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Ecos descarriados

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☥Zafkiel❦ 1 day ago
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¿Quién eres?

La pregunta voló en el aire mientras la oscuridad rodeaba nuestras siluetas pintadas de luz. Éramos como luciérnagas en los ríos. Iluminando las flores a nuestro alrededor junto a las estrellas tan lejanas a nosotros.

Y tú rechazabas verme a los ojos. Parecías tenerme miedo. No es como si fuera a robar tu rubor. Comente mientras ofrecía mi mano. Aunque aquella acción quedo a medias cuando escuche tu voz.

Solo soy una viajera sin hogar.

¿Y qué te ha quitado tu hogar? Pregunte entre las mil incógnitas que tal respuesta me causaba. Sin embargo, no conseguí más sonidos a los que poder centrar mi mente en resolver. Con cada segundo que pasaba, el cielo se escondía aún más. Las estrellas dejaban de iluminarnos y el campo de flores que nos rodeaba parecía marchitarse lentamente.

¿Cuál es tu destino?

Pregunte una vez más, deseando recibir una respuesta. En sí, todo aquello era un intento por buscar algo en que centrar mi pensar. La soledad no era de fiar entre los campos oscuros de este lugar.

No sé en qué momento llegué aquí, no recuerdo por qué. Pero tú parecías hacerlo. ¿Si no porque es que brillabas, así fuera causa de estupor?

No hay un destino. Solo viajamos sin fin.

No me veía a los ojos a pesar de cuanto intentara llamar tu atención. Pero cada cierto tiempo lograba hacer que me respondas. Y tus respuestas simplemente me hacían cuestionarme aún más esta situación.

Sin memoria ni destino. Sin camino ni hogar. ¿Qué soy? ¿A dónde voy? Perdiéndome en estas incógnitas, revise mi alrededor.

¿Dónde estamos?

Mi brillo parecía atraer a las flores. Que apuntaban hacia mí como si buscaran mi luz en son de crecer. Pero por lo mismo, todo el campo de flores ahora solo tenía algunas pocas que estaban cerca mío. Las demás se habían marchitado.

Este campo es la infinitud, no se puede marchitar.

Me sorprendió tu respuesta. Era como si pudieras leer mi mente. Pero al instante llego a mi algo más importante a lo que dar mi atención. Si no se podía marchitar entonces quizás ya no era capaz de ver las flores lejanas a mí. ¿Es porque mi luz solo me limita a estas cerca de mí? Tu mirada se posaba entre la miriada de colores a mi alrededor. Y sonriente me mostraste la palma de tu mano. En ella había una dulce mariposa hecha de luz. Abriendo el vuelo aleteo sus alas alrededor tuyo. Y entre el aire parecía buscar un hogar.

¿Por qué estamos aquí?

Me dolía el pecho saber que aquella mariposa no podría volver. O al menos así lo sentía mientras la veía volar hacia el velo de oscuridad encima mío. Como si las flores lloraran su despedida, bajaban sus pétalos sin vernos. Y cuando volví a verte me sorprendí. Tu cuerpo se hacía fuente de más y más luz. A tu alrededor nacían más mariposas que volaban en busca de un hogar.

Y entonces vi que tú eras hogar de ellas. Y ellas se habían vuelto tu hogar.

Descansando. Para viajar aún más.

A pesar de ello tú pareces más libre que yo. Teniendo todas estas mariposas posando en tu cuerpo. Me dijiste que solo era algo momentáneo. Que había aún más donde ir. Que tu viaje no podía terminar así. Y mi pecho me dolía al saberlo. Pues a pesar de todo tú eras hogar de tanta vida.

¿Y si nos quedamos aquí?

Tu misma negabas aquel hogar. A cambio yo solo podía ver. No tenía derecho a buscar hogar en ti. Ni ser hogar junto a ti. Yo no brillaba como tú.

Reíste ante mi pregunta y te levantaste. Tu cuerpo era más pequeño que el mío, tu altura no llegaba a la mía y seguramente eras más joven que yo. Y aun así por aquel momento parecías una gigante. Brillabas tanto como el sol.

Me niego a ello. Pero es tu decisión.

A pesar de esta respuesta, no estabas atada a nada. Mis manos no te alcanzaban. Sonreí entre lágrimas. En lo más profundo de la infinitud, parecía que algo nacía. Era la luz del amanecer. Que ahora por fin podía ver. Siempre había estado allí.

Y entre aquella danza entre el negro azabache de una noche fría y el rojo suave y cómodo de un amanecer que promete algo a futuro. Nuestras siluetas hechas de fulgores efímeros, se mezclaban con el campo de flores a nuestro alrededor.

Nos volvíamos el destino y el camino.

Nos hacíamos hogar de nuestros viajes como viajeros sin hogar.

¿Y si somos más?

Siempre lo fuimos

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La pregunta voló en el aire mientras la oscuridad rodeaba nuestras siluetas pintadas de l
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