Ha pasado un tiempo desde que estoy en esta cueva. Desde aquel incidente, solo pude ver sus caras horrorizadas: inocentes corriendo, gente traumada por seres raros acechando sus casas… No tuve otra alternativa, necesitaba escapar.
Todo esto me llevó a pensar en mi existencia. Llevo un corto tiempo desde mi estadía en este planeta y aún no sé de dónde vengo. Aproveché mi tiempo para teorizar: ¿vengo del espacio? ¿Vengo de otro planeta? Nada, para mí, tenía algo de sentido. Necesitaba respuestas a mis incógnitas, pero no sabía dónde empezar a buscar.
Empezó a anochecer. La luna era mi única luz en este oscuro lugar. El viento resoplaba un poco más fuerte de lo usual, zarandeando los árboles de un lado a otro. Las hojas se desprendían y salían volando a mi cara, como si mi suerte no fuera suficiente. Al apartarlas, vi una hoja blanca caer de un árbol común. Era algo raro, pues en mi vida había visto algo así. Me levanté para agarrarla y examinarla con más curiosidad. Parecía querer indicarme algo, pues se movía como si hubiera capturado un pájaro. Decidí soltarla para seguirla, pues la curiosidad me estaba ganando.
Pasé arroyos, piedras sueltas… Casi fui sepultado por grandes cantidades de tierra durante el camino e, incluso, tuve que pelear contra algunos robots sueltos hasta llegar a mi destino. Era un laboratorio algo grande y abandonado, ubicado en medio del bosque para estar lo suficientemente alejado de la ciudad. Me acerqué a la puerta para tratar de empujarla sin hacerla pedazos. Estaba algo pegada, pues el manillón estaba lleno de óxido. Al moverla de un lado a otro, logré quitar el exceso de óxido para, al fin, poder entrar.
Cuando entré, vi todo perfectamente ordenado. No parecía haber rastro de algún ataque o intento de uno. Había mesas llenas de papeles, pizarras con apuntes y notas adhesivas… Pero lo que más me llamó la atención fue una cámara en medio del lugar. Tenía mi medida exacta y estaba llena de agua. Me acerqué con más curiosidad y logré ver un grabado en el vidrio que decía: “Proyecto Superioridad”.
¿Por qué diría algo así? ¿Quién es tan egocéntrico como para ponerle ese nombre a su proyecto? No lo sé, pero, por alguna razón, me llamaba la atención.
Continuará…

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