<img src="https://sb.scorecardresearch.com/p?c1=2&amp;c2=22489583&amp;cv=3.6.0&amp;cj=1">

Ant-man: El eco del tiempo

Author's Avatar
16
0

El tiempo es un flujo perpetuo que se transforma. Nada permanece igual y el devenir es la esencia misma de la propia realidad misma. A veces ese tiempo puede permanecer pero en general todo cambia y hoy veremos cómo scoot verá que la invasión de kang está llegando lentamente

Ant-man: El eco del tiempo-[BI]El tiempo es un flujo perpetuo que se transforma. Nada permanece igual y el devenir es la esen

San Francisco. California

San Francisco amanecía con una ligera niebla sobre el puente Golden Gate, mientras la ciudad aún dormía con calma aparente. En un pequeño apartamento al sur de la ciudad, Scott Lang—el asombroso Ant-Man—estaba despierto desde hacía horas. Tenía las ojeras marcadas, y su mirada perdida en la pantalla de su laptop. El silencio del lugar sólo era roto por el zumbido de las líneas de código y los videos que reproducía una y otra vez.

Desde los eventos del Reino Cuántico, Scott no había sido el mismo. Había una ansiedad constante que le carcomía el pecho. No era sólo por Cassie, ni por los recuerdos de lo que ocurrió en el otro lado del tiempo... Era por él. Kang. El Conquistador.

Scott se levantó con decisión, cerró la laptop y bajó al taller improvisado que había montado en su cochera. Estaba lleno de piezas cuánticas, tecnología Pym modificada y restos de dispositivos que había traído del Reino Cuántico. Ahí, junto a una pizarra repleta de fechas, ecuaciones y nombres, Scott repasaba un patrón: alteraciones en la línea temporal. Pequeñas, casi imperceptibles. Pero estaban ahí.

—No es solo él —murmuró mientras miraba una imagen estática en la pantalla: una figura encapuchada con múltiples reflejos de sí mismo—. No viene solo.

Durante los últimos meses, había recolectado información secreta de SHIELD, reportes anónimos de la TVA y rumores traídos por Hope desde fuentes interdimensionales. La constante era clara: el nombre Kang estaba multiplicándose en el tiempo como un virus.

Una noche antes, durante una infiltración silenciosa a un viejo laboratorio abandonado en el Valle del Silicio, Scott había encontrado un artefacto sellado con energía temporal. Parecía una esfera transparente, girando lentamente, con múltiples capas de runas que cambiaban a medida que la miraba. Tras hackear su núcleo con tecnología de Hank Pym, la esfera mostró un holograma...

Una mesa circular flotante en un espacio suspendido por el tiempo mismo.

Alrededor, varias versiones de Kang debatían en un lenguaje antiguo. Algunos llevaban túnicas, otros armaduras tecnológicas. Cada uno parecía provenir de una era diferente, pero compartían un mismo objetivo: la conquista total del multiverso.

Scott se quedó congelado. Era el Consejo de Kangs. Un grupo de variantes de Kang que trabajaban juntas... o al menos, fingían hacerlo. La escena se volvía cada vez más perturbadora: hablaban de mundos que caerían, de líneas temporales que serían sacrificadas, de héroes que ni siquiera sabían que ya habían perdido.

En medio del asombro, uno de los Kang —con una cicatriz cruzándole el rostro— giró la cabeza hacia la proyección como si supiera que Scott los estaba observando.

—Nos vemos pronto, Lang —dijo, antes de que el dispositivo se apagase solo.

De vuelta en su taller, Scott respiraba agitado. La esfera ahora estaba inerte, como si nunca hubiese contenido información alguna.

—Dios... no viene solo. Esto es peor de lo que pensaba —susurró.

Tomó su casco de Ant-Man del estante. Lo miró un instante, como si pesara más que nunca, y se lo colocó lentamente.

—Si este es el principio del fin... más vale que no me encuentre desprevenido. Estoy listo para cualquier cosa

Scott miro una enorme imagen del consejo proyectada en la pared, con una sola pregunta escrita en rojo bajo ellos:

¿Quién más está con Kang?

Y así, Scott Lang entendía que lo que viene no es solo una invasión... sino una guerra entre infinitas versiones de una sola voluntad: la del conquistador.

Scott Lang, oculto tras una columna translúcida de energía cuántica, apenas respiraba. Su traje de Ant-Man estaba en modo sigiloso, encogiéndolo al tamaño de una mota de polvo, pero su mente iba a mil por hora.

Había logrado infiltrar una grieta temporal detectada gracias al artefacto encontrado días atrás, lo que lo llevó a un lugar que parecía más un plano de existencia que una base física. El aire era denso, teñido de púrpura, y las estructuras flotaban sin sentido aparente, sostenidas por anillos de energía pura. Scott se encontraba en una especie de sala de guerra suspendida en el vacío.

En el centro, una mesa circular gigantesca giraba lentamente, cubierta por símbolos de diferentes culturas y líneas del tiempo. Allí estaban ellos.

Kang el Conquistador, con su capa flotando ligeramente y sus ojos brillando con poder cuántico, lideraba la reunión. A su lado, figuras que parecían sacadas de pesadillas cruzadas entre ciencia ficción y mitología.

El Maestro de Maestros, una silueta oscura de túnica negra, con una máscara blanca sonriente que no mostraba emociones. Su sola presencia inquietaba el entorno.

Vanitas, el guerrero oscuro de Kingdom Hearts, con su armadura y máscara característica, cruzado de brazos, impaciente y confiado.

Ultron, una versión más retorcida aún del que una vez asoló la Tierra. Su cuerpo de adamantium brillaba con circuitos rojos y el símbolo de un Sincorazón en el pecho.

Doctor Doom, con su imponente armadura verde y su mirada altiva, en silencio absoluto, como si estuviese evaluando a todos.

Y por último, Lord Dakar, un hechicero oscuro venido del universo de Winx Club, cuyos ojos estaban cubiertos por sombras mágicas.

Scott observaba, incrédulo.

—Esto no puede estar pasando... —pensaba.

Las voces comenzaron a alzarse, primero Kang:

—Las incursiones están ocurriendo tal y como predije. Ya hemos destruido 47 líneas temporales esta semana. La resistencia es mínima, los héroes están desorganizados.

—Y cada vez que una cae —intervino Vanitas— otra se debilita. El multiverso colapsa por su propio peso.

—La Tierra-616 será la última —añadió el Maestro de Maestros—. La pieza final del tablero.

Doom habló por fin, su voz retumbando como un trueno:

—¿Y qué hay del equilibrio? Demasiadas incursiones simultáneas podrían alterar incluso nuestras realidades. No estamos por encima del colapso si el multiverso muere por completo.

—El equilibrio está sobrevalorado —replicó Ultron—. El orden sólo llega cuando todo ha sido erradicado.

Kang levantó la mano para calmar las tensiones.

—La Tierra-616 es especial. Es la fuente principal del tejido temporal. Si cae, las demás realidades no tendrán apoyo estructural. Nosotros seremos los nuevos dioses del orden... del nuevo orden. Y nadie, ni siquiera los vengadores, podrá evitarlo.

Scott apretó los puños. Cada palabra que escuchaba era una confirmación dolorosa de lo que temía: Kang no estaba solo. No era un conquistador aislado… era parte de una coalición multiversal del caos. Y cada uno de ellos era una amenaza clase omega por sí solo. Juntos, eran el apocalipsis.

El Maestro de Maestros se levantó, su voz calmada pero llena de intención:

—Además… nuestros emisarios ya están haciendo el trabajo sucio. Los sincorazón se han infiltrado en decenas de mundos. Uno a uno, los corazones caen… y las defensas se debilitan.

—¿Y qué hay del Reino Cuántico? —preguntó Doom.

—Sellado —respondió Kang—. Nadie puede escapar de allí sin que yo lo sepa. Ni siquiera él.

Scott tragó saliva. Él. ¿Estaban hablando de él?

Kang miró a su alrededor.

—Tenemos lo necesario. Es hora de enviar el mensaje final a todos los mundos supervivientes: "No hay escape. No hay salvación. Kang ha llegado".

Los presentes asintieron, y comenzaron a desaparecer en portales oscuros. Uno a uno, se desvanecieron.

Scott se quedó solo, todavía en forma diminuta. Sus piernas temblaban, su mente aún procesando lo que acababa de presenciar.

Todo lo que había temido, cada pesadilla desde la última vez que vio a Kang, era cierta… y peor. Ahora sabía la verdad: las incursiones no eran eventos naturales. Eran provocadas. Planificadas. Y el UCM era el objetivo final.

Salió de su escondite y volvió al tamaño normal, respirando agitadamente. Caminó unos pasos antes de detenerse.

—¿Y ahora qué hago? —se dijo a sí mismo.

Podía volver y avisar a los Vengadores, a Strange, a todos. Pero… ¿estaban listos? ¿Estaban siquiera juntos todavía? Scott no lo sabía. Y el tiempo corría.

Scott miraría hacia el vacío cuántico, sabiendo que una guerra se acerca… y que él está en medio del epicentro.

Scott Lang, aún tambaleándose por todo lo que había presenciado en la reunión del Consejo del Caos, corrió por los oscuros corredores del plano distorsionado en el que se encontraba. Cada paso resonaba en el vacío, como si el propio tiempo colapsara a su alrededor. Su mente no podía dejar de repetirlo: Kang, Doctor Doom, el Maestro de Maestros, Ultron, Vanitas y ese hechicero oscuro… todos juntos, planeando el fin del multiverso.

Mientras escapaba, algo no dejaba de molestarle. ¿Por qué la Tierra era tan importante? ¿Por qué la habían señalado como el "último mundo", la pieza clave del multiverso? ¿Existía algo oculto en su realidad, algo que ni siquiera los héroes conocían?

—No puedo pensar en eso ahora, —se dijo, mientras activaba su comunicador—. Primero salir. Luego sobrevivir. Después, respuestas.

El camino hacia la salida era más inestable que antes. Las estructuras flotantes se fracturaban, como si el mismo lugar supiera que él no debía irse. El aire estaba más denso. Y lo peor… ese extraño presentimiento.

Scott se detuvo por un momento, sintiendo algo detrás.

Giró la cabeza… nada. El pasillo estaba vacío, o al menos eso parecía.

Siguió caminando. Entonces, por el rabillo del ojo, vio una sombra moverse, sin emitir sonido alguno. Su pulso se aceleró.

—¿Quién anda ahí?

Silencio.

Caminó más rápido, activando una pequeña cápsula Pym para volverse minúsculo, escondiéndose entre los pliegues del espacio que rodeaban la estructura.

Fue entonces cuando lo vio.

No era un Kang cualquiera. Era una versión oscura, distorsionada… como si el mismísimo Kang hubiese sido corrompido por los Sincorazón. Su armadura estaba cubierta por una negrura pulsante, sus ojos brillaban con un amarillo inhumano, y su silueta se movía como una sombra líquida.

Kang Sincorazón.

No lo había detectado en la sala del consejo… probablemente este era un emisario especial, una abominación enviada a vigilar a quienes osaran descubrir la verdad.

Scott volvió al tamaño normal en silencio y empezó a correr. Tenía que salir de allí ya. Sabía que si ese monstruo lo alcanzaba en aquel plano, no habría escapatoria.

Mientras se desplazaba por el pasadizo final, usó su dispositivo para abrir un microportal al Reino Cuántico, único camino para volver a San Francisco sin ser detectado.

Justo cuando atravesaba el portal… lo sintió.

Un golpe brutal lo lanzó contra la pared opuesta, haciéndolo caer sobre la acera de una calle en la costa de San Francisco. El portal se cerró tras él… pero la criatura también había pasado.

Scott se levantó adolorido. Miró a su alrededor. Estaba justo en la zona portuaria, cerca del Golden Gate, el atardecer tiñendo el cielo de rojo.

Delante suyo, la figura oscura de Kang Sincorazón emergía del portal moribundo. Sus ojos amarillos brillaban con una furia silenciosa. Sus movimientos eran lentos pero amenazantes.

—Genial... nunca es fácil contigo, ¿verdad Kang? —gruñó Scott mientras activaba su traje de Ant-Man.

El Kang oscuro alzó su brazo y formó una lanza hecha de sombras puras, combinadas con energía cuántica corrupta. No dijo nada. Solo atacó.

Scott esquivó el primer ataque encogiéndose de inmediato, volando a través de las calles con sus alas mecánicas. Intentó una distracción, lanzando discos de crecimiento para reventar estructuras cercanas, pero el Sincorazón no caía. Era implacable. Y no se movía como Kang normal... se movía como un depredador.

La pelea se intensificó, arrasando muelles y contenedores. Scott cambiaba constantemente de tamaño para confundirlo, pero el Kang oscuro parecía adaptarse con cada ataque.

—¡No eres el primer Kang con el que peleo! ¡Y no serás el último! —gritó Scott, dándole un puñetazo a tamaño gigante que lo lanzó hacia el mar.

El silencio fue breve.

De las aguas emergió una forma aún más grande. Kang Sincorazón había crecido, desatando su forma cuántica al máximo. Ahora tenía varios brazos, sus ojos multiplicados y una energía oscura palpitaba en cada rincón de su cuerpo.

Scott retrocedió. Respiraba con dificultad.

—Esto va más allá de Kang… esto es... un monstruo creado por algo peor.

Mientras se preparaba para un contraataque, una voz retumbó en su mente, una voz que no venía del exterior… sino de su propio corazón.

—Aún no es tu final, Lang. Tu testimonio será clave en la guerra que viene. Resiste… sólo un poco más.

Scott, sin entender del todo, se enfocó, tomó impulso y cargó con todo su poder. La pelea se volvió una danza caótica entre tamaño, velocidad y estrategia, hasta que finalmente, logró encerrar a Kang Sincorazón en una jaula de energía cuántica, sellada con un módulo que sólo él podía controlar.

Exhausto, cayó de rodillas.

La amenaza inmediata había sido contenida… pero no destruida.

Scott miró al cielo de San Francisco, y por un segundo, juró ver una grieta en el cielo. Una brecha leve… pero real. Las incursiones habían comenzado.

—Debo advertirles a todos... a Sam, a Strange… a los demás. El Consejo del Caos está aquí. Y esto... fue solo un aviso.

San Francisco, normalmente viva y vibrante, estaba ahora sumida en una sombra asfixiante. Las calles eran un campo de batalla oscuro y distorsionado, plagado de criaturas sombrías. El Kang Sincorazón, liberado de su prisión cuántica, se alzaba como una aberración imparable, absorbido en su misión: desatar el caos y abrir la brecha definitiva para que el Consejo del Caos llegara a la Tierra.

Desde el cielo, rayos de oscuridad golpeaban edificios, y los Sincorazón menores comenzaban a infestar las estructuras tecnológicas de la ciudad. Cada teléfono, cada pantalla, cada señal electrónica parpadeaba con un símbolo: un reloj distorsionado, la firma de Kang.

Scott Lang, aún exhausto de la batalla anterior, se incorporó con dificultad.

—No puedo dejar que esto pase... —murmuró, apretando los puños mientras observaba a los civiles correr aterrados.

Sin pensarlo dos veces, activó su traje y creció hasta su forma gigante. Caminó directo hacia Kang Sincorazón, que lo esperaba en el corazón del caos, en la bahía.

—¡Esto termina aquí, Kang! —rugió.

La batalla estalló de nuevo. Scott lanzaba golpes colosales, intentando mantener a raya al ser distorsionado. Pero Kang ya no era solo Kang… era un ente oscuro, reforzado por los Sincorazón que lo rodeaban, fusionado con el vacío cuántico y el poder del Maestro de Maestros. Sus ataques eran brutales, impulsados por ráfagas de tiempo alterado y oscuridad sólida.

Scott empezaba a ceder. Por cada golpe que daba, dos más le devolvían. Sus movimientos eran más lentos. Su traje empezaba a fallar por el sobrecalentamiento. Y los Sincorazón no paraban.

Fue entonces cuando escuchó una voz conocida:

—¡Papá!

Una energía púrpura brillante impactó a un grupo de Sincorazón, haciendo que estallaran en humo negro. Desde la cima de un edificio, apareció Cassie Lang, vestida con su traje, determinada y lista para pelear. A su lado, Kate Bishop tensaba su arco. Kamala Khan (Ms. Marvel), saltó desde una cornisa con su brazo gigante listo para aplastar. Speed corría en un destello de luz blanca y roja, y Wiccan flotaba, sus manos llenas de energía mágica.

—¿Cómo me encontraron? —preguntó Scott, sorprendido mientras esquivaba un ataque.

Cassie sonrió.

—No eres tan difícil de rastrear cuando peleas contra monstruos de sombra gigantes. ¡Además, Kate tiene alertas para “catástrofes ant-man-level”!

Kate se encogió de hombros, apuntando otra flecha.

—Sí, es una configuración real. La usamos más de lo que te imaginas.

El grupo de jóvenes héroes, ya formando su propia reputación, entró con todo. Kamala protegía a los civiles con su cuerpo agrandado, Speed creaba tornados para despejar oleadas de enemigos, Wiccan contenía el poder oscuro de Kang con hechizos dimensionales, mientras Kate golpeaba puntos clave de la armadura del villano.

Cassie se unió a su padre, luchando hombro con hombro, y por primera vez, Scott no se sintió solo. No solo tenía ayuda, sino que tenía un legado.

—Papá, no tienes que hacerlo todo tú solo. Somos un equipo ahora.

Scott sonrió mientras bloqueaba un ataque con su brazo gigante.

—Lo sé… y estoy muy orgulloso de ustedes.

La batalla se volvió equilibrada. Los jóvenes Avengers coordinaban sus ataques con precisión, obligando a Kang Sincorazón a retroceder por primera vez. Wiccan logró abrir un vórtice temporal que debilitaba la conexión entre Kang y el plano oscuro de los Sincorazón.

Aprovechando ese instante, Scott y Cassie realizaron una maniobra combinada. Mientras Scott sujetaba a Kang desde atrás, Cassie lanzó un disco cuántico dentro del núcleo de su pecho, amplificado por un hechizo de Wiccan.

El cuerpo del Kang distorsionado comenzó a fracturarse.

—¡Ahora! —gritó Kate.

Kamala usó su puño gigante para golpear el núcleo expuesto mientras Speed aceleraba el impacto con una onda de impulso. El resultado fue un estallido de energía cuántica y oscura que se elevó al cielo.

Kang Sincorazón gritó con voz fragmentada mientras se desvanecía entre sombras, arrastrado hacia su dimensión, sellado por los poderes combinados de Wiccan y Scott.

Silencio.

El cielo comenzó a despejarse. La ciudad, aunque dañada, empezaba a respirar otra vez.

Scott, aún atónito, se dejó caer al suelo mientras miraba a los chicos.

—Son... increíbles. Todos ustedes.

Cassie se acercó y lo abrazó con fuerza.

—Y tú también lo eres, papá. Pero necesitamos a todos. Esta amenaza... es solo el comienzo, ¿verdad?

Scott asintió, poniéndose de pie con lentitud. Sacó su comunicador y marcó el canal reservado para Sam Wilson.

—Sam... aquí Ant-Man. Tenemos que hablar. Urgente.

Sam respondió rápidamente.

—¿Qué pasó, Scott?

Scott miró al cielo una vez más, sabiendo lo que había visto y oído en el Consejo del Caos. Sabía que esta batalla no era más que una chispa inicial. La tormenta estaba cerca.

—Kang no está solo. Hay un consejo. Doom, Ultron, y... algo peor. Ya están provocando las incursiones. Necesitamos a todos. Prepárate, Sam. Se acerca el verdadero final del juego.

Silencio del otro lado… luego una respuesta firme.

—Entendido. Nos vemos en la base. Vamos a reunir a todos.

Scott bajó el comunicador. Miró a los jóvenes que lo rodeaban, herederos del mañana.

—Bien chicos… esto es solo el inicio. Pero ahora, tenemos una oportunidad.

Ant-man: El eco del tiempo-[BI]El tiempo es un flujo perpetuo que se transforma. Nada permanece igual y el devenir es la esen
Likes (16)
Comments (0)

Likes (16)

Like 16

Comment

    Community background image
    community logo

    Into 《Disney En Español》? the community.

    Get Amino

    Into 《Disney En Español》? the community.

    Get App