Crónicas de una Tierra Desgarrada

Crónicas de Una Tierra Desgarrada

Tomo Primero

"La Sombra del Gran Rey"

Capítulo I

de Beowulf Tres Dedos

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Corría el año 138 de la Primera Era. Las chispas salían despedidas por el o del hacha de guerra con la piedra que le daba su filo. El arma, de color negro como las alas de Alduin que algún día aterrorizaron a nuestros ancestros, era un hacha de doble filo de ébano, adornado con runas de plata por el mango.

Su portador, un joven nórdico de pelo rubio platinado era el tercer hijo de Ognar el Astuto, el jefe del Clan Escudo Quebrado. El nombre del muchacho, Ragnar, se lo habían concedido por un ancestro común perteneciente a los quinientos compañeros de Ysgramor, quien arrasó con los elfos hace milenios y entregó Skyrim a los hijos de Kyne.

Ragnar terminaría de afilar el hacha y se la colocaría en el cinto, la nieve caía por su dorada melena. Contempló los cielos, cerró los ojos y escuchó. El silencio de la noche era alterado por los graves golpes de los tambores de Guerras. El Rey Supremo Borgas había organizado un ejército, convocado a sus abanderados en Ventalia y se preparaban para viajar al sur, donde los seguidores de Marukh se preparaban para ir a la guerra contra los Camoran de Bosque Valen.

"Borgas el traidor" decían algunos nórdicos, y así lo pensaba Ragnar, ya que hace algunos años, motivado por su nueva fe había censurado el culto tradicional de los Nórdicos a sus ancestrales deidades. Esto no sentó bien a buena parte de la población, incluido los de los Escudo Quebrado. Sin embargo, el honor les había motivado a responder a este acto de guerra. Los hombres combatirían contra los Mer una vez más.

Con ayuda de uno de los sirvientes de su casa, Ragnar terminaría de ponerse su pesada armadura, una mezcla de pieles de oso y placas de acero nórdico. Llevaría su casco a un lado, y se despediría una última vez de su madre, Frigga. Su querida madre, quien tanto lo amaba, había derramado lágrimas aquél día. Era una mujer supersticiosa, y su intuición le decía que si viajaban al sur, aquellos valerosos hombres jamás volverían. Por supuesto nadie en la familia le había prestado atención. Los nórdicos se habían vuelto orgullosos tras las conquistas del Imperio de los Hombres, Roca Alta, Resdayn y partes de Cyrodiil yacían bajo su dominio, quién podría detener tal fuerza, tal poder que habían desplegado los hombres desde hacía unas centurias tras librarse del yugo de los elfos.

Es por ello que, junto con su padre y sus hermanos mayores, saldrían de la casa en Ventalia para dirigirse a las afueras de la ciudad, donde las esposas despedían a sus maridos y un enorme contingente de soldados se estaba reuniendo. En la casa, sólo se habían quedado sus hermanos y hermanas menores, al cuidado de Frigga y sus criados. En el puente de Ventalia, Ragnar daría un largo beso a su esposa, quien lo despedía alegre y le deseaba muchas victorias allá en el sur. Tras unos momentos del apasionado intercambio de amor, Ragnarr tomaría sus armas y se dirigiría con el resto de su familia a unirse a las filas del Rey.

Finalmente, los cuernos de guerra sonarían a lo largo y ancho de todo el campamento militar, las carpas se levantarían, los fuegos se apagarían. Y el Rey Supremo Borgas daba un largo discurso a sus hombres, un discurso de guerra, un discurso que mostraba su devoción por los principos de la Orden Alessiana, un discurso tan poderoso que haría temblar los cimientos de Skyrim. El ejército comenzaría su marcha, al sur y más al sur, con alegres cánticos y poderosos tambores, ansiosos por una nueva guerra, esperando con energía una victoria final.

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Este es inicio de una serie de textos, fanfics, que quiero escribir sobre la caída del Primer Imperio Nórdico. Cualquier corrección en materias de lore es más que bienvenida, así como cualquier idea para la trama.