuantas horas caminando por todos lados, Marinette se dio cuenta de que no tenía idea de dónde se encontraba el inframundo. Frustrada, subió a lo alto de una torre y observó toda Grecia, creyendo que así hallaría alguna pista de la entrada a la guarida de Hawk Moth.
-¿Princesa? -Una voz conocida la llamó.
Marinette casi cayó de la torre del susto que pegó.
-¿Cat Noir? -Reconoció la voz de su amado esposo.
-Princesa, escucha, te he estado viendo durante todo este tiempo. Te has enfrentado a todos esos peligros solo por mí... Gracias.
-Bueno, tuve un par de ayudas.
-Sí, pero esos dioses no ayudarían a una mortal sin motivo. Tú te merecías esa ayuda y por eso te la otorgaron. En fin, ahora es mi turno de ayudarte. Antes de dirigirte al inframundo, consigue dos figuras de dioses y dos monedas.
-Está bien, pero no sé dónde queda el inframundo.
-Yo te guiaré, descuida, pero ten en cuenta esto: mi madre en definitiva no quiere que estemos juntos, así que planeó un par de trampas para que no puedas cumplir con tu misión. Se aprovechará de tu gran corazón. Ten mucho cuidado, princesa.
-Está bien, gatito -Marinette hizo una pausa. Le agradaba llamarlo por ese apodo-. Por cierto, ¿cómo está tu hombro?
-Está mucho mejor, pero aún sigo muy débil. Ya me recuperaré. Mientras tanto, ve y cumple con lo que mi madre te encomendó. Solo así estaremos juntos.
-Lo haré, Cat Noir, te prometo que lo lograré.
Él le indicó el camino al inframundo y luego su voz de su dejó de oírse. Marinette consiguió lo que su esposo le había aconsejado y se dirigió al implacable lugar.
Antes de adentrarse en el inframundo, una anciana que estaba tejiendo sobre una silla llamó su atención. Ella le pedía ayuda. Era como si en cualquier momento fuera a desfallecer. A Marinette le dio pena, pero recordó lo que Cat Noir le había dicho: aquella se trataba de una trampa de Emilie. Ignoró a la anciana y continuó su camino.
Para llegar hasta donde se encontraban los poderosos Hawk Moth y Mayura, la joven debía pasar por un largo río. El barquero la llevó al otro lado a cambio de una moneda, aquella que Cat Noir le había aconsejado que consiguiera.
Varias almas emergieron del río y le pidieron a Marinette que las ayudara a salir, pues parecían estar sufriendo, pero ella sabía que ellas se trataban de otra trampa, así que las ignoró.
Una vez del otro lado del río, el siguiente obstáculo era pasar al guardián del inframundo: un hombre musculoso y corpulento. La muchacha le ofreció una de las figuras de dioses que había obtenido a pedido de su esposo, ya que, según decían, aquel hombre las coleccionaba, pero eso era muy difícil de saber, pues él nunca hablaba.
Otra vez, Marinette se encontró con muchas almas en apuros, pero hizo caso a su marido y continuó su camino hasta por fin encontrarse con los reyes del inframundo, líderes de todos los villanos akumatizados y sentimonstruos del mundo, los implacables Hawk Moth y Mayura.
Cuando arribó a sus tronos, la joven se inclinó amablemente ante ellos y los saludó.
-¿Quién eres tú? -preguntó con frialdad Hawk Moth.
-Soy Marinette -respondió la muchacha-, siento mucho molestarlos, pero vengo a pedirle algo a la reina Mayura.
-¿A mí? -intervino ella.
-Sí, la diosa Emilie me pidió que consiguiera un poco de tu belleza, así que eso es lo que necesito que me des, si no es mucha molestia.
Mayura observó a la joven con desconfianza, pero no desconfiaba de ella, sino de Emilie. Se puso de pie y salió de la habitación. Tiempo después regresó llevando en sus brazos una pequeña caja.
-Aquí tienes -Se la tendió a Marinette-, pero ten cuidado; hagas lo que hagas, no la abras, en serio.
Ella sonrió de oreja a oreja.
-Está bien. ¡Muchísimas gracias a los dos! ¡Adiós!
Con el corazón latiéndole a gran velocidad a causa de la emoción, Marinette corrió hacia la salida del inframundo. Para regresar al mundo de los vivos, le dio al guardián del inframundo la segunda figura de dioses y al barquero la última moneda que le quedaba, y así se dirigió a paso firme de vuelta al templo de Emilie, lista para lograr por fin unirse a su verdadero amor.
Sin embargo, Marinette cometió un grave error. Otra vez, la curiosidad la traicionó. Por más que lo intentó, ella no logró resistirse y abrió la caja que Mayura le había dado, pero, lamentablemente, allí dentro no había belleza. Un vapor le cubrió la cara, y la joven cayó en un sueño profundo e interminable.
***
Desde su habitación en el templo de Emilie, Cat Noir sintió el dolor por el que estaba pasando su amada en el corazón. Sin importarle el hecho de que estaba herido, pegó un salto, salió de su casa y fue en busca de la agonizante Marinette.
La encontró tendida en el suelo, débil y con los ojos cerrados. Se agachó sobre ella y le levantó la cabeza.
-Princesa, ¡por favor, despierta! -Los ojos del joven se llenaron de lágrimas-. Por favor. -Ella no reaccionaba.
Con el corazón a punto de salir de su pecho, Cat Noir pensó en un plan para ayudarla. Llevó a su amada al lugar más sagrado de Grecia, el Olimpo, y exclamó, delante de todos los dioses:
-¡Por favor, necesito ayuda! ¡Por favor, ayúdenme a salvarla!, ¡yo la amo!
Los dioses voltearon a ver a su rey, esperando que él decidiera que hacer. Jade Turtle se aproximó a la joven y la inspeccionó.
-Lo siento, Cat Noir -mencionó-, pero yo no tengo el poder para salvarla, solo Hawk Moth podría hacerlo.
El chico miró hacia el resto de los dioses, pero tampoco ellos podían ayudarla.
-Ella tiene salvación -dijo una voz. Una gota de esperanza brotó en el interior de Cat Noir. La diosa Rena Rouge se dejó ver. Detrás de ella venía Ryuko-. Marinette ha demostrado valentía, bondad, compasión y, por supuesto, belleza interior.
-Sin mencionar el hecho de que nos ha mostrado qué tan poderoso es el amor -agregó Ryuko-. Tiene todas las cualidades de una diosa. Conviértela en una. Eso la salvará.
Cat Noir miró a Jade Turtle de manera suplicante. Luego de unos instantes, él asintió y le colocó a Marinette dos aretes en las orejas. Unas chispas mágicas y brillantes rodearon a la joven y le otorgaron un resplandeciente traje rojo con puntos negros. Ella despertó en brazos de su marido.
-¿Gatito? -preguntó.
-¡Princesa! -Cat Noir abrazó a su amada con fuerza y la ayudó a levantarse.
-Ahora eres la diosa Ladybug, esposa del dios Cat Noir -declaró Jade Turtle.
La joven sonrió. Miró al chico que tenía delante de ella y lo besó. El amor había triunfado, pero no cualquier tipo de amor, sino el real, el verdadero.
Los dioses del Olimpo celebraron días después la boda de Ladybug y Cat Noir, y, para sorpresa de todos, el amor también venció a Emilie: ella finalmente perdonó a la muchacha y la aceptó como nuera.
:heart: :heart: :heart: FIN :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart:
¡ :heart: Eso es todo, miraculers :heart: !
¡ :kissing_heart: Espero que hayan disfrutado de esta historia :kissing_heart: !
¡ :wink: HASTA OTRA :wink: !
Comments (7)
Hola soy Menta!! Todo bien Mentecata?? Solo te queria decir que no leí ni uno de tus fanfics jajaja, (Perdón a quien este leyéndolo) Sisi, que dato no?
Ya sé... :joy: :joy: :joy: ..., pero bueno...
Xnndkfjdkcj la leyenda le queda a los pjs como anillo al dedo, lo pasé muy bien leyéndote :heart: :heart:
Por cierto, estuve leyendo tu relato y me pareció también muy bueno :grin: ! No llegué a leerlo todo porque no tengo tiempo, pero cuando pueda, lo haré con gusto :kissing_heart: !
Responder a: Saphira Noir :cat: :dragon:
Nckdkckkf ay, me sonrojo (?) muchas gracias ~
Responder a: Multirata
Jajaja, :kissing_heart: .