Irreconocible || One-Shot || ¡Quiero se parte!. Mi postulación para Teams || by Imρᥱrιosι

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⿴݃*₊˚꒰:: Mı postulαcıón pαrα Teαms⋆ೖ๑

¡Hey criaturitas detrás de la pantalla!

Hoy les traigo mi postulación para el Team Pikachu y el Team Starlight. En este blog, será como escritora (ya que me postularé para más categorías).

#EscritorPika

#TercerReclu

Esta historia está situada al final del último episodio de la tercera temporada “Miracle Queen”; y es narrada por la azabache. Espero que les guste :heart:

Pequeño repaso, Adrien y Marinette fueron por un helado, posteriormente, el rubio se fue con Kagami y Mari con Luka, quien toca una melodía para ella.

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Me dirigí a casa, sentía algo diferente en mí, de alguna forma estaba satisfecha con mis desiciones. Si bien, no fueron fáciles, tengo un presentimiento de que fue lo mejor.

El resto del día no fue distinto pero las cosas cambiaron al anochecer; no podía dejar de pensar en que mi vida tomaría un camino distinto, algo no previsto.

Un búho ululó afuera, encaramado en una rama seca de un árbol, quieto como una estatua. Todo sucedía en cámara lenta, como si el mismísimo tiempo hubiera perdido un tornillo.

Toda mi vida alegando con casarme, tener hijos, triunfar en la moda, ¡Ser feliz!. Y parece que todo se desvanecía poco a poco con cada parpadeo.

Intentando sostener el llanto, me dirigí a la cama, lista para echarme a llorar bajo las cobijas, para evitar alarmar a mis padres. Al momento, mi ser estaba seco, pues no se derramaban lágrimas por mis ojos a pesar de la melancolía que éstos reflejaban.

Afortunadamente, Tikki se mantenía callada, pues una palabra y todas mis desiciones cambiarían de perspectiva.

No pude dormir. Sacudida por los temblores, yacía en la cama, con los ojos abiertos pero sin ver apenas nada. Al atisbar de una línea de luz que entraba por la ventana, comprendí que había amanecido.

El agotamiento acumulado en mi cuerpo me impido levantarme al sonar la alarma.

Tambaleándome, me aleje de la cama; me esforcé por permanecer despierta, inspire hondo, consciente de que debía ir al Instituto.

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Era el timbre de la primera clase, llegué como pude al salón, cerré los ojos y me deje caer al pupitre.

—¡Vaya chica!, luces cansada—Musitó Alya mientras se sentaba a mi lado.

—Fue una noche larga, es todo

Ella sabía que había algo detrás de esa “Noche Larga”, pero no me encontraba muy bien como para decirlo todo.

Evite socializar durante toda la jornada, no estaba bien, y al parecer todo notaban eso.

Iba caminado, desplazándome fuera del Instituto, cuando un auto rojo se acercaba; de él descendió Kagami, lucia bastante bien. Un vestido blanco con detalles rojos y negros la vestía hasta arriba de la rodilla, y completaba su atuendo con unas zapatillas de la misma gama.

Se veía distinta, pero bastante bonita.

Me acerque despacio, intentando ser discreta; solo quería apreciar un poco mejor aquel hermoso cambio. Ella me miró fijamente a los ojos, pero no parecía expresar ninguna emoción negativa, más bien, expresaba felicidad. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, pero no pude apartar la vista; sus pecas resaltaban en esa tez blanca casi perfecta. Su cabello se encontraba peinado con una diadema, se veía adorable.

Ella se acercó a mi; sentí temor, ¿Acaso la incomode?, ¿la hice sentir mal?.

—Hola Marinette—Dijo con un tono casi irreconocible. —Estaba dando una vuelta, y me pareció buena idea venir al Instituto, por ti—

Me sentía incomoda, ¿Por que por mi?, ¿escuche mal?. Ella parecía otra persona, con ese atuendo, su forma de hablar, e incluso de caminar. No era la misma Kagami que había visto el día de ayer.

—¿P-por mi?, ¿para que?.

—Pues, ahora que somos amigas, pensé que podríamos ir de compras.

¡¿De compras?!, no parecía necesario, no con el precioso atuendo que llevaba.

—Kagami, no me lo tomes a mal, pero no me siento muy bien...

Y con estas pocas palabras, sus pómulos descendieron, y su sonrisa de desvaneció. Fue bastante rápido el momento, pero me sentí mal al instante.

—¿Que te parece un paseo?—Sugerí intentando hacer que volviera aquella adorable expresión.

—¡Perfecto!. Vamos.

—¡¿Ahora?!. Pero debo hacer tareas y...—Me pause sin saber alguna otra excusa, me sentía avergonzada, mi atuendo era horroroso junto al de ella. Quería irme, al menos para arreglarme un poco—Tan solo llegar a mi casa para dejar mi mochila—Dije mientras comenzaba a caminar.

—Te llevo, será más rápido.

No se en que momento acepte; en un abrir y cerrar de ojos, me encontraba en en la puerta de mi casa.

—Te espero aquí.

Antes de que Kagami terminara estas palabras, yo ya había descendido del auto y corría hacia mi habitación. Me mire al espejo y entre en pánico, ¿Que me pondría?, quería lucir linda pero mi mente no podía pensar.

Cogí una falda azul, una blusa blanca con olanes en los hombros y unas zapatillas doradas. Complete el conjunto con unos aros y pulseras. Amarre mi cabello en un moño y corrí hacia afuera. Mientras gritaba a mis padres que saldría con Kagami.

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Nos encontrábamos en la Plaza de los Vosgos, mirando a la gente pasar, los niños jugando. Incluso vi a una chica con un antifaz bastante parecido al de Chat Noir, en ese momento, no pude evitar soltar una pequeña risa. Kagami solo me miro, yo seguía concentrada en aquella chica, ¡Estaba jugando a ser un superhéroe!, me pareció adorable.

—¿Sabes que es raro?—Dije intentando romper ese incómodo silencio. Kagami permaneció callada. —Cuando te conocí, jamás pensé que te convertirías en mi amiga.

—Yo jamás pensé que llegaría a tener amigos—Musitó con un tono melancólico.

Nuestros ojos se encontraron, me dediqué a observar una vez más ese rostro tan familiar pero al mismo tiempo tan distinto. Algo había cambiado en ella. La máscara imperturbable de aquella fria esgrimista había caído para revelar a una chica dulce pero solitaria. Mire sus dulces pecas que resaltaban en su rostro, los centelleantes ojos marrones, su delicada silueta.

Debía parecerle tan fea, con mis enormes manchas bajo los ojos ligeramente hinchados, revelando que no dormí, mi palidez y mi horrible atuendo. Me tapé la cara con las manos.

—Por favor para—le supliqué—. Yo no...

—Mari—me interrumpió. Posó sus manos en las mías y, despacio, me obligó a apartarlas del rostro. Luego me levanto la barbilla para mirarme a la trémula luz—. Eres hermosa.

Se acercó más a mi. Noté su aliento en mis labios, cálido y suave. Luego nuestras bocas se rozaron. Despacio, desplazó las manos desde mis mejillas hasta la nuca, y apoyo los dedos en el hueco de mi cuello, Justo en el nacimiento del pelo.

Dudó un instante y supe que me concedía la oportunidad de apartarme. Le respondí acercándome más y abriendo la boca para devolverle el beso, consumida por una ansia extraña y convulsa. En aquel momento, todo desapareció. Las ojeras bajo mis ojos, la melancolía, el cansancio. Lo único que importaba estaba allí, sentada junto a mi, en aquel beso que se prolongaba.