SOLTAR SIN DRAMA (NI CADÁVERES)

Soltar, esa palabra tan bonita en libros de autoayuda y tan cabrona en la vida real. Suena espiritual, suavecito, casi como si al hacerlo se abriera el cielo y te abrazara una nube, pero para muchas personas, soltar es más parecido a arrancarse la piel. Cuando amamos, lo hacemos CON TODO, y cuando soltamos… muchas veces arrasamos.

¿Y sabes por qué? Porque no nos enseñaron a irnos bien. Nos enseñaron a amar hasta fusionarnos, amar con dependencia, hasta que no sabes si estás contigo o habitando las emociones de la otra; entonces cuando se acaba, no soltamos; cortamos en seco y desaparecemos; o seguimos ahí, medio juntas, medio rotas, repitiendo patrones una y otra vez.

¿Por qué nos cuesta tanto soltar sin dañar?

Sabemos que nadie llega a nuestra vida por casualidad. Las personas que elegimos o que nos eligen (de forma inconsciente), suelen activar partes no resueltas de nosotras; heridas de abandono, control, invalidación, rechazo, etc. Cuando repetimos relaciones tóxicas una y otra vez, no es porque seamos masoquistas emocionales, sino porque nuestro sistema nos empuja a resolver lo que está pendiente. Lo que no sanaste en tu historia es lo vas a repetir en tus vínculos, y lo vas a confundir con “conexión intensa”.

Soltar, entonces, es más que dejar a alguien, es soltar la fantasía, la adicción al caos, el rol de salvadora o víctima; es cortar ese patrón que te mantiene pegada a lo que ya no te sirve.

Soltar sin dañar es un arte. No se trata de evitar el dolor, se trata de dejar de generar más dolor, es aprender a cerrar los ciclos que antes abriste con el corazón, para comenzar a abrirlos con consciencia.

Con amor y sarcasmo,

mk 🫰🏼

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