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Callate, Couffaine || Capitulo 3: El Karma

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[Cállate, Couffaine || Capítulo 3: El Karma]

—No voy a dormir en el mismo cuarto que la ☆♡☆♡ del arma— Exclamó Alya.

—Esta con seguro, señorita— Defendió Rose, a lo que Juleka suspiro.

—Unas pueden quedarse en el cuarto de invitados y una tendrá que dormir en el sofá.

—La última en llegar duerme en el ♡☆♡☆— Canturreo Mylenne, para seguidamente emprender vuelo al susodicho aposento seguida por Alya y por mi.

—¡Oigan no es justo!— Renegué tras la puerta, que Alya había cerrado en mis narices.

—Tienes que dormir en el sofá, Marinette— Canturreo está vez Mylene.

Solté un suspiro, girando sobre mis talones camino a la primera planta, mordisqueaba mi mejilla interna mientras bajaba la cumbre de escaleras, divisé desde lo alto el panorama de la sala, que era un completo desastre; aparte los paquetes de frituras esparcidos por el sillón y dejé   caer mi peso boca arriba en el.

Di un par de aplausos, causando que las luces se apagaran debido al piloto automático, me abrace a mi misma para tratar de atenuar el frío, cerré mis párpados con intención de conciliar el sueño; pero una luz de manera intermitente me lo impedía, abrí mis orbes encontrándome cara a cara con los incandescentes rayos de sol.

—María— Demandó una voz familiar, pero antes de que pudiera reaccionar una manta aterrizó en mi cabeza, seguido de un golpe de textura suave.

—Ya te he dicho que me llamó Marinette— Proteste, aparte de mi cabeza la manta, encontrándome con la responsable, una cómoda almohada.

—♡☆♡☆♡— Expresó el castaño con una mirada indescifrable en su rostro, quién se alzaba en mitad de la escalera. Me levanté con ímpetu, apartando la manta a un costado y caminé a grandes zancadas hasta el.

—¿Entonces que quieres? ¿Qué ♡☆♡☆ contigo, Couffaine?— Declare retadora a unos cortos centímetros de su rostro, pudiendo sentir su cálida respiración chocar contra la mía.

En ese momento el corazón del castaño dio un vuelco en su pecho, que latía frenéticamente con sus nervios a flor de piel y su cercanía no le ayudaba, su mirada se encontraba clavada en los rosas labios de la azabache, aumentando en el masculino las ganas de juntar sus fauces con los de ella; en todos los años que habían pasado, era la primera vez que se hallaba con la garza de esa manera, agradecido con el de arriba, el azul inundaba sus fosas nasales del maravilloso olor a fresas y canela que emanaba la femenina.

Debía mantener la compostura, Luka relamió sus labios para finalmente apartar su vista y romper el silencio de pequeños segundos, aunque para el joven fuera un lustro.

—☆♡☆♡☆.

Las mejillas de la azabache no tardaron en tornarse de un color cereza, apartó la mirada avergonzada al recordar aquél momento de pudor, no había cambiado de pensar del castaño, aunque preguntas que previamente se estuvo formulando a día de hoy tenían respuesta en su cabeza. Fue entonces que por una milésima de segundo en su mente se cruzó una idea descabellada. ¿Luka besara bien?

En ese instante la zarca se percató de su cercanía con el azul, dándose un segundo para irar su rostro, que de alguna manera u otra no lo veía de la misma forma que los últimos 7 años, había algo diferente en el, que no encontraba palabras para describir. No era la primera vez que Marinette enfrentaba al hermano de su mejor amiga, pero por una vez se sentía incómoda debido a su presencia.

Por instinto y con intención de esquivar la bochornosa situación que le causaba pensamientos intrusivos, la fémina dio un paso atrás tambaleándose de espaldas, había olvidado por completo que se encontraba en un escalón más abajo que el garzo; la azabache se tambaleo y con todos sus sentidos alerta, cerro sus ojos esperando la abrupta colisión; que nunca llegó debido a que el mayor la tomo de la cintura resguardándola en su pecho, inundando de su aroma tan característico a colonia, las fosas nasales de la femenina.

La azabache con la respiración agitada y su corazón sobresaltado, se refugiaba en el pecho del añil con una sensación diferente, un sentimiento distinto; no entendía lo que le estaba ocurriendo, pero disfrutaba de esa pequeña atmósfera protectora en la que se hallaba cómodamente amparada. Sin embargo, esa afección se esfumó con prontitud, debido a que la ausencia del castaño se hizo notable segundos después, apartándola de su torso.

—No quiero el fantasma de una niña molesta en mi casa, ve con más cuidado— Musito el masculino con voz dulce y suave, quien sin esperar respuesta, se giró sobre si mismo para emprender camino escaleras arriba.

La zarca se sumergió bajo la manta que le había proporcionado el castaño, apoyo su cabeza en la almohada y cerros sus orbes, pero pensamientos inminentes resonaban en su mente impidiéndole conciliar el sueño.

Primero que todo, el tema era Félix, su crush aunque ya no poseía la certeza de llamarlo como tal; desde la primera vez que fue a irar un partido de fútbol sus ojos se posaron en el rubio, despertando un atracción que poco a poco fue creciendo, soñando con el momento de algún día ser su chica. Pero ahora que la oportunidad se encontraba tan cerca, ¿Porque de su corazón no brotaba la alegría esperada?

Marinette realmente no sabía como eran los besos, pero después de aquella noche sus ganas de poner otros labios sobre los suyos habían desaparecido.

—Si Félix tenía suerte con las chicas era lógico que había tenido en quien practicar más de una vez, era imposible que besara mal, lo que significaba que así es como realmente se siente besar a alguien— Masculló la castaña para si misma, atisbando el hermoso amanecer que ocurría tras la ventana —Y si de esa manera es besar bien, como será alguien que bese mal...

Entre tanto una castaña intentaba conciliar el sueño en la planta superior, deseo que le era impedido por una pequeña rubita que revisaba inminentemente cada perímetro del cuarto para cerciorarse por seguridad.

—Ya Rosita, ¿Enserio no quieres ir a dormir al cuarto de invitados?— Renegó la morada con fastidio.

—Tengo que mantenerme cerca suyo por seguridad señorita Juleka, si tuviera una emergencia el cambio de una habitación a otra podría ser crucial— Argumento la petisa, concluyendo así la examinación de los riesgos del cuarto de su protegida.

—Si tu lo dices.

—¿Dónde puedo dormir, señorita?

—Ya te he dicho que me digas Jule...— Se detuvo la castaña a media frase, hastiada de la situación y con a duras penas poder mantener los ojos abiertos, se rindió —Sabes que, olvídalo, dime como quieras y si no le molesta a la señorita seguridad, puede dormir aquí conmigo.

—Pero señorita Juleka, usted sabe que yo...

—No importa, sólo ven acá y deja el arma encima de la mesa. Estoy cansada como para seguir con esto— Interrumpió, abriendo campo a la petisa sobre lecho de su cama.

La zarca aceptando la recomendación de su protegida, descanso su ligero peso a el costado derecho del edredón y de manera abismal no tardó en quedarse dormida, a comparación de la morada que aún daba vueltas sobre si misma en el colchón; fue entonces que su concentración se vio perturbada, con los ojos cerrados y su cuerpo bajo la ensoñación profunda, Rose empezó a recitar coordenadas en voz alta.

—Esto debe ser una broma— Refunfuño hastiada la castaña con amargura, cubriendo su cabeza con una almohada para opacar la retumbante voz de la petisa...

Abrí los ojos de golpe debido al fuerte sonido que azoto mis oídos de repente, cegándome al instante por los rayos del sol crepuscular, gire mi peso hacía el costado evitándolos, para conciliar nuevamente el sueño.

— ¡Juleka! ¿¡Qué te he dicho de tomar mi proteína¡? ¿¡Dónde diablos está!?— Vocifero Luka desde la cocina, levantando la olla responsable del estruendo.

—¿¡Para que la tomaría¡? ¿¡Para quedar igual de ♡☆♡☆♡☆!?— Voceo de vuelta la castaña desde arriba.

—¡No te hagas ♡☆♡☆♡! ¡Se que la tomaste!

—¡Ya cállate Couffaine!— Chillé con desesperación, recostada sobre el respaldo del sofá.

Me levanté con dificultad, tambaleándome sobre mis talones, emprendí camino escaleras arriba con mi cabeza en mano, la cual amenazaba con explotar en cualquier momento. Ahora recordaba porque detestaba tomar, las náuseas acariciaban mi garganta, acompañada de fuertes punzadas que abrazaban mi cráneo casi en su totalidad y sin contar la exagerada deshidratación con la que me encontraba, una vez frente a la puerta del baño; deslice mi palma en la perilla, encontrándome con Mylene quien sostenía una plancha de cabello entre sus dedos.

—Uh, te ves horrible— Soltó la rubia, alisando su último mechón.

—Buenos días, para ti también.

—Ahí te dejo una pastilla para la resaca— Argumento la robusta sacando de su cosmetiquero un blíster de pastillas casi vacío y dejarlo al borde del lavabo, seguidamente la petisa tomo sus cosas y guardándolas ágilmente en su pequeño baúl se marchó.

El baño de los Couffaine era espacioso, de un color blanco que resaltaba la habitación completa haciéndola lucir de mayor tamaño. ☆♡☆♡☆♡☆ me dirigí hacia la regadera cruzando a mi par izquierda el retrete, me adentre en la acequia y las gotas tibias no tardaron en acariciar mi cuerpo; cerré mis ojos dejando caer el agua en mi rostro, fue entonces que aquella imagen se apoderó de mi mente.

☆♡☆♡☆

La incomodidad que se instalaba en mi interior al estar a su lado, el nerviosismo que me provocaba su cercanía, mi corazón empezaba a latir frenéticamente y sentía mi cuerpo mantequilla ante su mirada; el sólo pensar en sus orbes sobre los míos en la escalera, su tacto tan delicado para el simple hecho de impedir mi caída, me dejaba desconcertada, que eso despertara más afecciones en mi, que la proeza de haber tenido mis labios rozando los de Félix.

Tome la toalla y salí de la regadera, mi vista se dirigió al lavabo, brindándome una cachetada mental, había olvidado traer ropa de cambio; ajuste la tela a mi anatomía, ☆♡☆♡☆ , me acerque al tocador para examinar mis prendas y así, llegar a la conclusión de que volver a usarlas no era una alternativa.

Aproxime mi oreja a la madera, centrando mi atención en los sonidos del pasillo, me tope con mutismo absoluto para así llegar a la conclusión de que todos se encontraban en la planta baja, deslice el pomo y eche un vistazo al exterior, el corredor se encontraba lúgubre y las voces de la sala retumbaban nítidamente por todo el aposento; salí del cuarto de baño cerrando la puerta a mis espaldas y como si de pisar huevos se tratara, con sigilo camine por el largo hall.

☆♡☆♡☆♡

—♡☆♡☆♡...— Farfulle reiteradamente, entre al cuarto de la fémina y cerré de un portazo, reposando mi peso sobre el edredón.

☆♡☆♡☆♡

Agite mi cabeza tenuemente intentando disipar esos pensamientos que me aminoraban y busque en el closet mi maleta con ropa de cambio que había dejado el día anterior, las imágenes del bochornoso momento con el hermano mayor de mi amiga se paseaban de manera inminente por mi cráneo. Me encontraba cepillando mi cabello frente al tocador blanco de Juleka cuando de repente mi celular sonó en mi valija, me acerque a tomarlo y era un mensaje del quién menos esperaba.

"Buenas tardes hermosa, ¿Cómo amaneciste? ¿Te parece bien si vamos al cine esta noche?" —Félix

Félix, desde que me levanté me había olvidado por completo de su existencia y es que en las últimas horas habían pasado tantas cosas que el beso que tuvimos se quedo relegado a los rincones más profundos de mi mente. Entonces el sentimiento de vacilación se instaló en mi pecho, reviviendo el dilema por el que batallaba la noche anterior; ahora no me encontraba segura de lo que sentía por el rubio pero salir sería un buen pretexto para averiguarlo.

"Buenas tardes. Seguro, es una gran idea" —Marinette

"Sigues en casa de Juleka, ¿no? Pasó por ti a las 7 pm" —Félix

"Esta bien, hasta entonces" —Marinette

"Hasta la noche, linda" —Félix

Vislumbre el tiempo en mi celular, todavía faltaba una hora para la cita acordada, termine de cepillar y secar mi cabello, dejándolo caer lacio sobre mis hombros con unas pequeñas ondas en las puntas; dedique una última mirada al espejo para finalmente salir del cuarto, rezando mentalmente para no cruzarme con el responsable de todas mis desgracias.

—Marinette, ¿A dónde vas tan bonita?— Alago Alya desde el sillón, una vez cruce a la cocina.

—Voy a salir con Félix— Replique sin mucho interés preparando un cereal.

—¿Y eso? ¿Dónde dejaste la timidez y el tartamudeo?— Si supieras, que eso mismo me preguntaba yo.

—Al parecer el beso de anoche fue un pequeño paso para Félix, pero un gran saltó para Marinette. ¿Y que tal besa?— Expresó esta vez Julekka, sentada en el sofá apoyando sus pies sobre Alya.

—¿Besar? Pues, besa bien— Replique, pero más que una respuesta sonaba que trataba de convencerme a mi misma.

—Todo está en mucho silencio...— Declaró Alya pensativa con su vista fija en el móvil.

—Ahora que lo pienso, normalmente a esta hora debería ser el salón de drama de mi hermano con alguna chica. Pero esta vez no, que extraño— Demandó Juleka apartando las rodajas de pepino que descansaban en su rostro.

—Ahora que lo dices, desde ayer en la fiesta no lo vi con nadie.

Tratando de hacer caso omiso a las palabras de mis amigas, termine mi cereal y me dirigí a la estancia de Juleka para darme los últimos retoques frente al espejo, cuando entonces el timbre de la casa sonó, rebotando nítidamente por las paredes del silencioso domicilio; tome mi bolso y salí apresuradamente del cuarto, topándome a mitad de las escaleras con la persona que menos deseaba ver.

—Permiso— Musite frente al castaño, con la mirada baja pero aún así pudiendo sentir sus orbes sobre mi.

El zarcos se apartó sin decir palabra alguna, y me dirigí a la puerta, irando la presencia de Félix a unos cuantos centímetros de la entrada del aposento; quien portaba una rosa de gran botón en su mano y una caja plástica de bombones de chocolate en la otra.

—Buenas noches, Marinette. Estas muy bonita esta noche— Demandó formalmente el rubio, tendiéndome los presentes los cuales tome con una sonrisa.

—Gracias, lo mismo digo— Fue entonces que la magia se esfumó, las palabras de Félix no habían obrado efecto alguno en mi, mas que una pequeña satisfacción.

—Bueno chicas, nos vemos— Expresó el ojiverde, ignorando la figura del castaño que se alzaba en medio de las escaleras, quien a pesar de todo me permitía sentir la intensidad de su mirada desde su lugar.

—Buenas noches— Respondiendo al unísono las tres féminas, incluyendo aquella petisa que se encontraba en silencio irándolo todo.

Félix y yo salimos del domicilio de los Couffaine, cerrando la entrada a sus espaldas pero no sin antes posar mis iris sobre la de aquel zarco que portaba un rostro serio y una mirada vacía. En ese momento note la presencia de un auto deportivo rojo frente a mis narices, el rubio se acercó abriéndome la portezuela amablemente, que sin pudor alguno accedí, para seguidamente dar la vuelta y subir por el lado del conductor, puso en marcha el vehículo.

—¿Ocurre algo entre tu y Luka Couffaine?— Soltó sin más el masculino, dedicándome una mirada de reojo y entonces la duda surgió en mi cabeza.

—¿Algo como que?— Comente tajante, de cierta forma las mariposas en mi estómago habían regresado pero esta vez acompañadas con una sensación de temor infundada.

—No lo sé, cuando fui a recogerte tenía rostro de entierro. Por eso lo pregunto.

—No como crees, el y yo nunca nos hemos llevado bien.

—Y algo me dice que yo tampoco le caigo bien— Mofo el rubio soltando una tenue risita, la cual acompañe forzosamente.

—No voy a dormir en el mismo cuarto que la loca del arma— Exclamó Alya.

—Esta con seguro, señorita— Defendió Rose, a lo que Juleka suspiro.

—Unas pueden quedarse en el cuarto de invitados y una tendrá que dormir en el sofá.

—La última en llegar duerme en el cuarto de Luka— Canturreo Mylenne, para seguidamente emprender vuelo al susodicho aposento seguida por Alya y por mi.

—¡Oigan no es justo!— Renegué tras la puerta, que Alya había cerrado en mis narices.

—Tienes que dormir en el sofá, Marinette— Canturreo está vez Mylene.

Solté un suspiro, girando sobre mis talones camino a la primera planta, mordisqueaba mi mejilla interna mientras bajaba la cumbre de escaleras, divisé desde lo alto el panorama de la sala, que era un completo desastre; aparte los paquetes de frituras esparcidos por el sillón y dejé   caer mi peso boca arriba en el.

Di un par de aplausos, causando que las luces se apagaran debido al piloto automático, me abrace a mi misma para tratar de atenuar el frío, cerré mis párpados con intención de conciliar el sueño; pero una luz de manera intermitente me lo impedía, abrí mis orbes encontrándome cara a cara con los incandescentes rayos de sol.

—María— Demandó una voz familiar, pero antes de que pudiera reaccionar una manta aterrizó en mi cabeza, seguido de un golpe de textura suave.

—Ya te he dicho que me llamó Marinette— Proteste, aparte de mi cabeza la manta, encontrándome con la responsable, una cómoda almohada.

—Pero tienes todo de ella, lo enana y lo virgen, María— Expresó el castaño con una mirada indescifrable en su rostro, quién se alzaba en mitad de la escalera. Me levanté con ímpetu, apartando la manta a un costado y caminé a grandes zancadas hasta el.

—¿Entonces que quieres? ¿Qué ♡☆♡☆ contigo, Couffaine?— Declare retadora a unos cortos centímetros de su rostro, pudiendo sentir su cálida respiración chocar contra la mía.

En ese momento el corazón del castaño dio un vuelco en su pecho, que latía frenéticamente con sus nervios a flor de piel y su cercanía no le ayudaba, su mirada se encontraba clavada en los rosas labios de la azabache, aumentando en el masculino las ganas de juntar sus fauces con los de ella; en todos los años que habían pasado, era la primera vez que se hallaba con la garza de esa manera, agradecido con el de arriba, el azul inundaba sus fosas nasales del maravilloso olor a fresas y canela que emanaba la femenina.

Debía mantener la compostura, Luka relamió sus labios para finalmente apartar su vista y romper el silencio de pequeños segundos, aunque para el joven fuera un lustro.

—Estoy fuera de tu alcance, María. ¿O es que, desde lo que viste cambiaste de pensar? Porque al parecer es otra la que quiere entrar a ♡☆♡☆♡ sin invitación.

Las mejillas de la azabache no tardaron en tornarse de un color cereza, apartó la mirada avergonzada al recordar aquél momento de pudor, no había cambiado de pensar del castaño, aunque preguntas que previamente se estuvo formulando a día de hoy tenían respuesta en su cabeza. Fue entonces que por una milésima de segundo en su mente se cruzó una idea descabellada. ¿Luka besara bien?

En ese instante la zarca se percató de su cercanía con el azul, dándose un segundo para irar su rostro, que de alguna manera u otra no lo veía de la misma forma que los últimos 7 años, había algo diferente en el, que no encontraba palabras para describir. No era la primera vez que Marinette enfrentaba al hermano de su mejor amiga, pero por una vez se sentía incómoda debido a su presencia.

Por instinto y con intención de esquivar la bochornosa situación que le causaba pensamientos intrusivos, la fémina dio un paso atrás tambaleándose de espaldas, había olvidado por completo que se encontraba en un escalón más abajo que el garzo; la azabache se tambaleo y con todos sus sentidos alerta, cerro sus ojos esperando la abrupta colisión; que nunca llegó debido a que el mayor la tomo de la cintura resguardándola en su pecho, inundando de su aroma tan característico a colonia, las fosas nasales de la femenina.

La azabache con la respiración agitada y su corazón sobresaltado, se refugiaba en el pecho del añil con una sensación diferente, un sentimiento distinto; no entendía lo que le estaba ocurriendo, pero disfrutaba de esa pequeña atmósfera protectora en la que se hallaba cómodamente amparada. Sin embargo, esa afección se esfumó con prontitud, debido a que la ausencia del castaño se hizo notable segundos después, apartándola de su torso.

—No quiero el fantasma de una niña molesta en mi casa, ve con más cuidado— Musito el masculino con voz dulce y suave, quien sin esperar respuesta, se giró sobre si mismo para emprender camino escaleras arriba.

La zarca se sumergió bajo la manta que le había proporcionado el castaño, apoyo su cabeza en la almohada y cerros sus orbes, pero pensamientos inminentes resonaban en su mente impidiéndole conciliar el sueño.

Primero que todo, el tema era Félix, su crush aunque ya no poseía la certeza de llamarlo como tal; desde la primera vez que fue a irar un partido de fútbol sus ojos se posaron en el rubio, despertando un atracción que poco a poco fue creciendo, soñando con el momento de algún día ser su chica. Pero ahora que la oportunidad se encontraba tan cerca, ¿Porque de su corazón no brotaba la alegría esperada?

Marinette realmente no sabía como eran los besos, pero después de aquella noche sus ganas de poner otros labios sobre los suyos habían desaparecido.

—Si Félix tenía suerte con las chicas era lógico que había tenido en quien practicar más de una vez, era imposible que besara mal, lo que significaba que así es como realmente se siente besar a alguien— Masculló la castaña para si misma, atisbando el hermoso amanecer que ocurría tras la ventana —Y si de esa manera es besar bien, como será alguien que bese mal...

Entre tanto una castaña intentaba conciliar el sueño en la planta superior, deseo que le era impedido por una pequeña rubita que revisaba inminentemente cada perímetro del cuarto para cerciorarse por seguridad.

—Ya Rosita, ¿Enserio no quieres ir a dormir al cuarto de invitados?— Renegó la morada con fastidio.

—Tengo que mantenerme cerca suyo por seguridad señorita Juleka, si tuviera una emergencia el cambio de una habitación a otra podría ser crucial— Argumento la petisa, concluyendo así la examinación de los riesgos del cuarto de su protegida.

—Si tu lo dices.

—¿Dónde puedo dormir, señorita?

—Ya te he dicho que me digas Jule...— Se detuvo la castaña a media frase, hastiada de la situación y con a duras penas poder mantener los ojos abiertos, se rindió —Sabes que, olvídalo, dime como quieras y si no le molesta a la señorita seguridad, puede dormir aquí conmigo.

—Pero señorita Juleka, usted sabe que yo...

—No importa, sólo ven acá y deja el arma encima de la mesa. Estoy cansada como para seguir con esto— Interrumpió, abriendo campo a la petisa sobre lecho de su cama.

La zarca aceptando la recomendación de su protegida, descanso su ligero peso a el costado derecho del edredón y de manera abismal no tardó en quedarse dormida, a comparación de la morada que aún daba vueltas sobre si misma en el colchón; fue entonces que su concentración se vio perturbada, con los ojos cerrados y su cuerpo bajo la ensoñación profunda, Rose empezó a recitar coordenadas en voz alta.

—Esto debe ser una broma— Refunfuño hastiada la castaña con amargura, cubriendo su cabeza con una almohada para opacar la retumbante voz de la petisa...

Abrí los ojos de golpe debido al fuerte sonido que azoto mis oídos de repente, cegándome al instante por los rayos del sol crepuscular, gire mi peso hacía el costado evitándolos, para conciliar nuevamente el sueño.

— ¡Juleka! ¿¡Qué te he dicho de tomar mi proteína¡? ¿¡Dónde diablos está!?— Vocifero Luka desde la cocina, levantando la olla responsable del estruendo.

—¿¡Para que la tomaría¡? ¿¡Para quedar igual de ♡☆♡☆♡☆!?— Voceo de vuelta la castaña desde arriba.

—¡No te hagas ♡☆♡☆♡! ¡Se que la tomaste!

—¡Ya cállate Couffaine!— Chillé con desesperación, recostada sobre el respaldo del sofá.

Me levanté con dificultad, tambaleándome sobre mis talones, emprendí camino escaleras arriba con mi cabeza en mano, la cual amenazaba con explotar en cualquier momento. Ahora recordaba porque detestaba tomar, las náuseas acariciaban mi garganta, acompañada de fuertes punzadas que abrazaban mi cráneo casi en su totalidad y sin contar la exagerada deshidratación con la que me encontraba, una vez frente a la puerta del baño; deslice mi palma en la perilla, encontrándome con Mylene quien sostenía una plancha de cabello entre sus dedos.

—Uh, te ves horrible— Soltó la rubia, alisando su último mechón.

—Buenos días, para ti también.

—Ahí te dejo una pastilla para la resaca— Argumento la robusta sacando de su cosmetiquero un blíster de pastillas casi vacío y dejarlo al borde del lavabo, seguidamente la petisa tomo sus cosas y guardándolas ágilmente en su pequeño baúl se marchó.

El baño de los Couffaine era espacioso, de un color blanco que resaltaba la habitación completa haciéndola lucir de mayor tamaño. Me despoje de mis prendas, dejándolas apoyadas sobre el lavabo y me dirigí hacia la regadera cruzando a mi par izquierda el retrete, me adentre en la acequia y las gotas tibias no tardaron en acariciar mi cuerpo; cerré mis ojos dejando caer el agua en mi rostro, fue entonces que aquella imagen se apoderó de mi mente.

♡☆♡☆♡☆

La incomodidad que se instalaba en mi interior al estar a su lado, el nerviosismo que me provocaba su cercanía, mi corazón empezaba a latir frenéticamente y sentía mi cuerpo mantequilla ante su mirada; el sólo pensar en sus orbes sobre los míos en la escalera, su tacto tan delicado para el simple hecho de impedir mi caída, me dejaba desconcertada, que eso despertara más afecciones en mi, que la proeza de haber tenido mis labios rozando los de Félix.

Tome la toalla y salí de la regadera, mi vista se dirigió al lavabo, brindándome una cachetada mental, había olvidado traer ropa de cambio; ajuste la tela a mi anatomía, guardando su sobrante al borde frente a mi pecho, me acerque al tocador para examinar mis prendas y así, llegar a la conclusión de que volver a usarlas no era una alternativa.

Aproxime mi oreja a la madera, centrando mi atención en los sonidos del pasillo, me tope con mutismo absoluto para así llegar a la conclusión de que todos se encontraban en la planta baja, deslice el pomo y eche un vistazo al exterior, el corredor se encontraba lúgubre y las voces de la sala retumbaban nítidamente por todo el aposento; salí del cuarto de baño cerrando la puerta a mis espaldas y como si de pisar huevos se tratara, con sigilo camine por el largo hall.

♡☆♡☆

—♡☆♡☆♡...— Farfulle reiteradamente, entre al cuarto de la fémina y cerré de un portazo, reposando mi peso sobre el edredón.

♡☆♡☆♡

Agite mi cabeza tenuemente intentando disipar esos pensamientos que me aminoraban y busque en el closet mi maleta con ropa de cambio que había dejado el día anterior, las imágenes del bochornoso momento con el hermano mayor de mi amiga se paseaban de manera inminente por mi cráneo. Me encontraba cepillando mi cabello frente al tocador blanco de Juleka cuando de repente mi celular sonó en mi valija, me acerque a tomarlo y era un mensaje del quién menos esperaba.

"Buenas tardes hermosa, ¿Cómo amaneciste? ¿Te parece bien si vamos al cine esta noche?" —Félix

Félix, desde que me levanté me había olvidado por completo de su existencia y es que en las últimas horas habían pasado tantas cosas que el beso que tuvimos se quedo relegado a los rincones más profundos de mi mente. Entonces el sentimiento de vacilación se instaló en mi pecho, reviviendo el dilema por el que batallaba la noche anterior; ahora no me encontraba segura de lo que sentía por el rubio pero salir sería un buen pretexto para averiguarlo.

"Buenas tardes. Seguro, es una gran idea" —Marinette

"Sigues en casa de Juleka, ¿no? Pasó por ti a las 7 pm" —Félix

"Esta bien, hasta entonces" —Marinette

"Hasta la noche, linda" —Félix

Vislumbre el tiempo en mi celular, todavía faltaba una hora para la cita acordada, termine de cepillar y secar mi cabello, dejándolo caer lacio sobre mis hombros con unas pequeñas ondas en las puntas; dedique una última mirada al espejo para finalmente salir del cuarto, rezando mentalmente para no cruzarme con el responsable de todas mis desgracias.

—Marinette, ¿A dónde vas tan bonita?— Alago Alya desde el sillón, una vez cruce a la cocina.

—Voy a salir con Félix— Replique sin mucho interés preparando un cereal.

—¿Y eso? ¿Dónde dejaste la timidez y el tartamudeo?— Si supieras, que eso mismo me preguntaba yo.

—Al parecer el beso de anoche fue un pequeño paso para Félix, pero un gran saltó para Marinette. ¿Y que tal besa?— Expresó esta vez Julekka, sentada en el sofá apoyando sus pies sobre Alya.

—¿Besar? Pues, besa bien— Replique, pero más que una respuesta sonaba que trataba de convencerme a mi misma.

—Todo está en mucho silencio...— Declaró Alya pensativa con su vista fija en el móvil.

—Ahora que lo pienso, normalmente a esta hora debería ser el salón de drama de mi hermano con alguna chica. Pero esta vez no, que extraño— Demandó Juleka apartando las rodajas de pepino que descansaban en su rostro.

—Ahora que lo dices, desde ayer en la fiesta no lo vi con nadie.

Tratando de hacer caso omiso a las palabras de mis amigas, termine mi cereal y me dirigí a la estancia de Juleka para darme los últimos retoques frente al espejo, cuando entonces el timbre de la casa sonó, rebotando nítidamente por las paredes del silencioso domicilio; tome mi bolso y salí apresuradamente del cuarto, topándome a mitad de las escaleras con la persona que menos deseaba ver.

—Permiso— Musite frente al castaño, con la mirada baja pero aún así pudiendo sentir sus orbes sobre mi.

El zarcos se apartó sin decir palabra alguna, y me dirigí a la puerta, irando la presencia de Félix a unos cuantos centímetros de la entrada del aposento; quien portaba una rosa de gran botón en su mano y una caja plástica de bombones de chocolate en la otra.

—Buenas noches, Marinette. Estas muy bonita esta noche— Demandó formalmente el rubio, tendiéndome los presentes los cuales tome con una sonrisa.

—Gracias, lo mismo digo— Fue entonces que la magia se esfumó, las palabras de Félix no habían obrado efecto alguno en mi, mas que una pequeña satisfacción.

—Bueno chicas, nos vemos— Expresó el ojiverde, ignorando la figura del castaño que se alzaba en medio de las escaleras, quien a pesar de todo me permitía sentir la intensidad de su mirada desde su lugar.

—Buenas noches— Respondiendo al unísono las tres féminas, incluyendo aquella petisa que se encontraba en silencio irándolo todo.

Félix y yo salimos del domicilio de los Couffaine, cerrando la entrada a sus espaldas pero no sin antes posar mis iris sobre la de aquel zarco que portaba un rostro serio y una mirada vacía. En ese momento note la presencia de un auto deportivo rojo frente a mis narices, el rubio se acercó abriéndome la portezuela amablemente, que sin pudor alguno accedí, para seguidamente dar la vuelta y subir por el lado del conductor, puso en marcha el vehículo.

—¿Ocurre algo entre tu y Luka Couffaine?— Soltó sin más el masculino, dedicándome una mirada de reojo y entonces la duda surgió en mi cabeza.

—¿Algo como que?— Comente tajante, de cierta forma las mariposas en mi estómago habían regresado pero esta vez acompañadas con una sensación de temor infundada.

—No lo sé, cuando fui a recogerte tenía rostro de entierro. Por eso lo pregunto.

—No como crees, el y yo nunca nos hemos llevado bien.

—Y algo me dice que yo tampoco le caigo bien— Mofo el rubio soltando una tenue risita, la cual acompañe forzosamente.

#DramaWNo

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Cállate, Couffaine  Wattpad

Callate, Couffaine || Capitulo 3: El Karma-[Cállate, Couffaine || Capítulo 3: El Karma]

—No voy a dormir en el mismo cuarto
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