៝ ᩘ ᩭ Preludio para el amor ੈ ᬻ

[ 🥀]ೃ · ﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌﹌· ೃ [ 🥀]

》; ᴡᴇʟᴄᴏᴍᴇ ᴛᴏ ᴛʜɪs ʙʟᴏɢ↶

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Hola, potterheads, bienvenidxs a un nuevo blog,

esta vez con una participación más en otra ac-

tividad (sí, otra vez xd), con motivo del día de

San Valentín (ya casi diciéndole adiós a febrero,

pero bueno), aquí vamos.

El amor que elegí para el siguiente escrito, es el

amor Pragma, que es un amor práctico y com-

prometido, se construye con el tiempo, los va-

lores que maneja son aquellos que hacen al in-

dividuo y tiene en común con la pareja pero no

dejan de ser ellos mismos ni se vuelven uno. Es

un amor que parece menos romántico pero pro-

porciona la base para una relación sólida.

Cabe destacar que para llegar a este tipo de

amor se pasa por muchos más como podrían

ser   Eros, la   emoción   del primer   amor,   que

considero, todos o en su mayoria, pasamos por

él. Para esta historia los tipos de amor también

podrían ser Philia, Ágape, Storge y Ludos, todo

dependiendo de como se fueron relacionando y

las "pruebas" qué pasaron y superaron, los a-

cuerdos y el compromiso de mantener una rela-

ción sana para llegar a un amor pragmático.

Esta vez nos enfocaremos solo en la celebración

del día de San Valentín, suponiendo que ya tienen

esa relación "ideal", pero sé darán esbozos de co-

mo se construyó, historia que dejaremos para

otro día.

Comenzamos...

೫` ⃟🥀 ཹDía de San Valentín

   Jez se estiró perezosamente en la cama, sintiendo

   el calor de las sábanas y la presencia familiar de

    Luna a su lado. No necesitó abrir los ojos para

    saber que ella ya estaba despierta. Lo supo por

   la cadencia pausada de su respiración y por el leve

   crujido de las páginas de un libro que seguramente

   sostenía entre sus manos.

   —¿Desde qué hora estás leyendo? —murmuró con

   voz ronca por el sueño.

   —No mucho —respondió Luna sin levantar la vista

  del libro.

   Jez sonrió de lado. Esa era su manera de decir que

   llevaba despierta al menos un par de horas. Se

    estiró de nuevo y, con un suspiro de satisfacción,

   preguntó:

   —¿Qué día es hoy?

   —Catorce de febrero —dijo ella, con total naturali-

   dad.

   —Oh… —Jez entrecerró los ojos y fingió dramatis-

   mo—. San Valentín.

   Luna giró una página con absoluta calma.

   —Mmm… sí.

   Hubo un breve silencio.

   —No planeamos nada, ¿verdad?

   —No.

   Jez se giró hacia ella, apoyando la cabeza en su

   mano.

   —Deberíamos hacer algo —dijo, pensativo—. Algo

   que sea… nuestro.

   Luna cerró el libro y lo miró con una ceja arqueada.

   —¿Qué propones?

   Jez se quedó un momento en silencio, observán‐

   dola. Se veía relajada, cómoda, sin la presión   de

   expectativas innecesarias. Y eso le gustaba.

   —No lo sé. Vamos a improvisar.

    Luna sonrió.

   —Me gusta esa idea.

   Y así, sin más, comenzaron su San Valentín.

೫` ⃟🥀 ཹUn paseo por Hogsmeade

   Después de prepararse con calma,   salieron de

   casa y   se dirigieron a   Hogsmeade. El pueblo

    mágico   mantenía su encanto invernal, con una

    fina capa de nieve cubriendo los tejados y el aire

   impregnado del aroma de hidromiel y chocolate

   caliente.

    — Podríamos ir a Las Tres   Escobas — sugirió

     Luna, con un brillo travieso en los ojos—.   Como

     en nuestra primera cita.

    Jez soltó una carcajada.

    —¿Cita? Yo creí que solo estábamos huyendo del

    ensayo de Duelos.

    —Bueno… dos cosas pueden ser ciertas al mismo

    tiempo.

    Entraron en la taberna y se acomodaron en una

    mesa cerca de la ventana. Mientras compartían

     una jarra de hidromiel, los recuerdos fluyeron con

    naturalidad:   la primera   vez que estuvieron ahí,

    cuando eran adolescentes que apenas descubrían

    qué significaban el uno para el otro; las discusio-

    nes absurdas que siempre terminaban en risas;

     las largas conversaciones sobre criaturas mági-

    cas y hechizos prohibidos.

    —Nunca imaginé que estaríamos aquí tantos años

    después, juntos — murmuró Luna, envolviendo la

     jarra con ambas manos.

   Jez la observó con una sonrisa ladeada.

   —Yo tampoco. Pero me gusta.

   Y con ese simple intercambio, supieron que todo

    lo que habían vivido valía la pena.

   Después de salir de Las Tres Escobas,   caminaron

   sin prisa por el pueblo, disfrutando del aire fres-

   co y de la ligera nevada que caía suavemente so-

   bre el pueblo. Las calles estaban adornadas con

   guirnaldas encantadas que flotaban en el aire,   y

   algunas tiendas tenían vitrinas decoradas con co-

   razones que latían al ritmo de la música ambiental.

   —Definitivamente este pueblo no escatima en de-

   coraciones —comentó Jez, observando un puesto

   donde   unos Cupidos de chocolate revoloteaban,

   lanzando flechas de azúcar a los transeúntes.

   —Siempre hay alguien que disfruta de estos deta-

   lles —respondió Luna con una sonrisa.

   Se detuvieron en una librería antigua, donde Luna,

   como era de esperarse, fue directo a la sección de

   criaturas mágicas. Mientras pasaba los dedos por

   los lomos de los libros, encontró una edición ilus-

   trada sobre aves mágicas que le llamó la atención.

   —¿Lo vas a comprar? —preguntó Jez, asomándose

    por encima de su hombro.

  —Mmm… No sé. Tengo tantos libros sobre criaturas

    mágicas que tal vez sea innecesario.

   Jez tomó el libro de sus manos y lo llevó al mos-

   trador sin darle oportunidad de debatir.

   —Es San Valentín —dijo con una sonrisa—. Y no veo

   mejor   forma   de   celebrar   que   alimentando    tu

   obsesión.

   Luna rió suavemente y aceptó el regalo con gusto.

   Jez, por su parte, se dejó convencer de llevarse un

   amuleto protector que, según el vendedor, ayudaba

   a "mantener la mente despejada en momentos de

   caos".

   —Te va a servir — comentó Luna con una sonrisa

    traviesa.

   —¿Me estás diciendo que soy un desastre? — pre-

   guntó Jez, fingiendo ofensa.

   —Estoy diciendo que el vendedor te miró y supo

    exactamente qué necesitabas — ambos rieron y

    siguieron con su camino.

   Pasaron por Sortilegios Weasley, donde Jez insis-

   tió en comprar un par de artículos de broma "por

   nostalgia". En Honeydukes, Luna eligió un frasco

    de caramelos de frambuesa rellenos de chocolate,

   sus favoritos. Y cuando Jez vio que Luna no se

   compraba nada para ella, sin que lo notara, tomó

    un pequeño paquete de trufas de cereza y lo guar-

   dó en el bolsillo de su abrigo.

   Más tarde, llegaron hasta una pequeña colina des-

   de donde se podía ver el pueblo iluminado con las

   luces cálidas de las farolas y las chimeneas hu-

   meantes. Se quedaron allí un rato, sin hablar, sim-

   plemente disfrutando del paisaje.

   —Este fue un buen día — murmuró Luna después

    de un rato.

   —Sí —respondió Jez, con una paz genuina en su

    voz—. Me gusta que podamos hacer esto, sin sen-

   tir la necesidad de hacer algo exagerado.

   Luna asintió, girando su rostro hacia él.

   —Es lo que nos hace funcionar.

   Jez le sostuvo la mirada por un momento, cerran-

   do el espacio entre ellos, la besó, después de un

   momento se alejó con una sonrisa y sacó el pa-

   quete de trufas de su abrigo colocándolo en sus

   manos.

   Luna parpadeó, sorprendida, y luego sonrió.

   —¿Cuándo lo compraste?

   —Tengo mis secretos.

   Ambos rieron.

   Eran detalles pequeños, pero sabían que esos re-

   galos,    aunque   simples,   tenían   un    significado

   importante.

   —Gracias.

   Compartieron   un   momento   de complicidad, de

    esos en los que no se necesitaban palabras, an-

   tes de decidir que era hora de volver a casa.

೫` ⃟🥀 ཹCelebrando el amor

   Al regresar a casa, no hubo necesidad de hablar

   sobre lo que harían. Luna se   dirigió a la cocina

    con naturalidad, preparando la comida favorita de

   Jez,    mientras    él   se   encargaba   de   decorar el

    comedor.

   Colocó velas flotantes de luz suave y un discreto

   ramo de girasoles, los favoritas de Luna,   en   el

    centro de la mesa. No era ostentoso, pero era un

   detalle significativo. Cuando Luna terminó de co-

   cinar, sonrió   al   ver   el   esfuerzo   de Jez   en   la

    decoración.

   —No está mal para alguien que siempre dice que

    lo romántico   no es lo suyo — comentó, divertida.

   —No es lo mío —respondió Jez con una sonrisa—,

    pero esto es para ti.

   Se sentaron a cenar, disfrutando la comida en com-

   pañía del otro. Conversaron de todo y de nada, con

    la naturalidad que siempre los había caracterizado.

   Recordaron anécdotas   de Hogwarts, algunas ri-

   dículas y otras nostálgicas, pero en ningún mo-

   mento hubo un aire de melancolía. Era parte de su

   historia, pero no estaban anclados a ella. Habían

    superado muchas pruebas difíciles y ahí estaban,

   uno frente al otro, "celebrando" su amor.

   En un momento, Jez sacó un pequeño estuche y

    lo colocó frente a Luna.

   —Para ti —dijo, simplemente.

   Luna lo abrió y en ontró una pluma de un azul pro-

   fundo y etéreo con un acabado ligeramente anti-

   guo. Sus ojos se abrieron con sorpresa.

   —¿Cómo…?

   —Tengo mis recursos — respondió Jez, encogién-

   dose de hombros.

    La chica la sostuvo entre los dedos, girándola con

    curiosidad.

   —Es hermosa…

   —Es de Jobberknoll —dijo Jez con suavidad—. Bue-

   no, no cualquier Jobberknoll. Es de los que tú estu-

   diaste.

    Ella sintió un ligero nudo en la garganta.

   —Hice un trato con un comerciante en el Callejón

    Knockturn. No fue fácil, pero… quería que tuvieras

    algo que simbolizara todo lo que has logrado.

    Luna tragó saliva y le dedicó una sonrisa cálida, lle-

    na de gratitud.

    —Es el mejor regalo que he recibido.

    —Lo sé —dijo Jez con un guiño.

    —Gracias —susurró, conmovida.

    No era un regalo lujoso, pero era perfecto.

    Después de la cena, se   acomodaron   en el   sofá

    con tazas de chocolate caliente entre las manos.

   —¿Sabes? —dijo Luna tras un   momento de silen-

   cio—. Hace años, imaginaba que el amor era algo

   grandioso, con gestos impresionantes y emocio-

   nes abrumadoras.

   —Yo también —itió Jez, mirando el líquido os-

    curo en su taza.

    Luna giró su rostro hacia él y sonrió.

   —Pero ahora sé que el amor no es eso. O al menos,

     no para mí.

     Él la miró con atención.

    —¿Y qué es para ti?

    Ella se tomó un momento antes de responder.

   —Es esto. Es elegirnos todos los días, sin necesi-

    dad de grandes declaraciones. Es   compartir un

    chocolate caliente después de un día juntos. Es

    saber que no necesito que hagas algo espectacu-

    lar para demostrarme que me amas.

    Jez sonrió, dándole un sorbo a su bebida antes

     de hablar.

    —Entonces estamos en la misma página.

    Luna dejó su taza a un lado y apoyó la cabeza en

    el hombro de Jez.

   —Feliz San Valentín —murmuró.

   —Feliz San Valentín, amor.

    Y así, sin gestos grandiosos ni promesas irreales,

    celebraron su amor de la manera que mejor lo

    representaba,   con   la certeza tranquila de que

    seguirían eligiéndose cada día.

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               #Ravenclaw :blue_heart:

               #ConcursosCFF2025  

                #Jeza

Hasta aquí llegamos con esta historia, por hoy.

Gracias por leer!

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                                             :copyright: ᴍᴀᴅᴇ ʙʏ Luna J. 🌙

#Criticas constructivas(?):