año nuevo lunar: acto II

La Búsqueda de Verdades.

La aldea, aunque envuelta en la festividad, había comenzado a sentir los efectos del ataque al templo. Las reliquias robadas habían dejado un rastro de energía inestable que perturbaba la armonía. El aire se sentía pesado, como si una tormenta invisible acechara. Los animales actuaban de manera errática, y las personas murmuraban en pequeños grupos, susurrando teorías y temores. Aunque el peligro inmediato había pasado, el grupo sabía que su misión apenas comenzaba.

Rinne, con su porte decidido y una expresión de determinación inquebrantable, caminaba al frente del grupo mientras debatía en voz alta.

—Si Vicky logró romper las barreras rituales, debe tener un conocimiento profundo de las reliquias. Esto no fue casualidad. Hay algo más grande detrás de esto, algo que todavía no entendemos.

Grecey, con sus ojos serenos pero analíticos, asentía mientras estudiaba los alrededores. Su atención recaía de vez en cuando en Mabel, quien se mantenía a cierta distancia, casi como si intentara evitar cualquier o visual. Había algo inquietante en su postura, una lucha interna que todas podían sentir pero que nadie se atrevía a mencionar. La figura misteriosa, en tanto, se mantenía en silencio, avanzando con pasos calculados, observando todo como si estuviera evaluando cada detalle.

Finalmente, Rinne se detuvo cerca de un pequeño altar en el bosque sagrado. Era un lugar antiguo y reverenciado, donde los ancianos de la aldea solían realizar rituales para honrar al zodiaco. A pesar de los estragos recientes, el altar permanecía intacto. Tallado en piedra oscura, estaba adornado con símbolos zodiacales que brillaban tenuemente bajo la luz del sol que se filtraba entre los árboles. Su energía vibraba con una fuerza serena, pero había algo distinto en el ambiente, una sensación de urgencia.

—Este lugar tiene respuestas —dijo Rinne, colocando una mano sobre una de las piedras talladas y cerrando los ojos por un momento.

Antes de que pudiera decir más, una voz fuerte rompió el silencio, reverberando en el claro como un trueno:

—Las respuestas no siempre son lo que esperan.

Mabel, ahora con una expresión completamente diferente, se acercó al altar. Catalina había tomado el control. Su postura era desafiante, y sus ojos brillaban con una intensidad casi peligrosa. Sus movimientos eran calculados, como si estuviera midiendo la reacción de cada miembro del grupo.

—Vicky no está sola —dijo Catalina, cruzándose de brazos con un aire de superioridad—. Y si creen que simplemente pueden seguirla, están subestimando lo que realmente enfrentan. Esto no es un juego.

—¿Y tú cómo sabes eso? —preguntó Grecey, su tono más curioso que acusatorio. Aunque su rostro seguía siendo tranquilo, había un leve destello de desconfianza en su mirada.

Catalina sonrió de manera inquietante, inclinando ligeramente la cabeza.

—Digamos que tengo mis propias conexiones. No todo el mundo juega según las reglas, ¿saben?

El aire se tensó, como si el bosque mismo contuviera la respiración. Antes de que alguien pudiera presionar más, un ruido entre los arbustos rompió la tensión. Todos giraron hacia el sonido, y de entre el follaje emergió una joven de cabello rojizo y ojos brillantes, con un gallo tallado en un colgante que llevaba al cuello. Era Andy, quien había estado observando desde la distancia.

—Perdón si interrumpo, pero creo que necesitan esto —dijo con voz firme, extendiendo un mapa antiguo marcado con símbolos zodiacales. Aunque su expresión era tranquila, sus manos temblaban ligeramente, como si estuviera consciente del peso de lo que traía consigo.

Rinne tomó el mapa con cuidado, estudiándolo junto a Grecey. Los símbolos estaban trazados con tinta negra, y las líneas formaban un intrincado patrón que parecía pulsar con vida propia. La figura misteriosa se acercó también, observando en silencio desde las sombras, como si buscara algo más allá de lo evidente.

Andy, sin embargo, fijó su mirada en Catalina, quien ahora había retrocedido ligeramente, aunque su postura seguía siendo desafiante.

—¿Tú eres Mabel, verdad? O al menos una parte de ella.

Catalina soltó una carcajada, un sonido que resonó extrañamente en el bosque.

—Digamos que soy su lado más… interesante.

Andy frunció el ceño, claramente intrigada, pero decidió no insistir. En cambio, se dirigió al grupo en general, señalando el mapa.

—El mapa muestra la ubicación de las siguientes reliquias. Pero también advierte sobre guardianes que protegerán estos objetos. Si van a enfrentarse a ellos, necesitan prepararse. Estos guardianes no son simples obstáculos; son pruebas diseñadas para medir la valía de quienes se acerquen.

Rinne dobló el mapa cuidadosamente, con una expresión que mezclaba urgencia y determinación.

—No hay tiempo que perder. Cada momento que dejamos pasar, Vicky se fortalece más. Si esas reliquias caen completamente en sus manos, podría ser el fin de todo lo que conocemos.

El grupo comenzó a caminar, ahora con Andy uniéndose a ellos. Mientras avanzaban hacia su próximo destino, las tensiones internas y los secretos de cada uno parecían profundizarse. Mabel, o Catalina, observaba a los demás con una sonrisa enigmática, como si supiera algo que ellos no. La figura misteriosa, siempre en la retaguardia, seguía sus pasos con una calma imperturbable, como si esperara el momento adecuado para intervenir.

A la distancia, sin embargo, Vicky ya estaba planeando su próximo movimiento. El talismán del Tigre en su poder pulsaba con energía, y una sonrisa oscura se dibujaba en su rostro mientras observaba un pequeño orbe de luz flotando frente a ella.

—Las reliquias caerán una por una. Y entonces, el zodiaco se arrodillará ante mí. Nadie podrá detenerme.

El destino de las reliquias y del grupo pendía de un hilo. Cada paso que daban los acercaba más al peligro, y el siguiente encuentro podría decidir el curso de la batalla que se avecinaba.

Portada.