SOLO FUÉ OTRO SUEÑO

Me encontraba en un bosque el cual sus dimensiones desconocía por completo, no sabía como había llegado a parar allí pero lo que sí que algo o alguien me llamaba. Miré a los lados con temor pero no llegué a distingir nada, la oscuridad era demasiado espesa y amenazaba con tragarme, alejarme de la luz.

Llamé a mi kwami pero nadie respondió. Note también que no llevaba el anillo. ¿Qué me había pasado? ¿Dónde estaba? Avanzé sin saber bien a donde hasta que escuché un crujir. Esta indefenso, no veía nada, me encaminaba a ciegas. Sentí la mirada de alguien sobre mí. ¿De dónde venía? No lo sabía. ¿Quién era? No me salía la voz para preguntar. Mis piernas comenzaron a temblar, el miedo estaba ganando terreno, temía caer y no volver a levantarme.

De pronto, apareció ante mí un pequeño punto azul el cuál irradiaba luz propia aunque si bien no era mucha, era la suficiente para verme por completo y a unos cuantos centímetros más adelante. Extendí la mano para cojerla pero mis dedos transpasaron su figura.

Se desplazó hacia adelante dejandome ver la marca de un pequeño sendero. Intuí me invitaba a seguirlo. Pero no sabía si confiar o no en aquella criaturita, podía verse indefensa pero no sabía de lo que era capaz. Es más, ni siquiera sabía donde me encontraba aunque luego de pensarlo unos instantes no tenía otra opción. Era mejor seguirla a quedarse sólo en la oscuridad inmensurable.

Desconocía el tiempo que duró la caminata; mis pies estaban cansados, tenía el cuerpo totalmente congelado y cuando levanté la vista al cielo pequeños copos de nieve comenzaron a caer. ¿Nieve? ¿En verano? Di media vuelta buscando el camino el cual había tomado pero este ya no se encontraba. Busqué a mi pequeño guía y lo visualizé a unos cuantos metros de distancia, corrí en su dirección pero al llegar este se desvanecía dejandome ver en su lugar una vieja cabaña que parecía abandonada.

El foco de entrada titilaba, alumbrando cada tanto la entrada al recinto. Luego de mirar a los lados con preocupación en busca de mi anterior guía, decidí entrar.

La puerta se abrió con un crujido que retumbó por toda la casa y levantando una niebla de polvo la cual me obligó a cubrirme la boca y nariz con el cuello de mi camisa. Al poner un pie dentro, las luces del pasillo se encendieron en un tono verdoso obligandome a caminar en linea recta.

Al llegar al final del pasillo se encontraba mi diminuto guía pero cuando extendí mi brazo para tocarlo este se comenzó a expandir, tomando la forma de un humano, convirtiendose en mujer y levantando la vista para encontrar mi mirada.

- ¿Mamá? - hablé en un susurro al borde de las lágrimas.

Pero cuando abrió la boca para responder un grito agudo se escapó de esta, provocando que los cimientos de la deprorable casa se viniesen abajo. Cubriendome por completo.

Desperté sudando frío y con la respiración acelerada. Había tenido ese sueño nuevamente, por quinta vez consecutiva. ¿Por qué no me dejaban dormir en paz? Ya era suficiente con no tenerla cerca como para que su fantasma me atormentase todas las noches.

Luego de tranquilizarme y normalizar mi pulso, volví a colocar la cabeza en la almohada, repitiendome una vez más:

- Solo fué otro sueño. Solo fué otro sueño.