Metamorfosis | LADYBUG

dorito 18 days ago

BIENVENIDOS

Hola de nuevo, esta vez traigo un

pequeño capítulo único protago-

nizado por Marinette. Deseo que

sea de su agrado, estoy adaptán-

dome a volver a escribir para MLB.

palabras : 13OO

formato : one shot

marinette & ladybug

género : cuento

; :beetle:

“Del latín metamorphōsis; mudanza que

hace alguien o algo de un estado a otro,

como de la avaricia a la liberalidad o de

la pobreza a la riqueza.” - RAE.

. . .

La primera vez que Marinette se transformó en Ladybug, comprendió que las cosas habían tomado un desvío sin retorno por el camino de la adolescencia superheroica.

Fue extraño. La transformación literal la mareó, el traje se ceñía extrañamente y todo se sentía demasiado cerca.

El cuerpo le ardió furioso, sus músculos se estiraron en busca de acción y sus pensamientos se orientaron a encontrar y eliminar lo que causaba problemas. Se sintió fuerte, decidida, lista para cargar con todo.

Eso difirió completamente con como Marinette solía sentirse. Pequeña, suelta pero ahogada. Inconsciente de su propio cuerpo.

Al principio, ella y Ladybug eran dos conceptos separados. No eran parte de una misma idea, ni tenían puntos en común visiblemente destacables.

Marinette era tímida, torpe, nerviosa y poseía una habilidad brutal para caer en las situaciones más humillantes posibles. Por otro lado, Ladybug era segura de sí misma, ágil, equilibrada y siempre parecía tener la solución al problema que le anteponen los akumas.

Era más que probable que la gente nunca se detendría a pensar que existe una relación entre ellas dos. A veces, cuando se transformaba en su cuarto, se miraba en el espejo y buscaba algún minúsculo detalle de sí misma en Ladybug.

Se parecían físicamente, ambas tenían cabello oscuro, ojos azules y el mismo tono de piel con pecas claras alrededor del puente de la nariz.

Pero incluso con todas las similitudes, Marinette y Ladybug eran dos personas completamente diferentes.

Mientras una era el blanco, la otra era el negro. Como el ying y el yang. Agua y aceite.

Cada vez que se veía con el traje frente al espejo sentía ganas de vomitar. Era tan alegóricamente extraño, simbolismos antónimos. No eran iguales. No se sentían iguales, pero se veían parecidas.

Ella nunca obtuvo el carácter suficiente como para enfrentar el mundo que le rodea. El acoso escolar, la infancia aislada de amistades realmente duraderas, la torpeza, las relaciones sociales toscas; todos esos eran factores que nunca le ayudaron a Marinette a desarrollar un mecanismo de autodefensa eficaz.

Se dejó llevar por la corriente durante mucho tiempo, bajo el yugo de Chloé, el de Kim, incluso el de las personas fugaces en su vida y la presión social.

Incluso si deseaba poder ser algo más, no era capaz de expresarlo, y mucho menos de hacerlo.

Ladybug, contrariamente, nació confiada de que el miedo de Marinette le haría incapaz de fallar en su labor.

El miedo descontrolado de arruinarlo todo que era inherente en Marinette fue el ingrediente principal para que Ladybug resultara una receta exitosa. Todavía podía acordarse de ese momento. Alya gritando por ayuda, la culpa de haberse equivocado con el akuma y París necesitando un héroe tan desesperadamente que Marinette dejó caer el miedo a la olla y lo sirvió con todo lo que tenía a mano para que se cocine.

No sabe de dónde robó la valentía para pararse ante todo París y jurar que Ladybug y Chat Noir los mantendrían a salvo. Fue un momento de adrenalina con el que se castigó durante noches largas y solitarias, donde las estrellas la vigilaban a lo lejos y Tikki roncaba tranquila sin saber que Marinette estaba a un paso de tirarlo todo por la borda.

El poder, la responsabilidad y la fortaleza eran valores claves que Ladybug debía manejar para proteger a la gente.

Pero Marinette no era poderosa. Su responsabilidad variaba de lo ardua que podría llegar a ser la tarea y era amable decir que era tan fuerte como un castillo de cartas cuando el viento corría con la energía para tumbar un árbol.

Porque Marinette no era fuerte. Ella era endeble, frágil y las cosas eran difíciles sin el traje. Esos aretes eran la seguridad que ella no tenía, que no creía poder encarnar y que no estaba cómoda fingiendo tener.

Honestamente, las cosas tuvieron un cambio gradual tan lento que no se dio cuenta cuando dejó de fingir y cuando empezó a ser.

Mirando hacia atrás, comprende que fueron pasos de hormiga hacia la superación los que le permitieron ser quien es realmente.

Hacerse respetar fue el primer paso. Ponerle un alto a Chloé ese día después de que akumatizaran a Iván fue un grano de arena que impulsó a Marinette a través de las murallas de su conciencia.

Algunas veces quería pararse de su silla y gritarle. Insultarla sonaba atractivo más veces de las que no. Sacarle en cara todo lo que hizo, hace y probablemente hará siempre se encontraba en la punta de su lengua. Pero ser cruel y arremeter solo la rebajaría a ser la misma calaña que Chloé representaba y la que ella se empeñaba en evitar ser.

Las cosas se transfiguran como un diccionario difuso donde el significado de Marinette toma nuevas formas. Adaptándose, sacando capas y agregando partes que trabajan por encajar.

Empezó a conocerse a sí misma, a confiar en las capacidades de Marinette.

Ella no era ágil, ni poseía templanza ante situaciones imposibles, pero pequeños fragmentos de Ladybug fueron colándose en su piel como un manto.

Pasó de ser brutalmente tímida a poder defenderse, a expresarse y protegerse.

Tomó todo lo que era Ladybug y lo arrojó sobre la mesa. Todo ese ímpetu, tenacidad y confianza se superpuso sobre la inseguridad que sentía y a la que se aferraba con tanta gana.

Todo comenzó cuando Marinette decidió amarse a sí misma. Eso la impulsó a seguir salvando el día, a comprometerse con acabar con la maldad y cargar con el peso que un superhéroe adolescente conllevaba ser.

Tenía catorce años cuando todo cambió, pero el tiempo tomó un papel crucial.

Marinette decidió reformarse, porque el cambio de todos partía del cambio de la persona que ejercería la diferencia.

Formó resiliencia sobre los cimientos de quien era. Corrió por la pista de obstáculos, desafió los problemas y dio vuelta al marcador cuando la presión amenazaba con reventar todas sus barreras.

Entonces lo consiguió.

Marinette ya no se transformaba en Ladybug.

Ella era Ladybug.

Con o sin el traje, su capacidad de hacer el bien era incapaz de ser diezmada.

Como Ladybug, salía a rescatar a la gente, a darle esperanza a París y a enfrentar los miedos que tuvo al principio.

Como Marinette, brindaba confianza y comodidad a su entorno, apoyaba a la gente de su alrededor y encontraba el lado bueno de las cosas en las situaciones más desfavorables.

A veces tenía miedo, fallaba y caía en un espiral que parecía no tener fondo. Pero aprendió a levantarse, a luchar y correr para volver a la cima y darle a la gente la estabilidad que necesitan.

Porque si no es Ladybug sin el Miraculous, entonces no merece los aretes.

Fue una metamorfosis complicada. Una mudanza emocional que la tiñó de carácter, moralidad y una mentalidad implacable para volver a intentarlo.

Se tropezó, aprendió y repitió el proceso hasta que caer fue más difícil que levantarse.

Valió la pena, porque al final del día, Marinette es Ladybug. No existe una sin la otra, y aunque le costó llegar al consenso de que una identidad secreta no la hacía una persona distinta, Marinette no iba a retroceder jamás.

Ella es Marinette. Es Ladybug. Es la heroína de París.

Y hará todo, cueste lo que cueste, para mantener a la gente a salvo.

Porque Ladybug nació para la gente como ella. Para los vulnerables, para los que temen y para los que no creen ser capaces de más.

Porque si ella es también Marinette con el traje puesto, entonces todos pueden forjar una versión que no tiene miedo.