El poder de sentir [2]

Al ver la cámara, me percaté de otra cosa más. En el reflejo, logré ver un dispositivo rectangular posado sobre un escritorio; estaba cubierto de polvo, como tres capas, más o menos. En el se encontraban tres objetos de lo más curiosos: un colgante con un colmillo, un orbe de color púrpura oscuro y una púa.

Me acerqué a ese dispositivo con total curiosidad y froté la superficie con mi palma hasta revelar la apariencia de dichos objetos. Cuando aparté mi palma, lo primero que me llamó la atención fue una púa idéntica a las mías. ¿Acaso fui clonado? No tendría sentido alguno; no he visto a alguien con ese color, al menos en un buen tiempo. Los demás objetos eran extraños, es decir, ¿cómo los obtuvo? No sabría decir; todo es muy confuso en este lugar, incluso para mí. Necesito respuestas. Tal vez esa memoria USB que está a la par de esta máquina me ayude.

La agarré y la inserté en la primera ranura de la computadora. De inmediato apareció un video en el que se veía a una persona usando esta misma computadora mientras manipulaba los datos genéticos de algo. Fue entonces cuando me percaté de la púa, cuyo color era azul, pero cuyo pigmento se modificaba a verde conforme iba insertando datos. Ahí supe de dónde provenía mi color.

“Llamé este proyecto ‘Superior’ por una razón. He investigado a cierto erizo azul y he visto cómo se transforma en lo que parece ser una ‘súper forma’. Eso es interesante, pero… ¿cómo sería crear un ser cuyos límites se compararan con dicho poder? Así que tuve la idea de diseñar un erizo cuyas capacidades, tanto físicas como mentales, alcanzaran su máximo esplendor.”

En ese momento no supe cómo reaccionar. Sentí una mezcla de pena y nerviosismo al escuchar todo eso. Quise quitar la memoria, pero la curiosidad me seguía consumiendo, pues aún tenía muchas preguntas sobre mí.

“Descubrí dos objetos más en mi arsenal: un colgante encontrado en las ruinas de un castillo y un orbe púrpura caído del cielo, que aterrizó en un templo oculto en el claro del bosque. Recolecté ambos antes de convertirme en un biólogo respetado. ¿Qué puedo decir? Era algo atrevido en mi juventud, jeje. Bueno, no me distraigo más. Con estas dos rarezas, podré crear algo que trascienda mis apuntes.”

Por alguna razón, me daba risa ver cómo alguien como él se ponía a hacer ese tipo de bromas, considerando que se suponía que era una persona con muchos estudios. Después de eso, me quedé observando cómo nivelaba y corroboraba que todo marchara según lo planeado. A medida que avanzaba, se daba cuenta de mi formación.

“A último momento me percaté de algo: si el colgante no hubiera estado junto al orbe, el resultado habría sido una criatura sedienta e imparable de ammm… bueno, no me permiten decirlo aquí, pero se harán una idea. El orbe ayuda a estabilizar ese lado de él. Contiene una energía celeste capaz de neutralizar la ambrosía de un vampiro en su estado puro. Además, lo fortalece, erradicando las debilidades banales de los vampiros. También crea un punto medio: la manipulación cuántica. Al ser una concentración de luz y oscuridad, le permite controlar la creación y la destrucción, así como manipular la materia hasta cierto grado.”

No sabía qué decir o hacer… Bueno, sí, eso explicaría por qué había logrado sobrevivir con solo manzanas todo este tiempo. Mientras seguía viendo el video, noté cómo su ego se desmoronaba al continuar con el proyecto y descubrir algo inesperado: prácticamente había creado un robot… y él esperaba todo lo contrario.

Cuando el proceso estuvo completo, lo primero que hizo fue hablar conmigo, y yo respondí de manera neutral. Tuvo que sacrificar su última semana de vida para enseñarme a expresarme mejor con mi entorno.

“Me costó mucho, pero al fin lo logré. Ahora mi creación puede expresarse mejor cof. Lamentablemente, no estaré ahí para él toda mi vida. No lo mencioné antes, pero padezco una enfermedad terminal, y me dieron solo tres semanas de vida cof cof. Al menos estoy feliz con cómo resultó todo esto. ¿Por qué? Porque ahora dejo un legado en este mundo: mi hijo, Qubit.

Si algún día ves este video, quiero que sepas algo: esta semana fue el mejor año de mi vida. Pude estar con alguien a quien quiero mucho. Me hiciste ver que hay un poder más allá de la superioridad: el poder de sentir. Y yo… ahora me siento libre. Espero que tú también lo seas, hijo. Cuídate mucho.”

Cuando la computadora se apagó, sentí las lágrimas rodar por mis mejillas. Me sentí derrotado, destrozado, inmóvil… De pronto, la hoja blanca desapareció del suelo, cumpliendo su última voluntad.

“Hijo mío, veo lo mucho que has sufrido últimamente. Es culpa mía haberte hecho así. Pero sé que encontrarás la manera de encajar en este mundo. Sé que hallarás un amigo, alguien que haya pasado por lo mismo que tú y que te enseñará lo hermoso de ser alguien singular.”

Al terminar de escuchar eso, una sombra se acercó al laboratorio. Parecía ser un zorro de dos colas con un lector de energía roto en la mano. No sabía quién era, pero corrí a abrazarlo sin importar nada.