Alguien como ella. :bouquet: || One-shot

¿Alguien me puede explicar cómo llegué a titulares sin que nadie sugiriera mi blog? :v

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:bouquet: ; Pain, but I won't let it turn into... hate.

14 de septiembre del 2008.

—¡Tú no sabes nada André! ¿Por qué eres tan egoísta y no me dejas cumplir mi sueño? —la voz de mamá sonaba furiosa. Retumbando en las paredes de mi habitación.

—¡Porque tienes una hija! ¡Porque tienes una familia! —papá respondió aún más exaltado.

—Me importa un carajo.

Un golpe. Seco, corto, pero fuerte. No escuché un solo sonido después. Mi corazón comenzó a latir más fuerte, tanto que pensé que saltaría de mi pecho. Pequeñas cristalinas lágrimas brotaron de mis ojos y resbalaron hasta caer de mi mentón.

Me senté en el suelo y dibujé espirales con mi dedo índice sobre los fríos azulejos. Recargué mi espalda hacia la pared. Al principio era incómoda, fría. Pero hacía mucho tiempo que me acostumbré a mantener aquella posición.

Odiaba que mamá y papá discutieran. No me gustaba para nada escuchar las cosas horribles que se decían el uno al otro. No entendía por qué lo hacían, no sabía quién era el bueno y quién el malo, pero dolía mi corazón cada vez que el tono blanco pálido de la piel de mamá se coloreaba de púrpura.

Los párpados me pesaban y pronto cerré los ojos. Desperté arropada, metida en mi cama. La luz de la luna traspasaba mi ventana, iluminando la puerta.

El pomo de esta giró y mamá apareció tras ella. Vestía un elegante abrigo negro, sus rubios mechones de cabello se escondían debajo de un ancho sombrero. Sujetaba con su mano derecha una gran maleta blanca, sus dedos acariciaban el frío metal de la manija.

Sus tacones desprendían un sonido hueco cada vez que daba un paso hacia mí. Inhaló profundamente y se sentó al borde de mi cama. Besó mi frente y mis fosas nasales se inundaron del dulce aroma de su perfume.

—Chloé, mamá tiene que irse —dijo tiernamente mientras acariciaba mi cabello.

—¿Por qué no esperaste a decirme por la mañana? —pregunté bostezando. No encontraba sentido en que ella viniera a despertarme a mitad de la noche.

Hubo un silencio, en el que ella bajó su mirada. Me abrazó fuertemente. Yo, sin entender por qué, le correspondí como si fuera la última vez que sus brazos me rodeaban.

—Prométeme que no me odiarás después de esto, hija —No entendía sus palabras, ¿Por qué habría de odiarla? Era mi madre.

Salió de la habitación y cerró la puerta. Algo en mí me impulsó a seguirla. Quité las cobijas que me arropaban y corrí con los pies descalzos hacia ella.

Bajé las escaleras apresuradamente, mis pies se hacían más fríos cada vez que tocaban con los mosaicos. Oí el pestillo de la puerta cerrarse y comprendí que mamá se había ido. Traté de abrir la puerta, pero estaba cerrada con seguro. Corrí hacia la ventana y me coloqué de puntas solo para encontrarme con ella subiendo a un carro negro que arrancó.

—¡Mamá! —exclamé con todas mis fuerzas. Golpeé una y otra vez el frío cristal con mis puños. No dejé de hacerlo hasta que mis manos se enrojecieron por los golpes.

Comprendí entonces, que no volvería. Sin embargo, ¿Qué había hecho yo para hacer que se fuera? ¿Acaso había sido una mala hija? Me sentí abandonada, desprotegida. No solo se había ido, se había llevado consigo una parte de mí que jamás volvería.

[...]

13 de noviembre del 2013.

Mis manos temblaban. No dejaba de mirar la entrada. Estaba segura de que en cualquier momento cruzaría por el umbral de la puerta.

—Chloé, cariño ¿Estás disfrutando de la comida?

—Esto... Sí papá —dije sin dejar de quitarle un ojo a mi objetivo. Hacía cinco años desde la última vez que no veía a mi madre, y recibir de la nada una carta suya diciendo que vendría para mi cumpleaños me tomó desprevenida. No podría describir la emoción que sentía, todo volvería a ser como antes. Seríamos nosotros tres y nada más; juntos, como una familia.

—Chloé, presta atención cuando te hablo —suspiró papá.

Me giré a verlo— Claro que te presto atención cuando me hablas —volví mi vista a la puerta.

—Hija... —hizo una pausa— Tu madre no vendrá —metió la mano dentro de su saco, sacando un sobre color blanco. Lo colocó frente a mí.

Estaba confundida, no tenía sentido lo que me decía. Tomé dudosa el sobre entre mis manos y despegué el pegamento que unía al papel.

Siento no poder acompañarte, surgió un problema. Te veré el próximo año. Feliz cumpleaños.

-Audrey Bourgeois.

Sentí un nudo en el estómago formarse al leer la carta ¿Cómo podía ser tan estúpida? No sé por qué aún le creía.

Terminé mi comida sin mucho ánimo. Nos fuimos a casa y ya casi anochecía. Tomé un baño y me metí en la cama.

Lo único que quería era dormir. Apreté mis ojos con fuerza y me cubrí hasta la cabeza con las sábanas; no tardó mucho para que sucediera.

[...]

14 de noviembre del 2013.

—Señorita Chloé, ya es hora de levantarse —tocaron a mi puerta.

Suspiré, con mal humor me levanto y cambio. Cepillo mi cabello, me coloco perfume y bajo por el elevador. Papá ya me estaba esperando abajo.

—Sube a la limosina hija —dice ansioso. A pesar de sus esfuerzos por controlar sus nervios, se le ve el miedo reflejado en toda la cara.

Conforme más nos acercamos al ayuntamiento, se ve a más gente transitar por las calles; más pancartas con el nombre de papá y otros candidatos y más cámaras.

Giro mi vista hacia él, repasaba las tarjetas que llevaba en las manos.

Decidí no interrumpirlo, esperaba de todo corazón que dijera bien su discurso; después de todo, los resultados de las elecciones marcarían su vida, y también la mía.

Descendimos del coche hasta llegar a un gran escenario. En las paredes que se habían instalado pude observar las tres fotografías de los candidatos, que a su vez, colocan el lema de su campaña.

Tres lámparas montadas con cables iluminan perfectamente cada lugar donde están colocados los micrófonos.

Papá toma su lugar y yo decido quedarme tras la cortina. No me apetecía sentarme en las sillas junto a un montón de gente desconocida.

Los bullicios de la gente retumban en toda la plaza, aclamando los nombres de los tres hombres que competirían por la alcaldía de París.

Los discursos comienzan, cada uno sonando igual. Promesas sobre una mejor calidad de vida, promesas que no eran más que habladurías.

Miro al público, atento y lleno de euforia. Detengo mi vista en cada una de las personas que miraban al frente. Algunas personas vienen mejor arregladas que otras, llevando abrigos más cálidos por el frio que hacía.

Mis ojos se fijan entonces en un sombrero que reconocería en cualquier lugar: un sombrero negro del cual se asomaban algunos cabellos rubios.

Pongo los ojos como platos, examino cada parte del cuerpo de la mujer que alcanzo a divisar. Tiene la piel blanca como ella, es delgada, como ella; sus ojos se ven ocultados por unos lentes de sol que resplandecen con el brillo de la luz.

Parpadeo varias veces. Es... ¿Acaso es mi madre? No estoy segura, pero antes que mi cuerpo reaccione, ya no está.

Vuelvo a buscar desesperadamente aquel sombrero negro, hasta que por fin lo encuentro. La mujer se marcha, así que decido correr.

Bajo las escaleras tras bastidores y me encuentro en medio de la multitud. Mi altura no me permite observar el horizonte, así que me escabullo entre la gente hacia donde creo que se había ido aquella mujer.

Veo sus largas piernas que se esconden en el abrigo negro que viste y corro hacia ella. Mi corazón comienza a palpitar tan fuerte que creo que puedo oírlo.

Ella sigue caminando, elegantemente. No se ha percatado de mi presencia; no se ha percatado que una niña de diez años la sigue... Que su hija está detrás de ella.

Comienzo a pensar, ¿Cuál será su reacción al verme? ¿Por qué dijo que no vendría si está aquí, a unos cuantos pasos de mí? Divago, creo que esta puede ser la decisión más estúpida que tomaré, porque sé que las respuestas a mis preguntas serán dolorosas. La verdad duele, y desgraciadamente, me gusta sentir dolor.

Un nudo comienza a formarse en mi garganta y me detengo. Después de verla a los ojos ¿algo cambiará?

—M-mamá... —logro pronunciar tartamudeando, tirando con inseguridad de su manga larga.

De pronto, el tiempo se detiene y no escucho nada. No importan las personas a nuestro alrededor, solo somos ella y yo. Y mi corazón que retumba es la música que nos acompaña.

Mis ojos brillan al momento que ella se da la vuelta.

—Disculpa, ¿Dijiste algo?

No es ella.

Una mezcla de sentimientos encontrados me invadien; frustración, decepción, alivio.

No era ella... Quería que fuera ella, para así correr a abrazarla y llorar en sus brazos. Quería que fuera ella para estar furiosa y correr a gritarle todo lo que había sufrido desde que se fue.

Pese a ello, estaba aliviada de que no fuera ella. ¿Qué se supone que arreglaría si apareciera así, sin más? Si hubiera querido hablar conmigo ya lo habría hecho.

Empecé a montarme películas cuando ni siquiera se trataba de ella. Solo era alguien... Que lucía como ella.

—Discúlpeme señora, me he equivocado —dije forzando los músculos de mi boca para dibujar una sonrisa. Sentí el calor abochornarse en mis mejillas, debió pensar que era por el frio. Di media vuelta y emprendí mi regreso caminando desde donde había venido.

Dolor: sí, he sentido dolor. Pero no dejaré que se convierta en odio. Porque... después de todo, ella es mi madre.

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Curiosidades (?

1.Cuando leo el título del one-shot no dejo de pensar en la canción de Sebastián Yatra "No hay nadie más", por el siguiente verso:

"No hay nada como ella, ni siquiera me encontró."

No sé por qué v:

2. Este fic se me ocurrió cuando leí el título de este fic xdxd ¿Qué cosas no?

3. Al principio pensé en protagonista de este fic no a Chloé, sino a Adrien, pero creo que nunca había escrito algo de Chloé así que aquí estááá.

4. La reflexión del final se me ocurrió al último minuto xdxd. Quise usar de referencia la frase que coloqué al principio del blog ¡y miraa sí quedó!

5. Por cierto, esa frase es de una canción de mi Shawn Mendes bb titulada "Youth". Seee todas las frases que uso para el principio de los fics que hago son de canciones xdxd.

6. Ahhh ya se me olvidaba. No encontré la fecha de cumpleaños oficial de Chloé, así que me la inventé :v

Ya me imagino a personas escribiendo:

"Il cimpliiñis di Chloi ni is in niviembri, is in ibril" xdxd

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¡Adiós, popó! :heart: