Mi Especial De Halloween #MiraculousVIPHalloween

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¡Buenas hermosas personitas!

Hoy traigo un pequeño escrito sobre cómo estaría yo en el Especial De Halloween.

Espero les guste.

Nunca van a poder contra toda una generación unida revelándose contra el peligro que azota a su país. Un mar salvaje de gente que ansia su paz y adora a sus salvadores, porque ellos también se convierten en héroes.

Llevamos años mirando desde las sombras como nos reducen a nada, en dónde el poder es algo difícil de obtener y el miedo domina, llegado a la cima y una vez ahí, nuestros temores nos escupen en la cara.

Son años en los que desde muy niños mirábamos como el país en el que hemos nacido se iba poco a poco a la ruina por causa de malas decisiones, negativas emociones y hoy nos toca empezar el cambio.

¿Que mejor impulso que la seguridad generada por ellos?

Los grandes héroes de París: Ladybug y Chat Noir

Muchos villanos pueden intentar pararnos con amenazas, golpes y demás… Pero es en vano.

Es como poner a un águila dentro de una jaula ¿Creen que no seremos lo suficientemente fuertes para escapar?

Pero nos negamos a dejarlos hacer sentir que han ganado, que nos quitaron la voz y hacernos creer que no podremos volver a volar. Somos más fuertes de lo que creen, pues podrán reducirnos en un momento pero al siguiente saldremos aún más fuertes. Seremos los dueños de un futuro mejor y no nos detendremos ni callaremos hasta conseguirlo.

Por eso estamos aquí, con variadas muestras de desacuerdo contra aquella persona que se hace llamar “ShadowMoth" y su nueva victima pues aquel hombre y su maldad no poseen límites ya.

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Veo a mi alrededor a la gente gritar y huir de aquellos seres obligados a silenciarnos.

No hubo peor forma de asustarse en este Halloween que con la presencia de un akuma más mortífero, pues su efecto es bastante peligroso: pone a sus víctimas en una serie de agonía ilusionista mientras sus peores temores se realizan.

Apresuro el paso para no quedarme atrás mientras la adrenalina hace de las suyas corriendo velozmente por mis venas y haciéndome más rápida. Ahora mismo solo veo tramos de la gente que corre, pues un gas verde amenaza con envolvernos en una peligrosa fantasía.

Mis ojos se abren al comprender que es similar al famoso gas lacrimógeno, pues muchos a mi alrededor empiezan a orar y toser tratando de respirar. Curiosamente me recuerda a la neblina de las casas de sustos en las ferias, pero ésta se enrolla entre mis piernas casi como si quisiera impedir que continúe corriendo por mi vida, pero sus efectos son peores.

Al cabo de unos instantes lo único que veo es aquella pesadilla verde y mis piernas me fallan, logrando así que caiga al suelo. Mis pulmones arden, asían aquel preciado aire limpio, pero al inhalar lo que reciben es aquel gas toxico que hace que no pueda respirar bien.

Ya no logro ver a la gente y no logro distinguir bien las cosas pues mi visión se nubla a causa de aquella sustancia y el miedo se apodera de mi sistema.

“No” me digo a mi misma “aquí no se ha terminado nada, no pueden retenernos”. A gritos me pongo de pie con gran esfuerzo y vuelvo a correr.

Giro bruscamente en una calle desierta para ponerme a salvo y a lo lejos logro escuchar las voces cargadas de pánico pertenecientes a muchos compatriotas que han podido ser dominados por esas calabazas.

La ciudad estaba infestada de esos seres extraños, que cobraron vida desde su sitio en las casas y empezaron a ir tras la gente, soltando aquel peligroso gas.

Sigo corriendo a pesar de que ya nadie me persigue, guiada por el sonido de los gritos de aquellos guerreros que permanecen ahí, luchando contra esas espeluznantes y raras criaturas.

Al ver aquella imagen, donde muchas personas están reunidas para resistir, soy consciente más que nunca de que mi generación ha tenido suficiente de todos el miedo, que aquellos villanos deberían tenernos miedo, pues pagaran más pronto de lo que imaginan por sus acciones. Hemos terminado de escondernos de los peligros y hemos salido a apoyar a nuestros héroes por la fe que tenemos en ellos.

Ya no somos prisioneros de nadie, somos dueños de nuestra voz, de nuestra opinión y las haremos oirá cuan alto nos deje la garganta. Así que más les vale escuchar cuando decimos:

— ¡Por París y Nuestros Héroes!

Me uní a aquel grupo a pesar de que mis pulmones aun sufrían los efectos de aquel gas y mis ojos lagrimeaban.

Pasaron los minutos hasta que la misma pesadilla se volvió a vivir: las calabazas nos superaban en número y dominaban uno a uno a cada parisino bajo el terror. Pero a pesar de eso no nos rendimos, sino que nos enfrentamos a aquella brutalidad.

Me plante en frente de aquellas criaturas lista para recibir el primero golpe si era necesario, pues no iba a temer de nuevo ni a huir. Alcé la mirada con rebeldía a la calabaza que tenía en frente, busque su mirada, pero no encontré más que vacío.

—¡Por aquí! Pastel de calabaza

Sabía que aquellas cosas no eran más que marionetas del verdadero villano, pero algo era algo

Tomé la pala de jardinería que tenía en la mano y, alzando el arma improvisada con todas mis fuerzas, impactó en su objetivo, haciendo estallar la calabaza.

Las personas empezaron a seguir mi ejemplo y no tratar de rebanar esas cosas porque se multiplicaban.

Aquellos títeres no iban a lograr nada, pues era como rodear a un león con un gran número de ovejas. No tenía sentido.

Somos muchas cosas por separado, pero juntos somos como un artista en llamas, pues es uno que está vivo.

Unos gritos más, mezclados con la euforia y rechazo de las personas desató una pelea en la que no importaba la forma, sino luchar con aquellos seres repulsivos.

A mi alrededor habían armas improvisadas de todo tipo impactando en el cuerpo de las criaturas haciéndolas puré.

Me quedé observando todo que me distraje, y fue un grave error.

Antes de poder reaccionar tenía en frente a una calabaza soltando su peste directamente en mi cuerpo, que hizo caer al suelo por la debilidad instantánea, pues aún no me recuperaba los daños causados por apenas haber podido escapar de esas calabazas.

Grite para que me ayudasen. Estire las manos en busca de ayuda mientras el terror me invadía.

Mi vista se nubla y empiezo a gritar en el suelo, tengo un miedo irracional por algo... No, es alguien. Cada vez está más cerca...

Caí de rodillas al suelo, pero sin importarme el dolor de mis rodillas levanté la mirada contra aquella persona que había osado ayudarme metiéndose en la boca del lobo.

Mi mirada se encontró con aquel muchacho que vivía protegiendo París. Chat Noir se encontraba en frente mío con una sonrisa algo arrogante y divertida, y que ahora me ofrecía su mano para ayudar a ponerme en pie.

Agradecí el gesto y con un una mueca de alivio me puse de pie.

—Otra damisela salvada que agregar a la larga lista. Me gustaría quedarme a charlar, pero tengo una ciudad que salvar.

Me guiñó un ojo y extendió su bastón elevándose y antes de tratar de desaparecer en la oscuridad nocturna me dijo:

—Será mejor que te vayas de aquí. Pude haberte ayudado, pero otro de esos seres no lo pensaran dos veces antes de atacarte.

—Gracias por la ayuda. No le hagas esperar más a Ladybug y buena suerte salvando París.

Chat Noir asintió levemente y sonrió. Cuando estaba dispuesto a irse lo detuve del brazo.

—Espera...¿Porque me salvaste?

Él se detuvo de golpe y miró hacia abajo.

Se quedó así por unos segundos, pero su expresión no me revelaba nada, hasta que al final escuché de nuevo su voz.

—Porque mi deber es proteger a los ciudadanos de esta ciudad, y aunque muchos han caído y no podemos ayudarlos, sabemos que derrotando al akuma los salvaremos.

Quería agregar más, pero su mirada llena de prisas mato a las palabras antes de que salieran de mi garganta. Me di media vuelta y emprendí la carrera sin mirar atrás.

Agradecí en mi fuero interno la acción de aquel superhéroe, pues seguro ahora mismo podría estar sumergida en todos mis miedos, pero sin dudas que de pasaría.

Podría ir a casa, pues sé que cosas peores están por venir, y aunque quisiera seguir haciendo escuchar mi voz, sé que corro el riesgo de morir o terminar aún más herida de lo que ya estoy.

Pero mi alma se ha encendido y no se apagará fácilmente.

No tengo tiempo para pensar en el peligro, por más suicida que suene, pues estoy demasiado ocupada prosperando en cambiar la realidad. Más que sobrevivir a ésta noche, aprendí que esto es solo el comienzo, así como pude ver lo fuertes que somos unidos.

Este es solo el comienzo de una lucha cuyo fin no existe.