año nuevo lunar: acto I

"El Robo de las Reliquias"

La luz de los faroles tintineaba sobre las calles empedradas mientras el festival seguía su curso. Las risas y el eco de los tambores llenaban el aire, pero en un rincón más oscuro de la aldea, la serenidad era un disfraz para el peligro. Una figura observaba desde las sombras, siempre alerta, casi invisible entre los reflejos anaranjados. Había llegado el momento que tanto temía: Vicky ya estaba en movimiento.

Desde el corazón del festival, un carruaje cubierto de telas rojas avanzaba lentamente hacia el templo ancestral. Dentro, resguardadas por barreras, se encontraban las reliquias zodiacales. Cada una de ellas poseía una energía vinculada al equilibrio del mundo, y Vicky no iba a permitir que siguieran protegidas. Entre los asistentes, su figura felina y grácil se deslizaba con la precisión de un depredador. Miriam, su aliada, no se quedaba atrás, intimidando a los guardias con su actitud despiadada.

La figura misteriosa se movió rápidamente por los techos cercanos. Su arco, cargado con flechas imbuidas de energía, estaba listo. Pero este no era el momento para atacar directamente; necesitaba entender el plan de Vicky antes de actuar.

Mientras tanto, Rinne y Grecey, atraídas por una sensación de inquietud, se encontraron cerca del templo. Rinne, con su porte majestuoso y mirada decidida, fue la primera en notar algo fuera de lugar. Grecey, más sutil, se detuvo al sentir una energía discordante en el aire.

—¿Lo sientes también? —preguntó Rinne, bajando la voz.

—Sí, pero no puedo decir qué es. Algo está… desequilibrado.

Antes de que pudieran investigar más, un destello iluminó el templo. Las barreras rituales se rompieron, y las reliquias comenzaron a emitir un brillo intenso. Vicky y Miriam ya estaban dentro.

La figura misteriosa saltó desde su posición elevada, aterrizando cerca de las dos aliadas sin revelar su identidad. Con una voz tranquila pero firme, dijo:

—Si quieren proteger lo que importa, síganme.

Aunque desconcertadas, Rinne y Grecey sintieron una extraña conexión con esta persona y decidieron seguirlo.

Dentro del templo, Vicky alzó una reliquia, un antiguo talismán con la forma de un tigre. Sus ojos brillaban con triunfo mientras la energía del objeto comenzaba a fluir hacia ella. Miriam vigilaba la entrada, pero su atención se desvió al escuchar pasos apresurados.

El enfrentamiento fue inmediato. Una flecha impactó cerca de Miriam, generando una descarga eléctrica que la obligó a retroceder. Rinne, con su carisma imponente, distrajo a Vicky lo suficiente para que Grecey intentara recuperar una de las reliquias.

Pero el grupo estaba en desventaja. Justo cuando la situación parecía inclinarse a favor de Vicky, una figura irrumpió en el templo. Era Mabel, su voz fuerte resonó como un latigazo:

—¡Aparten!

Sin dudar, Mabel se abalanzó sobre Miriam, mostrando una destreza que dejó a todos atónitos. Pero en un instante de tensión, Catalina hizo su aparición. Su mirada era feroz, casi caótica, y su estilo de lucha se volvió impredecible. Mientras Catalina desataba su furia, logró desviar la atención de Vicky, dando tiempo a la figura misteriosa para recuperar el talismán del Tigre.

Vicky, frustrada pero sin perder la calma, lanzó una amenaza antes de escapar:

—Esto no termina aquí. Las estrellas están de mi lado.

Cuando el caos finalmente se disipó, el grupo se reunió fuera del templo. Aún sin entender del todo lo que había ocurrido, Rinne y Grecey miraron a la figura misteriosa con curiosidad.

—¿Quién eres? —preguntó Grecey.

El desconocido sonrió ligeramente, sin dar una respuesta clara.

—Solo alguien que sabe lo que está en juego.

Mabel, ahora en control de sí misma, también se acercó.

—Sea quien seas, si quieres detener a esa tigre, necesitas más que flechas y suerte.

El grupo estaba formado, aunque aún quedaban muchas preguntas por responder.

La batalla por las reliquias apenas había comenzado.

Portada.