❝ Ohaio,
Meliodas - Sama.
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@_¡Hola sagrados caballeros!
Nuevamente el NNT Team regresa luego de unos días de ausencia con un nuevo.. ¡Two-shot! (Era demasiado largo para una sola parte xD) por nuestra escritora Empanadah la cual, si preguntan, no se puede comer :3.
¡Esperamos que les guste!
:confetti_ball: ; Ven a Nueva Orleans~
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Sueños.
No, no me refiero a los que se proyectan en nuestra mente al dormir. Me refiero a aquellos que nos impulsan a nosotros, los humanos, a conseguir o lograr algo.
Mayormente, no creo que muchos de nosotros los tengamos. O, sino, no tenemos en claro estos a la vez que nuestros objetivos en la vida. Si esto es considerado común, tómenme como una rara. Bueno, no tanto.
Desde pequeña tengo claro mi sueño, y como muchos de los que tienen sueños, el resto no me cree capaz de conseguirlo. Mis padres, que constantemente me recuerdan "es tonto", "nunca lo conseguirás", mis amigos, que repiten sus palabras con un poco más de delicadeza, y todos los extraños a los que les repito este sueño, algún día se arrepentirán de haberse burlado de mí. Lo sé.
¿Y, cuál es este sueño, por el cual todos se ríen de tí?
Simple; bueno, no exactamente. Abrir una boutique, o tienda en mi idioma natal francés. Desde pequeña descubrí mi habilidad por crear cosas, y el ver la alfombra roja de las entregas de premios mi curiosidad aumentó.
Incluso había empezado a hacer planos del edificio en mi adolescencia, época en la que también comencé a hacer mis primeros diseños de moda.
Sí, estoy decidida.
–¡Muffins y capuccino con leche para la mesa 6!
Eran las últimas órdenes del turno diurno en la cafetería Dupain Cheng, turno en el que el lugar se veía más vacío que nunca, y en el que menos empleados trabajaban. Una de estas pocas empleadas, Marinette Dupain Cheng (hija de los dueños), se encontraba con más energía que de costumbre. A pesar de haber sido despertada horas antes de lo usual y criticada por un par de clientes por su torpeza, sonreía como jamás lo había hecho.
Según ella, se debía a una voz positiva que apareció en su cabeza esa mañana, que le advertía de un evento que cambiaría su vida sin que lo notase. Esperaba ella que este suceso fuera para bien, y que se relacionara con su sueño de abrir su tienda de moda.
–Wow, chica, ¿Tu emoción es debido a la llegada de Tsurugi o.. por algo más..? –insinuó su mejor amiga actual y de la adolescencia, Alya Cèsaire.
Tsurugi era el apellido de una familia japonesa conocida por su destreza en artes como la esgrima, su antiguedad y el descubrimiento de una relación entre esta y la familia imperial japonesa. La primogénita, Kagami Tsurugi, se encontraba viajando a la capital sa París, para encontrar la prestigiosa academia D'Argencourt junto a su madre.
–¿Qué? ¿Es hoy? Ahh.. De cualquier manera, no es por eso. – pausó con una sonrisa la azabache, a pesar de su torpeza e ignorancia. –Es que sé que algo me pasará pronto, y estoy más que segura que se trata de mi futura boutique. – relató, con una pizca de felicidad, recalcando el sueño que ni siquiera su morena compañera creía que cumpliría.
Un pensamiento se paseó por su cabeza. Quizá este fuera el evento que cambiaría su vida. Que le recordaran sobre la llegada de la joven Tsurugi podría ser casualidad, o no.
Una pequeña campana en la cocina de la cafetería tintineó a un volumen medio. Había llegado el fin del turno diurno, y el trabajo de Marinette ese día. Removió la gorra estampada de su cabeza, y el delantal rosado que formaba parte de su uniforme. Tomó su bolso y se apresuró a retirarse, odiaría encontrarse con sus padres antes de partir a su lejano departamento.
La ojiceleste apenas cumplió sus dieciocho tomó decisiones "extremas", como las llamaban sus más cercanos familiares. Comenzó a trabajar, y a los pocos meses ya obtuvo su propio espacio para vivir. Al alejarse de ellos, sus padres la intentaron convencer de trabajar en su cafetería. No sólo para que tengan tiempo juntos, sino también para acostumbrarla al trabajo gastronómico y hacerla abandonar su infantil sueño.
El metro yacía vacío. Las doce de la tarde no parecía una hora para salir a trabajar, o volver al hogar. Sin embargo, a nuestra protagonista le parecía perfecto. Tenía tiempo para conseguir dinero, diseñar ropa en silencio, manejar su dinero y continuar diseñando. La cantidad perfecta para estar al exterior y pensar en ella misma, a su parecer.
Sin embargo, en ese viaje de quince minutos no diseñó nada. "Ya lo haré en casa", pensó. A la vez también imaginó la llegada de Kagami. Si, realmente, este sería el evento que sentía que cambiaría la ruta de su vida actual. Probaba encontrar los pros y contras de lo real que podría llegar a ser eso. Ambos se mantenían empatados en número, y la cabeza azabache de Marinette se llenaba de dudas.
El tren finalmente llegó a su estación deseada. Esta también se encontraba vacía. La ojiceleste se levantó de su asiento, sin prisa alguna, y se retiró del subterráneo. Caminó por las calles vecinas, que conocía tanto como las líneas de su palma. Tenían al menos un poco de movimiento, pero no tanto como el que se suele tener.
Su edificio no estaba lejos y era fácil de reconocer. De alrededor unos seis pisos, con balcones llenos de vida vegetal y paredes de color negro. Lo que lo hacía especial era su entrada: era amplia, y la mitad de esta se encontraba libre. La otra mitad se conformaba con un cuadrado con paredes de vidrio y una puerta entre toda aquella transparencia. Mostraba el interior, con sólo una silla, un espejo y dos ascensores. Se acercó y comenzó su rutina diaria. Abrir, cerrar, caminar, abrir, cerrar, subir, abrir, cerrar, caminar, abrir y...
Una aura desconocida le invadió. Significaba la presencia de algún ser dentro de su departamento. Dudaba que fuera de las plantas; el aire no se parecía al que solían consumir sus verdes compañeras. La seguridad en París era casi absoluta, no se reportaban casos de asaltos seguido. Le parecía extraño. Su cabeza se llenó de pensamientos como "No tengo nada importante.." "¿Quién será?" "¿Me estaré volviendo loca?".
Metió la llave en su cerradura correspondiente. Gritó y pateó la puerta con semejante fuerza que la persona dentro cayó de espalda con un rostro de terror puro.
–¿Adrien? –reaccionó Marinette. El rubio había perdido la capacidad de defenderse al recibir tal susto.
–La próxima, te aviso. – rió, poniéndose de pie. –No quisiera meterme con tus habilidades atléticas. –bromeó, causándole una risa similar a la suya a su contraria.
El enamoramiento de la azabache ante él había finalizado hace no muy poco. Este acto de madurez los convirtió en unos muy buenos amigos, casi llegando a la relación de hermanos. Al rubio la vida le sonreía probablemente más que a nadie en la capital. Desde que, al igual que la menor, se independizó de su familia, recibía propuestas de modelaje masculino al menos cuatro veces al día.
Probablemente, la joven se debería haber preguntado cómo él había entrado a su casa, si la cerradura se encontraba intacta al igual que las ventanas y el balcón. Era mejor no cuestionarle, la cantidad de dinero de Adrien le permitía crear una llave de la medida exacta de cualquier cerradura cuando quisiera. Lo más probable era aquella loca teoría.
–¿Q-Qué haces aquí? ¿Por qué no me avisaste por texto para juntarnos? – consultó la ojiceleste extrañada, proponiendo indirectamente maneras de que no la asustara en su casa en el futuro. Ante la pregunta, su contrario pareció emocionarse internamente.
–Es que ando preparando una fiesta de disfraces por la llegada de... – pausó, intentando contener sus emociones. –¡¡Kagami Tsurugi!! Y tú estás invitada, amiga mía. –le guiñó el rubio.
La emoción que contuvo al hablar de la joven de origen japonés le recordaba a cierta persona. A ella misma, en su juventud. El tono de voz se asimilaba al que emitía cuando pronunciaba el nombre de su crush en sus años de instituto.
–Genial, será un gusto ayudarte con la comida. – sonrió ella, sintiéndose extraña al ser invitada a un evento donde dos personas con mayor status que el suyo fueran protagonistas. Además, conocía los dulces favoritos del ojiverde y sabía bien que los que preparaba eran los que más les gustaba.
–¿Qué? ¡No, no! Tú, me ayudarás con.. – pausó nuevamente, seguramente por las mariposas en su estómago. –Kagami... – suspiró, con aire enamoradizo. Marinette se dio cuenta de ello y no esperaba para hacerle bromas sobre ello a su amigo atontado.
–Jajaja, claro tórtolito, pero ya vete que se me hace tarde para almorzar. – bromeó, empujándolo hacia la salida. Adrien no forcejeó, mejor dicho se retiró como si fuera su propia casa. Lo cual no era raro, pues visitaba a su antigua fan más seguido que cualquiera de sus otros compañeros de la adolescencia.
Una vez sola, la azabache suspiró. Vio a su alrededor y a su trabajo hecho. Perseverancia. No le gustaba dejar cosas a medio hacer. Razón por la que nunca abandonó su sueño. "Lo soñé una vez, y ya no se irá de mi cabeza hasta que lo cumpla" pensó por vigésima quinta vez.
–Mañana será un gran día. –
París.
Me alegraba de por fin llegar a mi ciudad favorita.
También me alegraba por fin alejarme de mi asistente Nathalie, deseaba probar algunas delicias sas sin presión por los malditos horarios. Me acerqué al lugar con decoración más llamativa y nombre más peculiar: Dupain Cheng Café.
Cualquier otra persona reconocida se hubiera disfrazado o entrar como una diva total, pero no me consideró ninguna de las dos. Ingresé esperando una oleada de fotos, otra vez, pero me sorprendí al ver el lugar casi vacío a pesar del dulce olor que desprendía la cocina.
No me esforcé en escoger una mesa, con una que me permitiera ver el exterior me bastaba. Miré el menú que se exponía sobre la mesa. La boca se me volvió agua al ver todos los postres y sus precios, totalmente diferentes a mi país natal. Dudaba cada vez que leía un plato nuevo y eso no me permitía terminar mi decisión.
Finalmente, sentí una presencia que me observaba con gracia. Quizá realmente estaba babeando, que vergüenza. Sólo podía notar su torso inclinado, con una bandeja de plata apoyada en sus muslos.
–No vienes seguido, ¿verdad? –acertó con su dulce voz, que me dejó hechizada. Asentí sin palabras intentando contener mi shock. Noté un líquido frío bajando de mi labio inferior, y me limpié con la servilleta más cercana. Ella sólo río.
–Si no te decides, te puedo ofrecer... –volvió a comentar, despertándome. Me golpeé internamente, intentando recordar mis ocho meses de español. –Macarrones de frutilla con relleno de crema con un batido de banana y vainilla. –soltó, volviendo mi boca hambrienta.
–Entonces quiero eso. –respondí con una sonrisa no característica de mí, esperando que su risa no fuera a causa de una equivocación en mis palabras. Liberó mi mesa y me dejó con un bonito guiño y las ganas de hablar más.
Esa tarde sentí que era la más tranquila de mi vida entera. Sin presiones, sin asistente, sin fotos y al lado de una chica amable. El tiempo más alegre de mi estadía, sonriendo y charlando alegremente. Nadie me reconoció por suerte, pero luego de que me fuera (tristemente) seguro alguien corría a mi búsqueda.
Acerté correctamente. Nathalie y su enorme auto esperaban por mi afuera del local. Se encontraba más preocupada que nunca, ni siquiera recordaba cuánto tiempo estuve para que se desesperara así.
–¡Señorita Kagami! ¿Sabe lo riesgoso que fue alejarse de mí? ¡Podría haberse perdido! No conoce esta ciudad y... y... –colapsó su temor la asistente, sin preocupación de miradas ajenas. La menor sólo la calló con su mano derecha en alto y con su sonrisa esfumada.
–¿Nueva en la ciudad, huh? –habló una voz femenina y oscura que llamó su atención. –No puedes iniciar tu viaje sin saber lo que deparará tu futuro, ¿no crees? – volvió a decir, ahora suspirando en el cuello de la azabache menor. Un sombrero negro de copa cubría sus ojos, y vestía un traje masculino del mismo color con detalles naranjas.
Sonaba falso, pero la ojimarrón confiaba en todo por sus raíces japonesas. Se acercó a la figura con curiosidad, que caminaba confiada hacia un callejón sin salida con una puerta al final de este.
– Aquí no es un lugar muy adecuado.. Entren, por favor. –señaló con su palma la puerta. Entraron, una confiada y otra todo lo contrario. La fémina misteriosa sonreía por lo bajo.
La sala no contenía una excesa cantidad de luz, exceptuando una lampara en el techo que alumbraba una mesa redonda con tres sillas y un rojo mantel. Entre la oscuridad se notaban algunas cosas, como estantes y muñecos probablemente vudús por sus ojos de botón y porte pequeño.
Las invitadas se mantenían mudas. La repentina invitación no estaba en su plan, pero por dentro a una de ellas le entretenía encontrarse ahí. Se posicionaron en las sillas a dúo mientras su anfitriona desprendía de su manga derecha un mazo de cartas boca abajo y en fila. Se colocó en su lugar también preparada para empezar.
–Creo que ya sé porqué se encuentran aquí... – jugueteó con las cartas, hasta desplegar todas en hilera en dirección de Kagami y Nathalie. – Tomen tres. – ordenó divertida. La menor tomó sin dudar, a diferencia de su contraria que comenzaba a dudar.
Las colocó y las desplegó las seis. Tomó la primera del lado de la japonesa, que la mostraba en un avión que se movía con ella dentro. Misteriosamente, el papel se desprendía enseñando un árbol familiar con personas y una corona en sus cabezas para terminar en ella.
–Entiendo que pasaste mucho para llegar, y que eres noble al parecer. –insinúo, ignorando el asombro de la adolescente. Reveló la segunda, con ella nuevamente con un corazón partido sobre su cabeza. –También estás sola, peor no eres la única, heh. –bromeó. Giró la carta, que la mostraba feliz abrazada de otra chica azabache.
Y la tercera, con un feliz final rodeada de "seguidoras" y de la mano con la chica que apareció en la segunda carta. Kagami se alegró, después de todo el ir con la extraña le había alegrado el día nuevamente.
–Oye, apurémonos, ¿estás presionada verdad? No es de esperarse pues... –habló rápidamente mostrando la primera carta de Nathalie, que la mostraba viendo su reloj a todas horas y colocándose al lado de la menor. –Estás siempre bajo presión hasta si tuvieras pareja estarías así. – moviendo la segunda con lo mismo que la anterior, exceptuando que se colocaba en una boda.
–En el futuro, yo sé que.. – tomó sus hombros detrás suyo, revelándole la última carta en secreto. – Tienes justo la vida que deseaste vivir. – con ambas invitadas cambiando sus roles de asistente y jefa.
Se inclinó hacia la azabache con su mano izquierda a su disposición, y la derecha junto a la ojiceleste. Sonreía, esperando un apretón. Ambas se lo dieron, ingenuas. Las paredes y el suelo se volvieron sólo luces de color violeta fuerte, y los muñecos en las estanterías comenzaron a moverse y acercarse.
Dos cascabeles color verde ataron a Kagami, que comenzó a moverse frenéticamente bajo la mirada horrorizada de su asistente sin palabras. Desde un rayo de luz, la anfitriona sacó un colgante con un dije de madera y forma de dragón con profundas líneas.
Los ruidos y luces se intensificaban, y más cuando la misteriosa desplegó luces y una máscara huesuda cubrió la mitad de su cara. Tomó la mano de la azabache y el dragón abrió su boca mordiendo su dedo índice y un poco de su sangre.
Fue cubierta de luces y una especie de agua celeste y verde, que mientras más avanzaba las líneas del dije se cubrían de rojo. La asistente observaba sin poderlo creer. Agua luminosa rodeó a la anfitriona, distorsionando sus colores. Los muñecos tocaban los tambores salvajemente y cantaban para crear un ritmo espeluznante. Signos violetas y destellantes la cubrían también.
–Yo quiero complacer.. –
–Pero si no, ¡No me culpen! – cantó levantando sus manos al cielo.
–¡Si la culpa está en el más allá!
Bailaban las sombras y muñecos frenéticamente, mientras el horror en el rostro de Nathalie incrementaba. Los tambores crearon un pasillo, que de fondo estallaron fuegos verdosos.
Y luego todo fue oscuridad, exceptuando las verdes pupilas de la Mujer Sombra.
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¿Acaso no los hechizaron las palabras al final? ¡A nosotros se nos puso el pelo de punta! :o
Esperen para ver el desenlace de esta historia próximamente :eyes: .
それまで
Reader - Sama
"Sin importar que tan asquerosa sea la comida, el plato debe quedar limpio."
—Hawk
Créditos
Two-shot (1ra parte):
Redacción:
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Comments (6)
Me gustó mucho me encantó la forma en la que mezclaron la historia de la princesa y el sapo y MLB, pero además de eso, aprecie mucho que aunque la base de la historia es la película de La princesa y el sapo, tiene un toque único y original que me hace esperar con ansias la siguiente parte
La princesa y el sapo es mi película de princesas favorita y me fascinó la mezcla con MLB.
Esta parte del two-shot me encantó. Espero con ansias la segunda parte ^^
Igual a la película pero no entiendo porque kagami pero bueno tocará esperar el otro, me gusto mucho
Que hermoso~
Me encanta!! :heart: :heart_eyes: