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“Sigueme a mi mundo"

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CAP. #14 ¿ENEMIGOS O PROBLEMAS?

—¡Hey! Kubdel— Escucho decir a uno de mis compañeros y de inmediato sé quien es.

—¿Qué pasa Thom? — la puerta se acababa de cerrar y ese tipo ya estaba molestando.

—¿Por que con ese tono amigo?— se acercó a mi para continuar —¿Sabes?, los chicos y yo hemos pensado en hacer algo divertido.

—¿Qué éstas planeando?— pregunto un poco harto de su tono hipócrita, sé que el profesor me dejó con ellos por pura conveniencia, ya que Thom y sus amigos pueden ser un tanto... molestos, y me considera el único que se atreve a desafiarles.

—¡Nada amigo!— pone su brazo sobre mis hombros a lo cual me muestro indiferente.—Solo, no se, es nuestro primer día aquí ¿No te gustaría ir a pasear?

—No lo creo— resuelvo molesto, me suelto y me siento en el borde de la cama donde ya se encontraban mis maletas para retirarme los zapatos.

—¡Amigo!— grita él con los brazos abiertos incrédulo, para luego peinar su cabello mientras resoplaba. —Es el primer día, ¿no quieres explorar? — trató de convencerme más sereno.

—No —me recoste en mi cama —buenas noches— me cubrí con las colchas y escuché unos minutos el cuchichear de mis compañeros despiertos para después notar que apagaban la luz y se iban a dormir, todos estábamos cansados, lo mejor era conciliar el sueño.

°• :hearts: •°

—Jalil...

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—Jalil...

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«esa voz...»

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—¿Sabrina?

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—¡ Jalil !— escuché desesperado, una gran luz comenzó a nacer de entre la oscuridad para darme a conocer que estaba en las profundidades del mar. La luz se hacía más intensa a cada instante, hasta que...

—Solo fue un sueño— me dije a mi mismo.

Sentado ahora sobre la cama me pasé la mano por mi cabeza, de manera que peine mi cabello.

Mi respiración fue recuperándose y levemente trate de acostumbrar mi vista a la oscuridad.

Nadie se había dado cuenta de mi pesadilla o... eso parecía.

Necesitaba un poco de aire fresco, así que me dirigí a la ventana cauteloso. Todos parecían estar profundamente dormidos, ya que nadie se dio cuenta cuando crucé la habitación completa para llegar a la única pero gran ventana que se encontraba de el otro lado.

Al llegar me sentí tan vivo, tan descansado, el aire aquí es una maravilla y lo entumido de el viaje había desaparecido, el cielo era precioso con la fascinante vista de las estrellas que pocas veces se podía apreciar en París.

De pronto vi una luz encendida a unos cuantos metros y la figura de unos hombres discutir.

—No deberían estar aquí — advirtió una voz en chino, lo supe porque estudiamos ese idioma en el Instituto.

De pronto llegó a mi una paranoica idea, me dirigí directo a la cama más cercana y confirme mis sospechas, al jalar las sábanas pude observar como Thom inteligentemente había colocado sus cojines y lo mismo en cada una de las camas que se encontraban en el lugar.

—«¿Cómo pude ser tan tonto?»— me reprendí, lo primero que bino a mi mente fue saltar la ventana e ir corriendo a donde se encontraban las figuras masculinas.

Al llegar a ahí pude ver a los musculosos tipos chinos que sostenían a mis compañeros y a uno un poco bajo que parecía ser el jefe, al percatarse de mi presencia el jefe se exaltó;

—¡Tu también eres uno de ellos!— me acusó señalándome para que uno de los otros sujetos me apresara.

—¡Alto!— dije sin contratiempo antes de que el hombre me retuviera —No debería de hacer esto— él tipo que ordenaba se dirigió hacia donde me encontraba, ya furioso, su secuas no me había tomado como a los demás, supuse que fue por mi tono autoritario.

—¡No te atrevas a desafiarme niño!— me advirtió cuando estuvo lo suficientemente cerca para intimidarme, pasé saliva por mi garganta e inevitablemente me di cuenta del aprieto en que me había metido aunque luego de unos segundos recuperé mi valor atreviendome a seguir.

—Me siento muy molesto por el comportamiento de mis... Compañeros — mi mirada se enfocó en ellos durante unos segundos, cosa que también paso con aquel hombre duro —pero le aseguro, que no volverá a pasar.

—¿Cómo puede estar tan seguro?— preguntó mientras sonreía maliciosamente.

—Si eso llegase a pasar... Puede mandar apresarnos a todos — el tipo se alejó un poco de mi al parecer conforme.

—Me has convencido... Pero, solo tienen una oportunidad. Estoy seguro que pronto nos veremos— chasqueando los dedos ordenó   que soltasen a los chicos y se marchó con su grupo de gorilas entrenados.

—Gracias...— dije cuando se retiraban, el jefe se detuvo un momento para luego seguir su camino.

°• :hearts: •°

La mañana venía lenta, la luz fue entrando de a poco en la habitación donde nos alojabamos, pude observar que aunque muy sencilla, no estábamos en la aldea, digo, no parecía una aldea. Era moderna y tenía luz, aunque no había reloj, las paredes estaban perfectamente pintadas y parecía mas un refugio de el ejército.

°• :hearts: •°

En el almuerzo nos encontramos con unas amplias mesas en el jardín, donde nos esperaba el desayuno caliente.

Después de un buen rato probando los deliciosos alimentos se apareció una mujer mayor, se veía muy elegante y recta, la observe con delicadeza, el como se paseaba majestuosa entre las mesas y...

—¡Generala! — había escuchado esa voz antes.

Pude ver como el tipo de la noche anterior se acercaba a ella para comentarle algo que solo ellos supieron que era. La mujer asintió después de escuchar un momento atenta y siguió con su paseo pero ahora acompañada por el otro sujeto.

Luego de un minuto llegaron a donde me encontraba sentado.

—Buen día jóvenes — dijo la mujer sonriendo.

El otro tipo con cara de pocos amigos me observo y se limitó a decir;

—¡Lo sabía!

—¿Qué es lo que sabía comandante?— atenta de la actitud de su acompañante preguntó la mujer.

—Este es uno de los sujetos de los que le hablé.— la señora me vio y preguntó.

—¿Es uno de los sujetos o es él sujeto?

—Es él.

—¿Quiere usted joven decirme su nombre por favor?— se volteó a mi para interrogarme con esta última pregunta.

—Jalil— di a conocer— Jalil Kubdel.

—Bien joven Kubdel, me gustaría que me acompañara esta tarde a tomar el té.— El comandante y yo atónitos no reprochamos las indicaciones, la mujer exigió respuesta diciendo —¿Me haría el favor?

—Por supuesto — contesté seguro de que sería agradable.

SABRINA:

Cepillaba mi cabello lentamente frente a el espejo, mis ojos no se enfocaban en nada. Sentía como el cepillo se deslizaba por el lacio pelo de mi cabeza...

—Flash Back—

—Ella es Sabrina— decía Jalil muy entusiasmado mientras me mantenía atónita ante la presentación.

Cuando Jalil me convenció de ir a despedirlo no fui consiente de que su familia estaría ahí.

El Señor Kubdel, un hombre misterioso al que había visto pocas veces ya que al parecer siempre se mantenía ocupado y distante. La Señora Kubdel, una mujer muy bella y hogareña, parecía una de esas madres perfectas de la que la mayoría de mis compañeros tenían, la veía en el colegio siempre sonriente y Alix, ella bueno, es una buena chica, un poco rebelde pero me agrada mucho y al parecer yo a ella también, aunque desde que rompí mi amistad con Cloé todos me tratan así.

Los saludé de mano, sus rostros aunque amables dejaban ver intriga y sorpresa ante la intrusa en la despedida.

—Un placer señorita Raincomprix— decía el señor —si no me equivoco usted es la hija de el comandante de la policía ¿cierto?— sonrió en hombre dando a entender que me conocía, su mujer lo observaba atenta.

—Si, soy su hija— me mostré muy apenada e intrigada al contestar.

—Es un placer Sabrina— dijo la señora —por fin te conozco, Jalil y Alix hablan mucho de ti— ambos jóvenes abrieron los ojos a mas no poder sonrojándose un poco, mientras tanto sentí como mi cara se ponía caliente.

Una voz nos sacó de el trance en que nos encontrábamos cuando anunció que despegaría el vuelo de mi amigo, lo vimos alejarse hasta subir a el avión que casi al instante despegó y desapareció entre el tenue azul de el cielo y confundirse con las escasas lejanas nubes.

—Oye Sabrina, ¿aceptarias una invitación para ir a cenar con los Kubdel?— dijo la mujer que sosteniendo a su esposo de en brazo preguntaba ansiosa.

—Yo...— estaba muy sorprendida y nerviosa.

—Tranquila, tu familia puede venir— comentó pues al parecer se percató de mi estado.

—Claro que acepta— amenazó Alix antes de que pudiera retratarme —El sábado será perfecto madre.

—Fin del Flash Back—

Se escuchó el sonar de la puerta de mi cuarto.

—Sabrina tenemos que irnos— gritaba papá apresurado de el otro lado de la puerta.

«—¿En qué te has metido Sabrina?—» me regañaba lamentándose yo misma.

—¡Voy papá!—grite terminando de arreglarme...

DE EL AUTOR:

Si, otro capítulo y esta vez en tiempo récord, solo quiero saludar y pues no quiero prometer nada pero si sigo con esta inspiración el próximo será pronto.

No soy muy cumplida, pero es que me pasó algo que me hizo desear escribir, no por terminar, si no por disfrutar yo y pues regalarles un rato de lectura a quienes les guste el ship, creo que es el único fanfic que lo contiene, pero si alguien conoce otro por favor pasenme un link que me encantaría leerlo.

Es todo, ¡que estén bien!

Pd: ←Esto parece una carita.

CAP. #14 SUEÑOS EN SU CAMA.

Los Kubdel no olvidaron su invitación, de hecho la hicieron más formal. El padre de Alix se topo con papá uno de estos días por trabajo y le habló de la cena y especificó que le gustaría hablar “algunas cosas" con él. El señor Kubdel tendría una gala pronto y quería estar seguro de que la protección fuese impecable, ya que la seguridad en esos días estaba muy mal, Lady Bug estaba sola, nadie sabía que le pasó a Chat Noir, incluso su compañera lo ignoraba según algunas entrevistas, papá salía más a menudo, incluso en sus días de descanso y estaba más cansado de lo normal. El hombre no era tonto, quería tener un trato especial por parte de la policía de París ¿y qué mejor que hacerse amigo del comandante en jefe.

Salí de mi habitación, llevaba un vestido verde holgado de manga 3/4 y escote en v, me llegaba un poco más abajo de las rodillas, perfecto para la ocasión pues no era muy elegante si no sencillo más bien.

Mi padre corría de un lado a otro sin pantalones, solté una pequeña risa.

—Papá— llamé su atención lo más tranquila que pude.

—¿Qué pasa cariño?— preguntó un poco desorientado.

—¿Y tus pantalones?— él dirigió su vista a la parte baja de su cuerpo.

—¡Los pantalones!— corrió a su habitación, no se porque era tan difícil arreglarse para él, siempre era lo mismo y eso que yo misma preparaba su atuendo para que él lo usara.

°• :hearts: •°

El auto paró frente a casa de los Kubdel.

—¿Qué tal me veo?— preguntó mi progenitor dado vuelta hacía donde me encontraba.

—Eres el policía más guapo que conozco— me atreví a mentir pues uno que otro de sus compañeros pasaron por mi mente. Pero me sentía orgullosa de él, mi padre, el policía más dedicado que alguien pudiera conocer.

Bajamos del auto, papá me llevaba de el brazo, tocó a la puerta y de inmediato la señora Kubdel nos recibió.

Una casa muy linda, era elegante pero no lo suficiente como para dejar de ser cómoda, era muy cómoda.

Nos sentamos en la sala, la señora Kubdel estaba en la cocina terminando de preparar todo, me ofrecí a ayudarle pero ella se negó.

Alix bajó por las escaleras, se veía muy bien, al parecer si se lo proponía podía ser toda una señorita de sociedad.

—Buenas noches— dijo ella a lo cual todos contestamos incluido su padre al que se le notaba un tanto orgulloso.

—¿Por que no llevas a Sabrina a la terraza hija?— comentó el aún orgulloso señor.

—De acuerdo— dijo la chica muy sonriente —¡vamos Sabrina!— le seguí pendiente de a donde íbamos.

Al llegar arriba pude ver como se extendía ante mi un hermoso París iluminado solo por lámparas y la tenue luz de la luna que parecía un canto apenas audible.

—¿Es hermoso no?—dijo la chica junto a mi atrayendo mi atención.

—Lo es— aseguré sin dejar de ver aquel bello paisaje.

—Es el lugar favorito de casi todos en casa...— dijo ella bajando en tono de su voz de a poco a la vez que se detenía en mencionar algo.

—¿A qué te refieres con “casi todos"?— pregunté un tanto confundida.

—A Jalil no le gusta— respondió dejandome así más dudas.

—¿Cómo podría no gustarle? — pregunté mientras observaba la hermosura de el sitio...

En la parte alta de la ciudad justo en la sima de una no muy alta colina se encontraba la no muy grande casa pero como dije antes demasiado cómoda, la terraza era pequeña, tenía una pequeña sala con cuatro sillones individuales y su mesa de centro con estilo cabaña, una barandilla simple color negro y un columpio de tamaño de una banca.

—A él... — ella se detuvo un momento dejando un hueco también en mis latidos —No le trae gratos recuerdos— Algo me dijo que no tenía que preguntar más.

°• :hearts: •°

En la mesa todos nos delitabamos con la exquisita comida de la Señora, los adultos hablaban y hacían una que otra broma, de vez en cuando Alix y yo respondiamos preguntas, era una velada sorprendente hasta que;

—Debemos irnos— dio a conocer papá apurado después de colgar al teléfono.

—¿Pasa algo Comandante?— preguntó el señor Kubdel intrigado.

—Un atentado a la alcaldía, debo llevar a Sabrina a casa— decía mientras me levantaba de mi lugar.

—Disculpeme señor Raincomprix, pero lo considero muy arriesgado— objetó la madre de mi compañera preocupada— Sabrina se podría quedar a dormir aquí si usted lo permite y ella acepta.

—Mi mujer tiene razón, le facilitaría el trabajo — abogó el hombre a deseo de su mujer.

—Tienen razón — itió mi padre —¿Sabrina?— preguntó dirigiéndose a mi.

—No hay problema— le aseguré para tranquilizarlo. Yo sabía que así agilizaría las cosas.

—No se diga más — dijo papá decidido — el deber me llama.

Mi padre se disculpó con los Kubdel agradeciéndoles la cena y se despidió de mi. Lo vi alejarse hasta que desapareció, me dejó preocupada, casi con lágrimas en los ojos, apenas unos segundos después Alix me tomó de los hombros para introducirnos a la residencia.

La cena continuó y yo me sentía cohibida. La familia era muy amable, pero la preocupación no me dejaba en paz.

Fui a la alcoba de Alix junto con ella, era más ordenada de lo que imaginaba. Su madre llegó segundos mas tarde.

—¿Cómo están?— preguntó, solo contestamos positivamente pero mi semblante decía otra cosa.

—Cierto Sabrina, eres hija única. Supongo que estas acostumbrada a dormir sola— dijo la amable dama preocupada.

—Bueno, para no causar molestias podría dormir en la sala— me atreví a sugerir un poco más atenta— la mujer rió y movió su cabeza de forma negativa.

—Sigueme— ordenó jalandome de el brazo, el calor de su mano transmitía amor, ojala el calor de madre fuese similar.

—Aquí dormiras— abrió la puerta de una habitación pequeña, se podía ver la cama sobre una segundo mini piso donde solo cabía el colchón matrimonial, debajo una puerta que parecía un armario, por un lado otra que supuse era el baño, un computador bajo la plataforma alta de la cama, junto al armario y una gran librero que cubría la mitad de la pared de el otro extremo del baño.

—Es pequeña pero cómoda — aseguró la mujer al parecer leyendo mis pensamientos —Espero duermas bien.

—No se preocupe, es muy linda— aclaré para tranquilizarla.

La mujer me entregó un cepillo dental nuevo, comentó que tenía algunos para emergencias.

El teléfono sonó, era papá, al parecer ahora todo estaba bien, me preguntó si quería que fuera por mi, yo más tranquila le pedí que se fuera a descansar y por la mañana pasara, él estuvo de acuerdo pues se notaba cansado por los días anteriores.

Me relaje dispuesta a dormir, nunca lo había hecho fuera de casa sola, las únicas veces que lo hice fue en casa de Chloé en su enorme cuarto.

Limpie mis dientes y me quité mi vestido, Alix y su mamá lamentaron no tener nada para prestarme, pues Alix solo tenia un pijama por pura rebeldía, uno de la Señora no me quedaría y mucho menos el de Jalil o su padre. La verdad no importaba mucho porque debajo de mi vestido llevaba puesto un pequeño short y un top de tirante angosto que daba la sensación de confort.

Subí la angosta escalera y deje caer mi cuerpo en el colchón, era tan suave y las sábanas blancas me hacían sentir como toda una princesa, cerré mis ojos para descansar abrazando una almohada.

Cuando... Mis ojos se abrieron tan rápidos como rayos, era el olor de la cama, tenía un ligero aroma a amabilidad y... cítricos.

Entonces entendí todo, estaba en la habitación de Jalil, era por eso que sentía ese calor, esa presencia que me tranquilizaba.

Puse mi cuerpo de lado cobijandome con las colchas y abrazando las restantes, era como habrazarlo a él, no había pasado una semana y yo anhelaba su regreso.

JALIL:

Dejé a Anessa sola, le había prometido la visitaría todos los días y le había fallado, dos días pasaron desde nuestro último encuentro.

—Hola— saludé un poco apenado entrando en la sala de la casa.

—¡Muchacho!— escuché esperando un golpe, pero por el contrario pronto me encontré en los brazos de la dulce anciana. —¿Por qué no habías venido?— me regañó.

—Las investigaciones Anessa, recuerda a lo que vine.

—Eso crees tu...— le escuche susurrar.

—¿Perdón?— quise saber el motivo de su comentario.

—Toma una taza de té — dijo librándose astutamente de mi pregunta.

Estaba a punto de tomarla cuando una mano intentó golpearme abruptamente, sin más la esquivé tomándola de la muñeca, era el comandante...

CAP. #15 SOLO CUENTOS CHINOS

—¡Felix!— se dirigió amenazante la dama que se encontraba a mi lado a el comandante.

—Lo lamento Anessa, pero aceptemoslo, él muchacho ha mejorado mucho en tan poco tiempo.— declaró el sujeto sentándose a la mesa con nosotros.

—Tienes razón — itió la mujer —pero el susto me lo he llevado yo más que él. — Ahora se apreciaba en ella un tono de burla a sí misma.

Anessa me había propuesto estudiar un poco de artes marciales por pura defensa personal, Félix me ayudaba con eso, otra de las razones por la cual no la había visto antes. Él comandante parecía duro a simple vista, pero solo tuvimos que pasar una lección de artes marciales juntos para darnos cuenta de que no era tan difícil convivir.

—¡Muchacho!— Gritaba la mujer mayor intentando llamar mi atención.

Apenas lo logró y soltó un balde de agua fría sobre mi al preguntar:

—¿Pensando en tu amiga?— mi mejillas se ruborizaron un poco al recordar a Sabrina aunque ella no fuese el motivo de mi falta de atención.

—¡No!— me detuve un momento —Yo pensaba en... Otra cosa.—dije haciendo una seña para contarle en otro momento.

—Bueno...—se quejó resignada.—¿Qué haz pensado de eso que te dije?

—Flash Back—

—Parece una buena chica— decía Anessa después de haberle contado sobre Sabrina.

—Lo es, ella es una niña maravillosa— confesaba mientras dejaba caer mi cuerpo en el sofá.

—Lo único malo es que tiene novio— se quejaba la generala mientras dejaba ver una mueca de desaprobación.

—Si— reflexione un poco — pero ella es muy joven y no creo que dure toda la vida su noviazgo.

—Jalil— ella puso su mano sobre la mía —prometeme que cuando regreses a París no te apresuraras con Sabrina.

—¿A qué sé refiere? — pregunté atónito.

—Promete que serás paciente y sincero con tus sentimientos — la generala suspiró para luego aclarar; —Cuando uno descubre joven a el amor de su vida siempre hay algo más, alguien— la mujer volvió a callar— siempre hay problemas.

Mis ojos parpadeaban intentando asimilar lo escuchado.

—Según sé, las parejas siempre tienen problemas. — aclaré consolandome.

La mirada de ella se volvió fría, rebelaba algo más aunque no se que era.

—No en las parejas especiales — la escuché susurrar, me dio pena preguntar pues aunque nos lleváramos tan bien hacía muy poco que la conocía.

—Fin del Flash Back—

—Debo retirarme — dijo un Félix frío y uraño que daba la sensación de acabarlo de conocer.

—De acuerdo— respondió cálidamente la señora al verlo alejarse ya.

—Lo haré — solté un suspiro que sentí salido desde muy en mi interior.—Pero deseo saber...—me enfocó atenta —¿a qué se refería cuando mencionó el amor especial?— ella agacho su cabeza y meditó un momento, yo estaba ansioso por escuchar su respuesta.

—¿Quieres qué te cuente una historia? — dijo amable la anciana.

mi rostro fue azotado por la incredulidad, le había pedido una respuesta a una incógnita misteriosa y ella me preguntaba amablemente si quería que me contara una historia.

—¡Anessa yo!— la voz despreocupada de la fémina me interrumpió como una bofetada a quien desobedece una orden, fue entonces que entendí que era mejor guardar silencio.

—¡Hace mucho tiempo!— la dulce señora se tentó la mejilla preocupada —¿Esta bien si empiezo así? — me preguntó.

—Inicia como gustes— dije atento pero aun atolondrado por el cambio de tema tan repentino.

—Hace mucho tiempo en una de las aldeas más lejanas de China. Un hombre llamado Humd vivía con su familia, ese hombre tenía un hijo varón al cual dio un regalo en su cumpleaños número quince, un hermoso objeto azul, brillante por fuera, era muy peculiar, le hizo prometer que lo cuidaría con su vida.

Cierto día una extraña mujer llegó a la aldea, llena de artilugios como la pertenencia de el joven, pero ninguno tan bello.

La dama forastera, una bella mujer mayor, tan hermosa que cualquier hombre caería a sus pies, cualquiera menos Humd quien la rechazó en innumerables ocasiones. Motivo por el cual a la forastera le ardía la sangre, así que decidió vengarse.

La mujer comenzó a seducir a el hijo de Humd, el chico fascinado cayó a sus pies. De tal manera que la mujer le pidió un hermoso regalo a cambio de su amor. El muchacho para sorprenderla la sito un día después a la orilla de un pequeño lago que había cerca.

Humd siguió a su hijo adivinando sus intenciones al notar que salia misteriosamente esa tarde.

La mujer esperaba al joven a la orilla de el lago, en una especie de plataforma formada por una roca, el enamorado niño apunto de entregar a aquella arpía su tesoro más grande fue detenido por su padre quien provocó la ira de la mujer que lanzó un hechizo contra ambos, el padre del joven la atacó dejando así a sabiendas de su hijo que poseía magia y a la forastera aprisionándola en el lago.

La sorpresa hizo que el muchacho soltara aquel bello objeto, perdiéndolo para siempre o eso parece.

Se dice que aquel objeto están ligado a muchos otros y que tiene un poder que pocos han llegado a conocer, es por eso que muchas personas visitan el lago para buscar el tesoro de Humd, pero se dice que solo su linaje lo puede obtener, se piensa que hace mucho que lo encontraron, aun así nadie esta seguro.

—Es un bello cuento chino — dije al escucharla terminar su relato.

—No es un cuento mi estimado Jalil— dijo mientras me lanzaba una pícara mirada y una lasciva sonrisa.

Reí un poco al verla intentando convencerme...

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