ℓα ℓυz ү ℓα σscυяι∂α∂ | ᵒⁿᵉ-ˢʰᵒᵗ | :purple_heart: Roseleka :purple_heart:

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Me gusta llorar en el mar porque es el único sitio en el que mis lágrimas son pequeñas.

Era una tarde de invierno, sentada en la orilla del mar, el negro vestía mi tristeza y dolor. Estaba sola. Se reían de mí por ser como soy. Me insultaban y despreciaban.

Mi pelo golpeó suavemente mi cara por el fresco y húmedo viento. Las lágrimas cayeron sobre el agua; una gota, otra, y otra más.

Y apareciste tú.

Ibas andando por la blanca y fina arena, observando un velero que navegaba surcando entre las olas a lo lejos.

Parecías un ángel. Llevabas un blanco y sedoso vestido. Tu dulce mirada se reflejaba el mar.

Por un instante nuestras miradas se cruzaron. Parecía que el tiempo se había parado. Te sentaste a mi lado.

—Que el cielo esté gris no es motivo para ponerse triste.

Esas fueron las únicas palabras que me dijiste. Pero fueron las únicas palabras que me hicieron sonreír.

Estuvimos un rato sentadas, mirando como las olas chocaban contra las rocas. Te levantaste y alzaste tu mano. Te di la mano y estuvimos caminando por la orilla.

No bastaban palabras, solo necesitábamos una mirada para saber que ambas queríamos que aquel momento no acabase. Era mágico.

—Gracias por haberme alegrado el día.

Me diste un beso en la mejilla y ambas nos sonrojamos. Después nos fuimos cada una por un camino diferente.

Había sentido algo especial. Era amor. Pero no podíamos estar juntas. Yo era la oscuridad y tú la luz.

···

Tras habernos visto unas cuantas veces en la playa, todo había cambiado. Aquel día decidí decirte lo que siento. Estábamos sentadas en la orilla y pensé que sería el momento oportuno.

—Me gustas.

En ese momento giraste tu mirada hacia mí, y me miraste. No bastaban palabras. No me querías.

—Sé que estamos destinadas a seguir caminos diferentes. Tu eras la luz, yo la oscuridad, tu vienes del cielo, y yo de las tinieblas. No nos parecemos ni tampoco tenemos los mismos gustos, pero sé que te quiero.

Tenía un gran nudo en la garganta, apenas podía hablar, tenía ganas de llorar. Me levanté y me dirigí hacia la salida de la playa.

—¡Espera! Yo también te quiero. No importa que tengamos diferentes gustos y seamos completamente diferentes, lo que importa es que nos queremos la una a la otra y estaremos allí para ayudarnos en las buenas o en las malas. Pero... Creo que no estoy preparada para ser algo más. Deja que pasen los días y que nos conozcamos más.

Ese momento fue el más feliz de mi vida. No me importaba que no fuésemos algo más, porque con su amistad me bastaba.

—Está bien. Soy feliz con tu amistad, y sé que algún día nuestras vidas se unirán.

Y nos fuimos caminando una vez más por la orilla.

No nos importaba que fueramos diferentes, ni que fueses la luz y yo la oscuridad.