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La mariquita una historia de miraculous ladybug capítulo 1

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Catnap March 18
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El sol del mediodía caía sobre la Ciudad de México, haciendo brillar las cúpulas doradas de sus iglesias y los balcones de las grandes casonas criollas. El aire estaba impregnado del sonido de carretas, pasos apresurados y el bullicio de comerciantes en la plaza mayor. Era 1808, y aunque la vida cotidiana continuaba con aparente normalidad, un nerviosismo latente recorría las calles como un susurro entre las sombras. La invasión de Napoleón a España había sacudido los cimientos del poder colonial, y en cada esquina se hablaba en voz baja sobre el destino de la Nueva España.

En una de las estrechas calles del barrio de San Juan, lejos del esplendor de la plaza, una joven se inclinaba sobre una tela de lino, sus dedos ágiles guiando la aguja con precisión. Ximena, una mestiza de diecisiete años, trabajaba en la casa de la señora Alarcón, una criolla de alta alcurnia que vestía las mejores sedas traídas de Europa. Era buena en su oficio, pero su mente solía divagar más allá de los bordados y costuras.

Su tío, don Esteban, le había enseñado a leer y escribir en secreto, algo que muy pocas mujeres de su condición podían hacer. Entre hilos y agujas, Ximena escondía pequeños pedazos de papel con palabras que transcribía de libros prohibidos, documentos que hablaban de libertad, igualdad y la posibilidad de un país sin la corona española. Pero esas ideas eran peligrosas. No podía compartirlas con nadie.

—Ximena, niña, ¿has terminado con el vestido? —La voz áspera de la señora Alarcón la sacó de sus pensamientos.

—Sí, señora. Solo falta coser los últimos encajes.

—Apresúrate. Mi esposo dice que un mensajero ha llegado desde España con noticias importantes. Tal vez tengamos una reunión esta noche.

Ximena asintió, pero su mente se quedó en la última frase. ¿Un mensajero desde España? Su tío le había contado que la invasión de Napoleón podría cambiarlo todo. ¿Sería este el momento en que el dominio español en América comenzaría a desmoronarse?

Mientras tanto, en las afueras de la ciudad, en la hacienda del marqués de Montellano, un joven de dieciocho años corría entre los establos con la agilidad de un felino. Rodrigo, un huérfano que había crecido entre campesinos e indígenas, trabajaba en las caballerizas del marqués, limpiando y alimentando a los caballos. Pero su verdadera habilidad era otra.

Rodrigo tenía un talento innato para el sigilo y la velocidad. En los barrios bajos de la ciudad, lo conocían como “el viento”, pues podía desaparecer en un parpadeo si alguien intentaba atraparlo. Había aprendido a sobrevivir con astucia, escabulléndose por los callejones, robando comida cuando era necesario y evitando los castigos de los españoles que lo veían como poco más que un sirviente.

Esa tarde, mientras revisaba las riendas de un caballo, escuchó a los soldados del marqués hablando.

—Dicen que el mensajero trae órdenes directas del rey… o de quien dice ser el rey —murmuró uno.

—¿Y qué significa eso para la Nueva España? —preguntó otro.

—Nada bueno. Si la corona cae, los criollos podrían alzarse contra nosotros.

Rodrigo frunció el ceño. Sabía poco de política, pero sí entendía lo que significaba una guerra: caos, hambre y sangre en las calles. Y él, como muchos otros, quedaría atrapado en medio.

Esa noche, la plaza mayor estaba más concurrida de lo normal. La noticia del mensajero había corrido rápido, y tanto criollos como españoles se reunían para escuchar lo que tenía que decir. Ximena había convencido a su tío de llevarla con él, escondiendo su rostro bajo un rebozo para no llamar la atención. Rodrigo, por su parte, se había deslizado entre la multitud, mezclándose con los trabajadores y vendedores que fingían no estar interesados pero que escuchaban con atención.

Cuando el mensajero se subió a la plataforma improvisada, un silencio expectante cayó sobre la plaza. Su rostro estaba marcado por el cansancio del viaje, pero su voz resonó firme.

—Traigo noticias desde la metrópoli. Napoleón Bonaparte ha invadido España. El rey Fernando VII ha sido capturado y obligado a abdicar. Francia controla la corona.

Un murmullo recorrió la multitud, y el pánico se reflejó en algunos rostros. Si España ya no tenía un rey legítimo, ¿qué pasaría con la Nueva España?

—¡Esto es una farsa! —gritó un criollo entre la multitud—. ¡La independencia es nuestra única opción!

La plaza explotó en un caos de gritos y discusiones. Los soldados del virrey intentaron calmar el tumulto, pero las ideas se habían sembrado. Ximena sintió que el corazón le latía con fuerza. Rodrigo observó la escena con la mirada afilada de quien sabe que algo está a punto de cambiar para siempre.

A lo lejos, en una esquina oscura, un anciano encapuchado los observaba con interés.

El destino había comenzado a tejer su telaraña.

La mariquita una historia de miraculous ladybug capítulo 1-El sol del mediodía caía sobre la Ciudad de México, haciendo brill
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Me encanta la manera en que escribes es como si estuviera leyendo una historia de aquellos tiempos

¿De casualidad el anciano observando a lo lejos es un maestro fu de aquel tiempo?

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1 Reply March 19

Responder a: ΢̶⠀ׅ̇𝆯⠀★ׅ⠀͘¡!⠀ִs̶ׁ⠀ׅ𝕟̶͟͠𝖾͟𝕜͟ƨׁb̸𝕚ׅ⠀ֹּ𝀋⠀ᆾ͘·⠀ :hearts:

Así es

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0 Reply March 19
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