Stephen {Parte V}

Capítulo 25: El Gran Escape

El sheriff intentó hacer algo para ayudar a Amanda, pero unas simples palabras no podrían compensar su pérdida, de modo que la dejó un rato a solas al pie de la cama

Cualquiera puede decir qué tan mal carácter tiene Stan, pero él cumplió su palabra; regresó a donde había dejado su patrulla para hablar con Stephen, no sin antes dejarlo bajar a la calle.

—Muy bien, Appleton, odio decirlo pero tienes razón. Dime entonces todos y cada uno de los detalles que sepas–inidicó Stan

—Para empezar sucedió ayer en la noche, imagino que más o menos a las nueve, dado que el tren nunca llegó a la estación...

Stephen narró todo lo que presenció desde el momento del incendio y el accidente del ferrocarril. Enfatizó que la gente desaparecida tan solo se "desintegró" en el último lugar donde estaban, y como dejaron sus pertenencias arrumbadas.

—Realmente no puedo decir cuántas personas se han ido, pero se han perdido familias enteras por todo el pueblo–contó Stephen

—¿Y qué patrón sigue? Tiene que haber algo en común–decía el Sheriff–Debemos estar prevenidos para evitar que más habitantes sean... ¿Atacados?

—Casi no he hablado otros. Lo único que he visto es que se ha llevado a gente de todas las edades, eso incluye a bebés y niños...

—¡No puede ser! ¿Cómo no pensé en la seguridad de mi familia primero? Debo Volver a buscarlos al campamento–se percató.

—No sabría decirle qué esperar, Sheriff. Pero sí sé que muchas denuncias van a venir a buscarlo a usted–le aconsejó.

—Y si de buscar se trata, hazme un favor y ve dónde está Lantham, que se vaya lejos, no sabemos qué otros peligros haya.

El Sheriff se fué a la comisaría a usar sus dispositivos y demás para ar a su familia antes de tener que volver al lago

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Por otro lado, Howard seguía solo, se sentía frustado de no hallar señales de vida. No obstante, tuvo una brillante idea para que los habitantes vinieran a él; subió hasta la torre de la iglesia y con todas sus fuerzas hizo replicar el campanario.

Esa acción brindó mejores resultados. De inmediato, Monique y los tres chicos que la acompañaban, dejaron su inútil búsqueda de sobrevivientes en las calles; también el oficial Charlie, quien

recién llegaba a la ciudad con los Sres Davis, Patty y James.

El propio Sheriff dejó sola su oficina y corrió a la vieja iglesia. Amanda salió a la calle aún abrazando los juguetes de sus hijos

Todos sabían que si sonaba la campana a una hora inusual era por un llamado de emergencia, como en los viejos tiempos.

Howard miró abajo como ésta gente llegó consecutivamente y descendió las escaleras para poder reunirse con todos ellos.

—Menos mal que aún queda alguien en nuestra ciudad–les dijo Howard, algo ilusionado.

—En una ciudad de al menos 2500 habitantes, que ahora no vea ni 20 personas reunidas aquí, ¡No es ningún logro!– gritó Charlie, muy disgustado.

—Pero no están contando el número de infectados. Los soldados se llevaron a medio mundo antes de esto–les recordó Terry.

—Es Cierto, pero no parece que haya forma de encontrarlos, ni a unos ni a otros–dijo Monique, algo desanimada todavía.

—¡¡¡Más vale que te calles la boca o te dejaré sin dientes!!!–la amenazó Diana, tan histérica que su marido la tuvo que detenerla de dar golpes—¡ALGUIEN SE LLEVÓ A MI BEBITA, Y CUANDO SEPA QUIÉN FUE...

—¡Pero es que no se llevaron solo a su bebé! Se lo dijimos varias veces, Sra Davis–replicó James–Muchas, pero muchas familias se fueron del campamento, quedó vacío

— Es...espera un momento, pequeño amigo–decía el Sheriff, con un nudo en el estómago–¿El campamento... quedó... vacío? ¿Dónde están mis hijos, Emily y Sammy?

—No sabe cuánto lo lamento, jefe... tampoco encontramos a la familia de su cuñada–dijo Charlie, como si hubiesen muerto.

El Sheriff se sintió tan mal, que se separó del grupo y vómito dentro de un bote de basura allí en lah calle; para colmo, a unos pasos de allí vió una bicicleta tirada en el suelo junto a las ropas de su dueño perdido, como una especie de recordatorio

—¡Ocurrió en todo el Mundo! todos los desaparecidos se fueron al mismo tiempo. Lo ví en mi computadora–añadió Patty a quienes aún no se lo había dicho.

—Pues... de ser así... somos afortunados de vivir en el campo–suspiró June, con resignación–Seguro que en las grandes ciudades están como si hubiera caído una bomba.

—¡Tal vez puedan volver! ¡Tal vez... tal vez...así como se fueron van a regresar!–decía Amanda, con una sonrisa que solo podría expresar locura–¡Sí, van a volver, y entonces todo será normal! Hay que preguntarle al pastor Jeremy si nos ayuda a buscar, él tocó el campanario ¿No es verdad?

—Es qué... Yo toqué la campana–decía Howard–Temo que también el Reverendo...

—No lo digas, no hace falta explicaciones. Ya sabemos a qué te refieres–dijo Shaun, harto ya de todo–Quizás Amanda tenga razón, si fácil se fueron fácil volverán.

—{No van a volver, es demasiado tarde}–murmuró Mike, bajó la mirada así que nadie lo escuchó.

—Hablando de Volver, Stephen estaba con el Sheriff–recordó Howard en voz alta—¿Por qué no vino para acá?

Nadie se molestó en responder, todos estaban tan exhaustos que no se molestaron en pensar en él. Solamente se retiraron a buscar el modo de refrescarse y descansar un par de horas; prometieron verse en una siguiente reunión en la comisaría.

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Durante el lapso que la gente se reunía afuera en la iglesia, Stephen corrió varias calles hasta el hospital. No se olvidó de buscar a Kate, esa era su verdadera razón para volver al pueblo.

La entrada principal y la de las ambulancias todavía estaban bloqueadas por las barricadas del CME, hace meses que nadie entraba además de los soldados. La única puerta disponible era una salida de emergencia, aparentemente los soldados seguían yendo y viendo al hospital a pesar de estar clausurado

Lo supo porque al entrar todo estaba en orden y limpio, tenía que averiguar si quedó algún insumo médico o todo lo vaciaron

Pasó a cada consultorio, revisó cada armario, casillero y escrito que podía. Se tardó demasiado sin tener ni una señal de Kate, ni siquiera un montículo de ropa en caso que ella también se hubiera desvanecido con el resto.

El despacho del Dr Wade y su esposa Bárbara era tal vez el más apreciado por los habitantes del pueblo. Sin embargo, cuando se acercó a él, sabía que algo malo ocurrió allí; agujeros de bala en las paredes del pasillo, unas minúsculas gotas de sangre seca afuera de la puerta, hasta la huella de una mano enrojecida en la perilla del consultorio.

No pudo acercarse a abrir puesto que alguien ya venía saliendo

—¡Kate, estás bien! No desapareciste como los otros–al decirle ésto, Stephen la abrazó como si fuera la última vez.

—¿Wow? Espera un poco, creo que me perdí de algo–decía ella, separándose del abrazo–Llevo aquí deambulando casi 72hrs y no entiendo tus disparates...

—¿Estas diciendo que no sabes absolutamente nada de lo que pasó anoche?– preguntó Stephen, anonadado.

—Para serte sincera, podría adivinar que veías a esa Elizabeth... Es decir, Lizzie Graves—decía Kate, sin remordimiento–No creas que soy tonta, es obvio que aún sientes algo por ella.

—¿Qué? No, no lo entiendes–respondió boquiabierto

—Claro que lo entiendo, quieres que todo sea como en el pasado. Pero al menos me lo hubieras dicho antes de salirte a escondidas al lago...

—¡Mira! olvídate media hora de ese tema y déjame hablar–replicó Stephen—Anoche, un fenómeno que parece imposible de contar se hizo realidad...

Entonces ambos se pusieron a conversar en el pasillo de todo lo que ocurrió mientras Kate estaba encerrada, tanto así que tampoco escuchó el sonido de las campanadas.

—Bueno, mira... Tú sabes mejor que nadie todo lo que pasamos aquí– decía Kate, sintiéndose derrotada–Desde el principio todo fue un engaño ¡Nos engañaron para formar parte de una Pandemia! Después de tantos meses ya no sé qué es la verdad.

—Lo único que importa ahora es de que tú, yo, y toda la gente que esté aquí, debemos unirnos para entender lo que ha pasado hasta tener una respuesta contundente–declaró Stephen

—Solo lo haré porque se lo debemos a la ciudad, no importa lo que ninguno crea en este momento–respondió Kate.

—Vale, pero antes de que lo olvide ¿Sabes qué ocurrió aquí en el consultorio del Doctor Wade?–dijo Stephen.

—Algo de eso estábamos investigando...

—¿Por qué hablas en plural?

—En el tiempo que estuve aquí conocí a un soldado, tú ya sabes su nombre, Clyde Brown; fue el o que teníamos con las fuerzas del CME...

—¡No menciones nada del CME ni de VALIS! Si pudiera con mis propias manos estrangularía a cada culpable de esto

—¡Tampoco exageres! no sabemos si todos los soldados operaban igual—Kate trató de justificarlo—Clyde quiso ayudar, no olvides que también se expuso a que lo descubriera... en realidad... tal vez por eso no le he visto desde antier, supuestamente iba a infiltrarse en VALIS

—Por su propio bien, espero que no vuelva. Te apuesto que algo tuvieron que ver en ésto también...

—¡Kate, Kate, Kate! Algo está pasando... ¿Stephen, eres tú?

Mientras Stephen declaraba su odio a ambos causantes de todo el problema, el nuevo amigo de Kate se acercaba por un pasillo.

En otras circunstancias Stephen habría escapado en dirección opuesta por el tiempo que los persiguieron, pero dado que el mundo se puso de cabeza todo cambió para él.

Se lanzó corriendo y de un golpe tiró al soldado al piso, no conforme con esto, allí arrodillado, de un segundo puñetazo le arrancó la máscara anti gases y el equipo de sus manos.

—¡Eres una maldita rata traicionera! ¡TODO ESTO ES SU CULPA! ¡PROVOCARON LA PANDEMIA Y TAMBIÉN ESTO!

—¡STEPHEN, YA BASTA CON ESO!–Kate se fue contra Stephen tomándolo por la espalda—¡CYLDE, VETE, CORRE!

Cuando Cylde tuvo la oportunidad no lo pensó dos veces para salir despavorido por el pasillo del hospital.

—Oye ¿qué te propones? ¿crees que matando a alguien vas a resolver o deshacer todo esto?– replicó Kate

—¿De qué lado estás ahora? Hasta parece que tú fueras su novia. No es tan agradable que yo te acusé como Tú a mí ¿Cierto?

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Nuevamente regresaban los muy escasos habitantes que quedaban en el pueblo. Aún se negaban que fuera real. Las casas estaban ahí, sus negocios también, la escuela, el ayuntamiento, absolutamente todo, pero no sus seres queridos. Nadie podía comprender el significado real de eso.

Sin embargo, una sola cosa había cambiado respecto a la Cuarentena, el CME retiró todo su control en la ciudad.

La televisión ya no pasaba anuncios de emergencia sobre el virus, sino sobre las personas desaparecidas; los teléfonos ya podían hacer llamadas de larga distancia fuera del condado sin interferencia militar. Pero casi nadie permaneció quieto sino que tomaron sus autos y cualquier equipaje para salir de Yaughton.

Las nuevas noticias indicaban que en las ciudades vecinas había centros de acopio y asistencia para resguardar a quienes lleguen ahí; pero que a su pobre y olvidado pueblo no enviaban nada puesto que fue uno de los primeros focos de la Pandemia.

—¿Escucharon? Ya no hay nadie que nos impida salir de la ciudad, ya no hay soldados en la carretera principal–dijo Terry

—¿Pero a dónde quieres ir? ¡No hay ciudad ni persona en el mundo excento de esta catástrofe!–objetó Mike, y apagó la TV.

—No tenemos a dónde ir, a nadie quién acudir–sollozó Patty

—Tenemos que averiguar qué le pasó a los enfermos–sugirió James–Mis abuelos y sus familias tiene que estar en alguna parte, tal vez no se desvanecieron como los demás.

—Esperen un momento, jovencitos–decia Monique, sirviendo un almuerzo en la mesa—No me venga que no tienen a nadie, los traje a mi casa con las mejores intenciones, y no pienso tolerar ningún comentario irrespetuoso.

—Agradecemos la ayuda, pero ellos tienen razón—decía June–Si nuestras familias siguen entre los enfermos hay que hallarlos

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Después de una parada a su casa, el Sheriff se quedó en la estación de policía, llorando desconsolado de la perdida de sus hijos; aún no sabía que su esposa también se había esfumado, pero prácticamente ya lo tenía como un presentimiento. Se cumplió cuando Monique se lo contó en su escritorio

A pesar de todo, tenía una responsabilidad que cumplir. Limpió su rostro y puso manos a la obra, escuchó cada uno de sus conciudadanos respecto a las personas perdidas. Se dió cuenta que otra vez Stephen tenía razón, todo pasó a la misma hora de la noche anterior, y algo más.

—Déjeme entender algo, aquellos que estuvieron en el exterior pudieron ver aviones, jets, o algo parecido sobrevolar la ciudad

—Es Cierto, yo estaba en el parque del campamento, y después de verlos la demás gente comenzó a gritar–recordó James

—También los vimos Rachel y yo cuando estábamos en el molino con los sacos trigo—comentó Monique

—¿Están pensando que ésto lo provocó el gobierno?–dijo Mike, cuestionando en voz alta a los demás—Pero esos aviones solo pasaron aquí ¿Qué me dicen del resto del mundo? Incluso aviones en pleno vuelo se quedaron sin piloto...

—¡Mira, cuatro ojos! Tú fuiste el cerebrito del salón mucho tiempo, pero no creas que tienes todas las respuestas—June lo critico con severidad.

—Hasta ahora solo estamos adivinando–decía Charlie–Hemos pensado en casi cualquier causa: rayos láser, armas químicas, energía nuclear, hasta una invasión de marcianos ¡Por favor!

—Una cosa sí está clara–declaraba Diana, aún furiosa—¡Todo comenzó por culpa del Virus y los Soldados del CME!

—Stephen me contó una vez que en su trabajo intentó detener a VALIS, ellos pusieron el virus y el CME su brutal fuerza– mencionó Howard.

La gente guardaba cierto rencor a Stephen y a Katherine, ellos marcaron la fecha en que todo empezó. No obstante, ninguno de los dos era dueño de la empresa, militares ni nada similar. De modo que su ira la reservaron para vengarse en el momento adecuado

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Después de su conclusión pareció una coincidencia que Stephen Appleton llegara buscando la patrulla de sheriff. Kate también llegó tras él pero tratando de calmarlo, él le dijo al grupo que había un soldado que seguía rondando sus calles.

En el acto encendió una mecha como si se tratara de provocar un linchamiento a manos de una turba iracunda

Kate trataba de apelar a la cordura, pero nadie la escuchaba con excepción de los más jóvenes, ellos continuaban asustados como para hacer caso a la locura de los demás.

En su preocupación decidieron mejor correr de vuelta a la iglesia. Tal vez porque Patty y James sentían que la Sra Graves tenía razón, que les cayó una especie de Juicio, o en el caso de Mike que él y su familia solían asistir todas las semanas pero jamás creyó nada hasta ahora, o tal vez solo porque en tiempos de crisis las iglesias servían como refugios y símbolo de esperanza

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La gente en su frenesí se armó con objetos comunes como palas o martillos, y armas de fuego si es que tenían. Stephen junto con el Sheriff condujeron el grupo a pie por cada rincón de la calle principal buscando al soldado como en una caseria.

—¡ALLÁ ESTÁ! ¡VENGAN TODOS!–gritó Amanda a verlo huir

—¡LO VOY A HACER PEDAZOS! NO IRÁ LEJOS—amenazó Shaun

—¡EY, TÚ DETENTE EN EL ACTO!–Después de dar la orden, el Sheriff dió un disparo al aire de advertencia.

Clyde estaba sólo ante sus agresores, lo peor es que ellos lo sabían bien, era el único recluta que permaneció en la línea de defensa. Durante la cuarentena pasaron muchos meses sin pisar el límite de la ciudad, los vehículos militares y la reja, sin mencionar dese luego la amenaza de un disparo a quemarropa

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Kate tuvo que dejar a los chicos y correr detrás de esa persecución. Aún no sabía qué creer pero definitivamente ese soldado era como ellos, un engranaje más en el plan de otros.

El camino terminó hasta topar con pared, o mejor dicho, la misma reja con que se clausuró la ciudad tantos meses.

Toda la gente dejó a Clyde de rodillas, y entre sus gritos y golpes lo acusaron demandando respuestas a todas sus pérdidas

—Es el fin del camino, no hay forma de escapar

—¿Qué nos han hecho? Maldita sea la hora que irrumpieron en la vida de nuestro pacífico pueblo

—Se han llevado a todas las personas que hemos querido

El sheriff dejó que sus vecinos tuvieran algo de su venganza, él mismo deseó hacerle daño, pero sabía muy bien que les serviría mantener a ese individuo con vida en vez de matarlo

—¡No, se los suplico, esperen! Tienen razón, tienen que saber la verdad, deben saber qué le sucedió a esa gente. Yo sé...

—Deberiamos liquidarte, pero eres el único que nos dará la información que necesitamos–dijo el Sheriff, separando al soldado de la multitud de sus verdugos.

—¡Al diablo la información! Es uno de ellos, han matado a dos tercios del pueblo por un miserable microbio, merece ser quemado en leña verde—gritaba Stephen

—Lo pondremos en una celda en la estación de policía, entonces decidiremos qué será de él–declaró Stan.

—Eso y más mereces por dañar a cada una de éstas personas buenas y decentes–Diana escupió en el suelo por donde escoltaban al soldado.

—¡Aguarden señores! ¡Realmente todos me dan Asco!

Kate llegó demasiado tarde a la paliza, pero por costumbre, dijo todo lo que pasaba por su mente sin temor a las represalias

—Todos ustedes se consideran "gente buena y decente" pero son capaces de matar a un pobre desgraciado que no tiene forma de defenderse. Al menos denle la oportunidad de decir lo que sabe, y eso sí sobrevive. Ya estarán felices por eso.

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•••Ahí en Adelante Ya Nada Volvería a Ser Igual•••

Continuará...