<img src="https://sb.scorecardresearch.com/p?c1=2&amp;c2=22489583&amp;cv=3.6.0&amp;cj=1">

THE PANKII’S BURGER TEMPORADA 2 (Parte 1)

Author's Avatar
10
0

Capítulo 1 Temporada 2: Sombras en la Oscuridad

Las noches en la casa de los Liams solían ser tranquilas. Desde el regreso de Pankii, Katte había recuperado algo de la paz que había perdido durante los últimos cuatro años. Sin embargo, en las últimas noches, algo había cambiado.

Pankii, quien solía apagarse para conservar energía, ahora permanecía despierto, inmóvil en la oscuridad de la casa. No era por curiosidad ni por placer; era porque sentía algo. Algo que no sabía explicar, pero que se deslizaba en la penumbra, más allá de su campo de visión. Una presencia.

Al principio pensó que era su imaginación, un error en sus sistemas, tal vez residuos de datos obsoletos tras su reparación. Pero noche tras noche, esa sensación se volvía más intensa. Un escalofrío invisible recorría sus circuitos, como si algo, o alguien, lo observara desde las sombras.

La primera vez que lo sintió, miró alrededor del cuarto donde solía quedarse, junto al taller del padre de Katte. Sus ojos brillaban en la oscuridad, pero no lograban ver nada fuera de lo normal. No había ruidos, no había movimientos. Y, sin embargo, el instinto que había desarrollado le decía que no estaba solo.

Pasaron las noches y el sentimiento solo aumentó. A veces, un crujido en la madera del suelo lo alertaba. Otras veces, una sombra parecía alargarse más de lo que debería. Incluso llegó a escuchar algo, un susurro casi imperceptible, cuyo significado no lograba comprender.

No quería preocupar a Katte. Ella había sufrido demasiado, y ahora que lo tenía de vuelta, merecía descansar sin preocupaciones. Pero la incertidumbre pesaba en su mente artificial.

Esa noche, mientras la luna brillaba entre las cortinas, Pankii tomó una decisión: si algo acechaba en la oscuridad, lo descubriría.

Se levantó con lentitud, sus articulaciones emitiendo un leve sonido mecánico. Caminó por la casa en silencio, asegurándose de no despertar a nadie. Pasó por el pasillo, donde la luz de la farola de la calle proyectaba sombras distorsionadas. Sus ojos escanearon cada rincón, buscando cualquier señal de movimiento.

Y entonces lo sintió.

Un escalofrío recorrió su estructura metálica, como si algo invisible hubiera pasado a su lado. Se giró rápidamente, pero no había nada. Solo el pasillo en penumbras y el eco de su propio movimiento.

Por primera vez desde su regreso, Pankii sintió miedo.

No estaba solo en la oscuridad.

Pasaron las noches y el sentimiento solo aumentó. A veces, un crujido en la madera del suelo lo alertaba. Otras veces, una sombra parecía alargarse más de lo que debería. Incluso llegó a escuchar algo, un susurro casi imperceptible, cuyo significado no lograba comprender.

No quería preocupar a Katte. Ella había sufrido demasiado, y ahora que lo tenía de vuelta, merecía descansar sin preocupaciones. Pero la incertidumbre pesaba en su mente artificial.

Esa noche, mientras la luna brillaba entre las cortinas, Pankii tomó una decisión: si algo acechaba en la oscuridad, lo descubriría.

Se levantó con lentitud, sus articulaciones emitiendo un leve sonido mecánico. Caminó por la casa en silencio, asegurándose de no despertar a nadie. Pasó por el pasillo, donde la luz de la farola de la calle proyectaba sombras distorsionadas. Sus ojos escanearon cada rincón, buscando cualquier señal de movimiento.

Y entonces lo sintió.

Un escalofrío recorrió su estructura metálica, como si algo invisible hubiera pasado a su lado. Se giró rápidamente, pero no había nada. Solo el pasillo en penumbras y el eco de su propio movimiento.

Por primera vez desde su regreso, Pankii sintió miedo.

No estaba solo en la oscuridad.

Entonces, recordó una mejora que el padre de Katte había incluido en su sistema: visión térmica. Con rapidez, activó la función y su campo de visión cambió drásticamente. Todo se tiñó de colores cálidos y fríos, distinguiendo claramente las fuentes de calor en el ambiente.

Pero lo que vio lo hizo congelarse en su lugar.

Había una silueta al final del pasillo, inmóvil, sin rasgos definidos, pero con una presencia innegable. No pertenecía a nadie de la casa.

Capítulo 2: La Furgoneta del Horror

La noche en Helsinki estaba llena de luces de neón y risas juveniles. Las calles estaban animadas, y Katte, por primera vez en mucho tiempo, se sentía ligera, disfrutando de la compañía de sus amigas mientras se dirigían al cine. No sabía que esa noche, su vida podría cambiar para siempre.

Pankii, sin embargo, no compartía la misma tranquilidad. Desde que había comenzado a quedarse en vela, había desarrollado una sensibilidad especial para detectar cosas fuera de lo normal. Y esa noche, algo lo inquietaba. Mientras patrullaba las calles, su mirada se posó en una furgoneta food truck estacionada cerca del cine.

No era la furgoneta en sí lo que le preocupaba, sino la figura que estaba junto a ella.

Era la misma silueta vista en el pasillo la noche anterior.

Danko.

El viejo amigo de Pankii estaba allí, pero algo en él no encajaba. Su postura era extrañamente rígida, y su mirada vacía. Pero lo que realmente alarmó a Pankii fue el logo de la cafetería impreso en la furgoneta. No porque la reconociera, sino porque, según los registros, ese lugar había sido comprado recientemente por un hombre misterioso, alguien que parecía haber surgido de la nada.

Pankii activó su visión térmica, buscando cualquier anormalidad. Dentro de la furgoneta, pudo detectar varias fuentes de calor, algunas inmóviles, otras apenas vibrantes. Pero lo más perturbador era la forma humana sentada al volante, con un calor corporal anormalmente elevado, como si su sangre hirviera de excitación.

La propaganda de la cafetería era repartida con entusiasmo por Danko, atrayendo a jóvenes desprevenidos. Pero Pankii pudo notar algo más: cada vez que alguien se acercaba lo suficiente, el brazo de Danko se tensaba, como si estuviera listo para sujetarlos.

Su programación había cambiado.

El frío recorrió los circuitos de Pankii cuando una de las chicas del grupo de Katte se acercó demasiado a la furgoneta, atraída por la apariencia inofensiva de Danko.

Pankii no podía quedarse quieto.

Dio un paso adelante, preparándose para intervenir. Pero justo cuando lo hizo, los ojos de Danko se encontraron con los suyos. Y, por una fracción de segundo, Pankii vio algo dentro de su viejo amigo.

No era iración. No era alegría por verlo.

Era obediencia ciega.

Y eso solo podía significar una cosa: alguien estaba controlando a Danko.

El nuevo dueño de la cafetería no solo había reprogramado a Danko. Lo había convertido en una herramienta de caza.

El peligro era real. Y Katte estaba demasiado cerca de él.

Pankii avanzó con cautela, observando cada uno de los movimientos de Danko. Sabía que algo iba muy mal, pero necesitaba pruebas antes de actuar. Si intervenía de golpe, podría alertar al hombre en la furgoneta.

Katte y sus amigas charlaban animadamente, sin notar el peligro inminente. Danko extendió un volante hacia una de ellas, su gesto mecánico, casi forzado. Pero Pankii vio el pequeño movimiento en su otra mano: los dedos flexionándose, como si se preparara para sujetar a alguien.

La furgoneta se movió levemente, y el conductor giró la cabeza. Pankii pudo ver su rostro. Ojos hundidos, una sonrisa torcida, y una expresión que irradiaba pura maldad.

Ese hombre estaba esperando el momento adecuado para actuar.

Sin perder tiempo, Pankii se deslizó entre la multitud y se acercó a Katte.

—Katte —su voz sonó baja, pero urgente.

Ella se giró, sorprendida de verlo allí.

—¡Pankii! ¿Qué haces aquí? Pensé que estabas en casa.

—No te acerques a la furgoneta.

El tono de Pankii fue lo suficientemente serio como para que Katte frunciera el ceño.

—¿Por qué? Solo están dando publicidad...

Pankii negó con la cabeza.

—Danko no está actuando como debería. Y el hombre en esa furgoneta... no es seguro.

Katte sintió un escalofrío recorrer su espalda. Miró de nuevo hacia Danko, y esta vez notó lo extraño en él. Su expresión no era amigable. Sus movimientos eran tensos.

Justo en ese momento, una de sus amigas, sin notar la conversación, extendió la mano para tomar un volante.

Danko reaccionó en un parpadeo.

Su brazo se disparó hacia adelante, tomando a la chica de la muñeca con una fuerza brutal. Ella soltó un grito ahogado, intentando liberarse, pero el agarre de Danko era implacable.

La furgoneta arrancó de inmediato.

—¡NO! —gritó Katte.

Pankii no lo pensó dos veces. Se lanzó hacia Danko con una fuerza que lo hizo tambalear. El agarre se soltó apenas un segundo antes de que la puerta de la furgoneta se cerrara de golpe. El conductor maldijo y pisó el acelerador, alejándose a toda velocidad.

Katte abrazó a su amiga, quien temblaba de miedo, sin entender qué acababa de ocurrir.

Pankii se enderezó, mirando la furgoneta desaparecer en la distancia. Sus manos se cerraron en puños.

El nuevo dueño de la cafetería era un monstruo. Y lo peor de todo, había corrompido a Danko, convirtiéndolo en un peón en su juego enfermo.

Pero Pankii no lo permitiría.

Fuera quien fuera ese hombre, iba a encontrarlo.

Y lo iba a detener.

Capítulo 3: El Garaje del Horror

Pankii activó su visión térmica una vez más, siguiendo las luces traseras de la furgoneta que se deslizaba rápidamente por las calles de Helsinki. No podía perderla de vista. Sus sistemas escanearon la matrícula del vehículo en un instante y la registraron en su memoria.

Matrícula: YN-4726.

El número se quedaría grabado en sus circuitos hasta encontrar a Wendy.

—Tengo la matrícula —informó a Katte con urgencia—. Podemos rastrear a ese tipo.

Katte, todavía temblorosa por lo que había sucedido, asintió y sacó su teléfono para llamar a la policía, pero Pankii la detuvo.

—No hay tiempo. Si alertamos demasiado pronto, podría mover a Wendy antes de que lleguen. Debemos encontrarla primero.

Fue difícil convencer a Katte, pero la desesperación por salvar a su amiga superó su miedo. Con la ayuda del resto del grupo de amigos que ya habían sido avisados, lograron seguir las cámaras de tráfico a través de una aplicación que rastreaba la matrícula.

El resultado los llevó hasta las afueras de la ciudad, a un viejo garaje subterráneo abandonado.

El lugar estaba en ruinas. Pintadas en las paredes, techos con grietas enormes y un aire de abandono absoluto lo convertían en un sitio aterrador. Pero lo peor fue el olor.

Apenas abrieron la puerta principal, un hedor putrefacto los golpeó de lleno.

Katte se cubrió la nariz y tosió.

—¿Qué es este olor? —preguntó Lydia, una de sus amigas, con la voz temblorosa.

Pankii, sin necesidad de respirar, no se vio afectado, pero sus sensores químicos analizaron el aire en segundos.

Alerta: Altos niveles de descomposición orgánica detectados.

El resultado lo preocupó. No podía decirlo en voz alta, pero sabía exactamente lo que significaba.

Cuerpos.

El silencio del grupo fue interrumpido por el sonido de una puerta de metal oxidado crujiendo a la distancia. Era la entrada más profunda del garaje.

Wendy podría estar allí.

Pankii avanzó primero, con su sistema de defensa listo para cualquier cosa. Katte y sus amigos lo siguieron de cerca, cada uno con el corazón latiendo aceleradamente.

No sabían lo que encontrarían, pero algo era seguro: lo peor aún estaba por venir.

Capítulo 3: El Garaje del Horror (Parte 2)

El grupo avanzó con cautela por el pasillo oscuro del garaje subterráneo. Pankii, al frente, escaneaba cada rincón con su visión térmica, buscando señales de vida. Pero lo que encontró lo hizo detenerse en seco.

—No sigan avanzando —ordenó con firmeza, extendiendo un brazo para bloquear el paso de Katte y los demás.

—¿Qué ocurre? —susurró Katte, preocupada.

Pankii no respondió de inmediato. Sus ojos brillaron con intensidad mientras enfocaban la figura que emergía de la oscuridad.

Danko.

Pero no era el Danko que recordaba. Su pelaje sintético estaba manchado de sangre, empapado hasta el punto de gotear. Sus ojos brillaban con un tono rojizo, fijos en Pankii con una expresión vacía. Y en su mano mecánica... un brazo humano.

El miembro amputado de una chica.

La sangre aún estaba fresca, goteando lentamente en el suelo. La piel del brazo se veía pálida pero no cadavérica, lo que indicaba que la víctima no llevaba mucho tiempo muerta. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Katte al notar los dedos aún tensos, como si hubieran intentado sujetarse a la vida hasta el último momento.

—Danko… —Pankii murmuró, sin saber si hablaba con un amigo o con una amenaza.

El oso mecánico no respondió. Solo ladeó la cabeza, sosteniendo el brazo como si fuera un simple objeto sin importancia.

—Dios… —susurró Lydia, llevándose una mano a la boca para evitar un grito.

—Tenemos que irnos —dijo otro de los chicos, retrocediendo—. Esto es una locura.

Pero Katte no podía moverse. No podía apartar los ojos de Danko, de lo que una vez fue un animatrónico amigable y ahora se presentaba ante ellos como una pesadilla viviente. Pankii, en cambio, dio un paso adelante.

—Danko, ¿puedes oírme? —preguntó, con la esperanza de que quedara algo del viejo compañero dentro de esa carcasa ensangrentada.

Danko parpadeó lentamente. Luego, con una voz distorsionada y mecánica, habló por primera vez:

—…Pankii…

El sonido fue un eco de su voz original, pero algo estaba roto en él. Algo que Pankii no estaba seguro de poder arreglar.

De repente, el pasillo se llenó con un sonido metálico y pesado. Puertas de seguridad comenzaron a cerrarse a lo largo del pasillo tras ellos.

—¡Nos están atrapando! —gritó uno de los amigos de Katte.

Pankii no tuvo tiempo para pensar. Debía actuar.

Y sabía que, si querían sobrevivir, tendrían que enfrentarse a Danko.

Capítulo 4: El Enfrentamiento

Pankii no dudó. Se abalanzó sobre Danko con una fuerza brutal, impulsado por el instinto de proteger a Katte y sus amigos. El impacto de metal contra metal resonó en el garaje subterráneo, rebotando en las paredes de hormigón. La sangre fresca en el cuerpo de Danko salpicó a Pankii, tiñendo su estructura de carmesí mientras forcejeaban.

Danko gruñó de forma mecánica, sus ojos rojos parpadeando erráticamente. Intentó golpear a Pankii con el brazo que aún sostenía la mano amputada, pero Pankii reaccionó rápido, atrapando el golpe con su propia garra de metal. Con un giro violento, lo desarmó, haciendo que la extremidad inerte cayera al suelo con un sonido húmedo.

Los amigos de Katte observaban con horror y miedo, sin atreverse a intervenir. Katte sintió el impulso de gritar, de detener aquella brutal pelea entre dos seres que, alguna vez, habían compartido el mismo escenario y alegrado a tantos niños.

Pero este Danko ya no era su Danko.

Desde algún lugar, oculta en la penumbra, una cámara giró, enfocando cada movimiento del combate. Pankii sabía que el hombre que controlaba a Danko estaba mirando.

"Que vea lo que haré", pensó, con determinación.

Danko, pese a estar dañado, no dejaba de pelear. Su programación alterada lo obligaba a continuar. Lanzó un zarpazo con una fuerza descomunal, haciendo que Pankii tambaleara. Fue suficiente para que el oso mecánico intentara inmovilizarlo, apretando su cuello con una fuerza que podría haber destrozado acero.

Fue entonces cuando el sistema de defensa de Pankii reaccionó.

Modo atacante activado.

Su mirada azul cambió a un tono mucho más intenso. Su cuerpo se tensó, su velocidad aumentó, y de un solo movimiento se liberó del agarre de Danko. Con una precisión quirúrgica, Pankii golpeó sus puntos clave: las articulaciones mecánicas, los motores internos, los circuitos de control.

Danko apenas pudo reaccionar. Sus extremidades comenzaron a fallar, su estructura se debilitó.

—Lo siento, Danko... —murmuró Pankii antes de dar el golpe final.

Con un fuerte tirón, arrancó la cabeza de Danko de su cuerpo. El sonido de cables desgarrándose y chispas saltando llenó el espacio. Los ojos del oso mecánico parpadearon una última vez antes de apagarse para siempre.

Un silencio pesado cayó sobre el lugar. El grupo contuvo la respiración mientras Pankii dejaba caer los restos de su viejo amigo al suelo.

Entonces, desde un altavoz oculto en alguna parte del garaje, una carcajada distorsionada resonó.

—Bien hecho, Pankii... No esperaba menos de ti.

El enemigo los estaba observando. Y Pankii sabía que esto era solo el comienzo.

Capítulo 5: El Eco del Pasado

El sonido de metal chocando y el crujido de circuitos en descomposición se desvanecieron, dejando el garaje sumido en un inquietante silencio. Pankii se enderezó lentamente, sintiendo la tensión aún vibrando en sus sistemas tras la feroz confrontación con Danko. Aunque había ganado, el costo del enfrentamiento lo pesaba.

Katte y sus amigos se acercaron a él, las miradas llenas de preocupación y confusión. Pankii sabía que había más en juego que solo la derrota de su viejo amigo; había algo más grande acechando en las sombras.

—¿Está bien? —preguntó Katte, su voz temblando levemente.

—Debo analizar las grabaciones de las cámaras —respondió Pankii, enfocándose en la tarea a mano—. Necesito identificar quién está detrás de todo esto.

Con un par de comandos, activó su sistema de análisis de voz y comenzó a escanear las grabaciones que había recopilado antes de la confrontación. Las voces resonaban en su procesador, y cada eco era un indicio de la amenaza que enfrentaban.

Primero, escuchó la voz burlona del nuevo dueño de la cafetería, hablando de “nuevos sabores” y de su clientela selecta. Luego, la risa de un cómplice, llena de malicia, que decía que el plan estaba en marcha y que “la caza había comenzado.” Sin embargo, la tercera voz era la que más le interesaba.

Mientras procesaba la información, una voz diferente emergió entre las grabaciones. Era más tranquila, casi melódica, pero contenía un matiz que hizo que Pankii se detuviera en seco. La frase resonó con una inquietante familiaridad: “Todo estará listo para esta noche. La caza ha comenzado.”

Con cada repetición, la voz parecía cobrar vida, tejiendo un hilo en su memoria. Entonces, de repente, recordó algo que había escuchado en su programación, una voz que había quedado grabada en su sistema: Aleski Niemi.

Pankii quedó paralizado, la conexión le atravesó como una corriente eléctrica. Aleski Niemi, el creador de Pankii’s Burger, el mismo hombre que había diseñado su código y su propósito, estaba detrás de todo esto.

No podía ser... Aleski no solo había sido su creador; había sido un faro de alegría en su existencia programada. La idea de que su creador se hubiera convertido en un villano lo llenó de una mezcla de ira y desilusión. Pankii cerró los ojos, luchando con la vorágine de emociones. ¿Por qué Aleski estaba detrás de esta locura?

—Pankii, ¿qué sucede? —preguntó Katte, alarmada al ver su reacción.

—La voz... es de Aleski. Es el líder detrás de todo esto. —Sus palabras salieron en un susurro—. Él ha manipulado todo desde las sombras.

El grupo se quedó en silencio, asimilando la gravedad de la situación. La idea de que Aleski, quien alguna vez les había brindado alegría, ahora era el arquitecto del horror, era demasiado para procesar.

—Debemos encontrarlo —dijo Pankii, su voz firme de nuevo—. Necesitamos respuestas, y no podemos dejar que continúe con sus planes.

Katte y los demás asintieron, la determinación llenando el aire. Pankii sintió que la chispa de la esperanza comenzaba a encenderse nuevamente dentro de él. No se detendría hasta que se enfrentara a Aleski y detuviera el ciclo de violencia que había comenzado.

Con una nueva misión en mente, Pankii tomó la delantera. Sabía que la batalla final estaba por llegar, y esta vez, la verdad saldría a la luz

THE PANKII’S BURGER TEMPORADA 2 (Parte 1)-[B]Capítulo 1 Temporada 2: Sombras en la Oscuridad
Las noches en la casa de los Lia
Likes (10)
Comments (0)

Likes (10)

Like 10

Comment

    Community background image
    community logo

    Into FNaF Amino [ Español ]? the community.

    Get Amino

    Into FNaF Amino [ Español ]? the community.

    Get App