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ᴡʜᴇɴ sɪʟᴇɴᴄᴇ ɢᴏᴇs; ɴᴀᴛʜᴀɢᴇᴛᴛᴇ

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ᴄᴜᴀɴᴅᴏ ᴇʟ sɪʟᴇɴᴄɪᴏ sᴇ ᴠᴀ

ᵗʷᵒ-ˢʰᵒᵗ

ᵇᵃˢᵃᵈᵒ ᵉᶰ ᵉˡ ᵃᵘ ᵈᵉ ˡᵘᶜᶤᵃˢᵃᵗᵃˡᶤᶰᵃ "ᵗʰᵉ ᵖᵘʳᵖˡᵉ ᶠᵒʳᵉˢᵗ"

ᵉˢᵗᵉ ᶜᵒʳᵗᵒ ᵉˢ ᵉˣᵗʳᵉᵐᵃᵈᵃᵐᵉᶰᵗᵉ ᵉˣᵗᵉᶰˢᵒ

ᵖᵒʳ ᵉˡˡᵒ ᵠᵘᵉᵈᵃ ᵈᶤᵛᶤᵈᶤᵈᵒ ᵉᶰ ᵈᵒˢ ᵖᵃʳᵗᵉˢ

Silencio, el silencio, el bendito silencio. Aquel estado de perturbadora naturaleza que, para Nathanaël, resultaba una cosa extraña. Siempre estuvo grabando en conciencia a capa y espada que aquella sobrenatural presencia era irremediablemente inevitable, que todos y cada uno de los seres humanos que poblaban las desdichadas tierras de la Madre Naturaleza estaban condenados desde la primera callada de llanto a vivir acompañados de él. Como un ser oscuro, como una sombra adherente: el silencio se sublevaba más tarde o más temprano y no permitía escape.

Y él se percataba cada día de su estancia en su vida, como si cada mañana estuviese obligado a dirigirle unos buenos días y a cada luna unas buenas noches. A veces, disfrutaba de él más que de una compañía viva. Gente llevaba ya casi dieciocho años murmurando de boca en boca que eran como una extraña pareja de amigos -por muy impactante, loco y detestable que sonase-, que su compañía le resultaba agradable; y no lo hubiese desmentido nunca, siempre había sido un buen aliado, o al menos hasta que una fuerte ausencia se sobrevino.

La ausencia de Félix.

Aquella pérdida, aquella falta, fue el detonante. Durante los primeros amaneceres de aquella maldita primavera, el joven andaba borrando sus pasos hasta desvanecerse por completo. Nada, absolutamente nada que la vida le ofreciese podría rellenar ese vacío inconmensurable que se estaba formando en su alma y que la consumía con rapidez. Ni siquiera la más buena de las nuevas tendría la capacidad necesaria para remendar ese lastimado corazón. Todo estaba perdido, todas las cartas estaban echadas; y la mala sombra sacaba un as de entre sus pérfidas garras. Desde el día en el que Félix se esfumó de su vida como un espectro, el silencio dejó de serle una fiel compañía.

Desde aquel día, su curioso y psicótico amigo, al que estaba atado, se volvió en su contra. Comenzó a caer en el juego del tiempo perdido, en el que las manecillas del reloj eran una mortífera arma y cada uno de sus incesantes tics y tacs un golpe bajo; corrían, corrían sin cesar, marcando segundos, minutos, horas y días, blandiendo la espada del sufrimiento sobre su blanca espalda y marchitando lentamente cada huella de lo que un día fue un joven lleno de sueños y esperanzas: el tiempo corría en su contra y no podía hacer nada más allá que permitir que corriera entre sus manos como el agua de un riachuelo.

La casa de joven se había convertido en el reinado oscuro del silencio, al igual que muchas otras. La desaparición de Félix Kurtzberg resultó un hecho verdaderamente inesperado para los vecinos de la diminuta villa, que, desde inicios de la nueva estación, lloraban su ausencia. Algunos decían que andaba metido en sectas; otros, que por fin había encontrado a un amor prohibido y eso lo había empujado a desaparecer. Pero casi todo el mundo lanzaba miradas de sospecha al profundo, oscuro y tenebroso bosque violeta que alzaba sus picos en torno a las casitas.

A nadie le agradaba aquel bosque. Desde que los más antiguos tenían uso de razón, adjetivos muy poco halagadores se usaban para describir el bosque. Lo asociaban con la mala seña, con la muerte; hasta más de un loco había dicho que detrás de aquellos espesos árboles se escondía la mismísima Parca, que jugaba a pillar con cualquiera que se atreviese a pisar los caminos. Y siempre, siempre ganaba. Porque nadie escapaba de las raídas manos de la muerte y todo el que echara cara pagaría por las consecuencias de reírse. La respuesta parecía ser demasiado obvia, mas nadie, ni siquiera el mismísimo Nathanaël tuvo el valor requerido para adentrarse en las profundidades de la aldea para hallar al muchacho de rubios cabellos. Aquello le robaba el sueño a Nathanaël, que ya no podía evitar no caminar cerca del bosque violeta cada vez que necesitaba salir de casa o sentarse ante las verjas que lo rodeaban cada vez que le era robado el sueño.

Maldijo a Félix, maldijo los lazos de sangre por los que estaban unidos. Maldijo todo por lo que lo estaba haciendo pasar. Maldijo que por pensar en él hubiese tenido que abandonar todos sus libros queridos, sus cuadernos de dibujo, sus carboncillos y sus colores: las cosas que de verdad lo aupaban a seguir respirando.

Eso lo encolerizaba, le enervaba la sangre; y lo hacía sentir muy, muy mal.

Por ello, el primer día de verano, cuando su fuerza de voluntad debatía entre quitarse la vida o seguir en la tristeza, justo cuando el sol alcanzaba su máximo punto de esplendor, se adentró en las maravillas del Bosque Violeta. Se había levantado al son del día, y había aprovechado todo el tiempo posible para empacar una vieja mochila con las cosas que más necesitaría durante la expedición. Cuando llegó a las extensas varas de metal que rodeaban la escena, respiró con consistencia. Se había imaginado cientos, tal vez miles de veces atravesando aquellos árboles, yendo en la búsqueda de su amigo para desvelar de una vez por todas qué encantos lo podrían haber forzado a abandonar su tranquila vida de inventor para cavar su propia tumba. Siempre se echaba atrás, siempre que se encontraba en esa misma situación echaba a correr por puro nerviosismo.

Esta vez sería diferente. Sentía un cosquilleo recorriendo su garganta de arriba a abajo, un sueño lúcido que lo obligaba, por extrañas razones, a permanecer allí. Entonces esbozó una ligera sonrisa, cargó todas sus desesperanzas al hombro e intentó imaginar (por muy improbable que fuere) que Félix seguía con vida y que se deslizaba a través de los troncos que formaban las raíces de los pinos.

Aferrando con decisión su saco, Nath miró hacia ambos lados para comprobar que nada ni nadie se alertaba de sus impulsos y, sin más preámbulos, permitió que su cuerpo se perdiese en la inexorable profundidad del bosque.

ᴡʜᴇɴ sɪʟᴇɴᴄᴇ ɢᴏᴇs; ɴᴀᴛʜᴀɢᴇᴛᴛᴇ-[B]
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[B]
[IBC]ᴄᴜᴀɴᴅᴏ ᴇʟ sɪʟᴇɴᴄɪᴏ sᴇ ᴠᴀ
[IC]ᵗʷᵒ-ˢʰᵒᵗ
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[IC]ᵇᵃˢᵃᵈᵒ ᵉᶰ ᵉˡ ᵃᵘ ᵈᵉ [ˡᵘᶜᶤᵃˢᵃᵗ
Créditos a LuciaSatalina.

Como habréis podido comprobar, esto es sólo una mera introducción. Pero podéis tomarlo como un capítulo independiente, si gustáis. En cuanto termine la siguiente parte, la subiré de inmediato.

Corazoncitos y comentario siempre son bien recibidos. Ojalá que mi triste intento de homúnculo sea de vuestro agrado. ¡Un saludo!

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Tengo altas espectativas con este two shot y no tiene errores salvo ese lenguaje tan metáfora y pomposo de los libros que, en gusto personal, no me agrada de todo, 8/10 espero la siguiente parte

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1 Reply 03/04/18

¡Gracias! :heart:

En cuanto al tema del lenguaje... ya es algo que viene de serie. No ha sido la primera vez que me han dicho que me expreso de manera excesivamente recargada XD

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0 Reply 03/05/18

Está asombrosooooooo!!!! :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: Me encantó!!!! :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart:

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1 Reply 03/04/18

Responder a: :sunflower: | ɴʜᴇᴇʀɪᴀ

No tienes nada de qué agradecer, realmente es alucinante :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart:

Yo solo soy una persona más que ira tu gran trabajo :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart: :sparkling_heart:

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1 Reply 03/04/18
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